Estamos en Septiembre y eso significa que la cuenta atrás cada día está más cerca de terminar.
¿Qué tal las vacaciones?
Las mías, para variar han sido de monte y han servido para seguir con mi pre-temporada particular.
En esta ocasión he ido a hacer un trekking por tierras escocesas y he podido comprobar que no sólo hay llano por esos lares, sino que hay muchas montañas y además, esquí.
El lugar en cuestión es la zona de las Highlands, dónde está buena parte del sistema montañoso de las islas británicas.
Se trata de un trekking que nos lleva de Milngavie (cerca de Glasgow) hasta Fort William, de sur a norte, pero también se puede hacer en sentido contrario.
Aunque puedes montarte las etapas un poco como desees y, alargar o acortar en función de forma física o disponibilidad de días o pernocta, nosotros lo hicimos más o menos de manera oficial, aunque la primera etapa no pudimos realizarla por cuestión de falta de tiempo.
Así que el primer día lo dedicamos a llegar al pueblo desde dónde empezaríamos la aventura, Drymen,una pequeña localidad en la que se encuentra el pub con la licencia más antigua de Escocia, y en el que degustamos su comida y bebida.
Al entrar notabas parte de la historia del lugar.
Llegaba la hora de la verdad, el día de empezar a andar y quedar maravillados por la naturaleza que nos acompañaría los próximos días, aunque no sin antes tomar el único desayuno sano de toda la semana, jajaja.
Primera etapa: Drymen-Rowardennan
Quizás la menos "salvaje" de todas paisajísticamente hablando, quizás por estar más al sur, quizás por ser más llana, incluso así es de una gran belleza.
Los más aventureros hacen acampada libre, casi en todo el recorrido es legal hacerla.
Lo que nos vamos a encontrar durante todos los días van a ser ríos y riachuelos por doquier, junto con frondoses bosques.
La etapa iba recorriendo por llanas laderas que nos hacían un paseo agradable, en la que nos encontrábamos cabras y ovejas típicas de la zona pastando a sus anchas.
Hasta llegar al punto más alto del día, el Conic Hill, que con sus 325msnm nos regalaba unas espectaculares vistas hacia el Loch Lomond.
A partir de este punto, iniciábamos el descenso hasta la orilla del lago, dónde la seguiríamos en un constante sube y baja por bonitos senderos.
Y después de los 25km llegábamos al final de etapa, al Rowardennan Youth Hostel, duchita y recompensa del día.
Segunda etapa: Rowardennan-Inverarnan
Otra etapa de 25km que en principio parecían llanos pero terminaron por ser muy duros.
Un constante sube-baja por senderos con raíces y piedras y casi todo el día lloviendo a mares.
Casi todo el recorrido era por el sendero que bordea el lago, lleno de cascadas y ríos.
Una cosa que me sorprendió del viaje fue que en ciertos puntos tienes abastecimiento de botellas de agua, ya que durante las etapas casi nunca pasas por lugares habitados.
Eso sí, por cada agua que cojas, debes depositar una libra en el buzón.
Suerte que estamos en el norte de Europa, aquí en la Península no sé si seríamos tan honestos, aunque seguro que allí también hay gente con un poco de morro...
Algo que me impactó bastante fueron los árboles medio caídos con las raíces y tierra enganchados y que seguían vivos.
Supongo que entre la abundante lluvia de la zona y el constante viento, hacen de ello algo habitual.
En la vida había imaginado tal cantidad de ríos y cascadas, creo que hay más de ellos que de gente en Escocia, jajaja.
Y todo ello al lado del lago.
Pero claro, hay veces que no se pueden hacer puentes para tantos ríos, así que tocará cruzarlos por el medio...
Aunque íbamos con las capelinas (suerte de ellas), los pies acababan bien empapados debido a la lluvia diaria, así que era igual cruzar los ríos por el medio.
Y tras 25 duros kms llegábamos a nuestro destino del día, Inverarnan, a la Beinglass Farm.
Lugar muy acogedor con un pequeño camping y su pub-restaurante de lo más bonitos, con una decoración muy típica de la zona.
En él, pudimos también degustar uno de los platos típicos de la zona, el estofado de venado, creo que era ciervo y, ¿qué decir sobre ello...? Un guiso excelente!
Con la barriga llena y el cuerpo entrado en calor tocaba ir a descansar, ya que esto era un no parar.
Tercera etapa: Inverarnan-Tyndrum
La etapa del día era algo más corta, nos quedábamos en los 20 kms, pero no por ello desaprovecharíamos un buen desayuno, jajaja
Entre el descanso y la energía tomada, empezábamos a andar, y como no, rodeados de agua todo el rato.
Dejábamos atrás los frondosos bosques para iniciar un precioso recorrido admirando la majestuosidad de terreno abierto que teníamos por delante.
Aunque pocas veces estábamos solos, siempre bien acompañados por la fauna local.
Tras varios kilómetros por inmensas estepas, volvíamos a adentrarnos por frondosos bosques de hadas.
Para variar, agua y ríos por doquier...
Al llevar ya varios días por el país, me di cuenta del porqué es un referente en whisky, si lo sacan directamente de los ríos!!! Jajajajaja, casi siempre el agua es del mismo color que la bebida alcohólica.
Se respira tanta paz en el ambiente que hasta los animales salvajes posan tranquilamente para salir bien en las fotos.
Y al volver a las estepas, nos encontramos con un cartel que nos recuerda que estamos en un país en el que también nieva, y como veremos más adelante, se esquía.
Lástima que las nubes no nos dejaran ver la cima de algunas de las montañas más altas de la zona.
No son picos muy altos, pero tienen la peculiaridad que la base está casi al nivel del mar, así que disponen de un buen desnivel.
Seguimos andando y a falta de pocos kilómetros para el final de etapa, llegamos a un punto que nos sorprende y unos bancos nos recuerdan que Escocia es también país de grandes leyendas, así como batallas.
Retomábamos la marcha y en poco rato llegábamos a nuestro destino, dónde después del paseo por el pueblecito, la obligada hidratación e ingesta de alimentos, descansaríamos para el siguiente día.
Cuarta etapa: Tyndrum-Bridge of Orchy
Esta sería la etapa más corta de todo el recorrido, poco más de 10km que sucedían entre preciosos valles y la línea férrea.
A partir de esta zona, empezaba lo que para mi era la parte más salvaje del viaje, casi se acabarían los bosques y todo eran altas montañas que nos acompañarían durante el resto de días.
Estar allí era como haberse trasladado en el tiempo, era como estar perdidos en medio de la nada, en tierra salvaje de celtas y vikingos, aunque siempre nos acompañaban las vías del tren.
En una etapa en la que tanta vía nos había acompañado, llegábamos a nuestro destino, la estación de tren de Bridge of Orchy, dónde pasaríamos el resto del día y la noche hasta la siguiente jornada.
Y, ¿qué podíamos hacer durante el resto de día que nos quedaba por delante en medio de la nada?
Ya que había salido el sol, aprovechamos para darnos un baño de vitamina D, que buena falta nos hacía, en ese país el astro rey se ve más bien poco.
Unos estiramientos, mucha charla, algunas sopitas de sobre calientes y a dormir.
Etapa cinco: Bridge of Orchy-Glencoe Mountain
Esta etapa era la que más ganas tenía que llegara, ya que el final de ella era en una estación de esquí, si si, habéis leído bien, ¡¡¡una estación de esquí!!!
Y es que en Escocia también se esquía, hay varias estaciones repartidas por el país, y aunque sus montañas no son muy altas, debido a la latitud en la que nos encontramos, la nieve está muy presente durante todo el invierno y buena parte de la primavera.
Para variar, empezábamos la jornada a una temprana hora, es lo que tiene ir a dormir a las horas de las gallinas, que también te levantas como ellas.
Tras cruzar el puente de Orchy, subíamos un primer monte desde el que divisábamos la espectacularidad del lugar.
A nuestros pies quedaba el precioso Loch Tulla, que nos recibía entre nubes y sol.
Pero claro, entre las sopitas de sobre de la tarde anterior y que dónde habíamos dormido no había nada más para comer, cuando llevábamos 5kms de marcha, paramos a desayunar y, cómo no, un desayuno de los de enmarcar en un precioso bar.
Ahora sí, con la barriga contenta, podíamos proseguir la marcha hacia mi meca particular del viaje. El recorrido pasaba por los antiguos caminos militares.
Por el camino entre valles, pasábamos por largas y verdes estepas llenas de lagos y riachuelos que los unían.
A medida que avanzábamos, las verdes llanuras con lejanos montes, daban paso montañas algo más escarpadas, más salvajes.
Eso significaba que estábamos muy cerca de nuestro destino, y tras algo más de 18kms llegábamos a Glencoe Mountain Ski-Resort, una estación de esquí en medio de la nada.
Y como no, no podía dejar perder la oportunidad de hacer un poco el ganso.
Qué bien sienta estar en la base de una estación de esquí. Estábamos en pleno agosto pero aquí parecía que fuera mediados de noviembre, unos 9 grados, lluvia y colores otoñales, así que lo mejor era pasar la tarde perdiendo el tiempo soñando en nuestro preciado invierno.
Tras pasar la tarde entre charlas y planeando el próximo invierno, tocaba ir a dormir a la hora de las gallinas. Ese día lo haríamos en esta curiosa cabina a 25 metros del remonte.
Y por la mañana, nos levantábamos con estas bonitas vistas.
Sexta etapa: Glencoe Mountain-Kinlochleven
Empezábamos la penúltima etapa con cierta melancolía, dejando atrás este cartel, y por ende la estación de esquí.
Seguíamos con la rutina diaria, un buen desayuno, y a andar. Esta vez lo haríamos, para variar, entre preciosos valles.
Podría estar días y más días andando por estos bellos parajes y no me cansaría de admirarlos.
Algunos me diréis osado, pero la montaña de esta última foto, me recuerda un poco, y salvando las diferencias, a la cara norte del Montardo en el Valle de Arán.
Y a medida que avanzamos, los paisajes siguen de impresión.
Cuando el sol nos regala su escasa presencia, el paisaje todavía nos cautiva más.
Es una verdadera lástima que las fotos no plasmen bien la belleza del lugar ni la sensación de pura naturaleza, pero cuándo estás allí lo puedes admirar en toda su inmensidad.
Después de unas horitas y algo más de 17kms, llegábamos a nuestro destino, Kinlochleven, una pequeña población de la que dicen es el paraíso de escalada en hielo.
Y es que allí tienen el centro indoor con la pared de hielo más grande del mundo, una pared de nada más y nada menos que 12 metros con 500 toneladas de verdadero hielo y nieve.
Ya que estábamos en un pueblo y no perdidos en la nada, aprovechamos para dar algún paseo y ver algunas curiosidades.
Parece que la gente del lugar tiene especial aprecio a las figuritas y a los gnomos, ya que en varios jardines ves verdaderos museos.
Tampoco podíamos pasar por alto la parada al típico pub escocés.
A última hora de la tarde nos retirábamos a descansar a otra de las mini-cabinas típicas de los camping de allí.
Una buena dormilona y por la mañana siguiente emprendíamos la que era la última etapa, casi 26kms que nos llevarían hasta Fort William.
Séptima y última etapa: Kinlochleven-Fort William
Para variar, el día lo empezábamos cruzando riachuelos e inventándonos por dónde pasar sin mojarnos.
Íbamos ganando altura y dejábamos a nuestros pies el pueblo con el lago Leven
Mientras subíamos, la naturaleza nos regaló un Arco Iris que casi podíamos tocar.
El camino sucedía en medio de preciosos valles, la tónica de las últimas jornadas.
Iban pasando los kilómetros, y el valle parecía no terminar nunca, qué barbaridad lo salvaje e inhóspito de la zona.
En estas dos últimas fotos podemos apreciar lo que tenemos a Norte y Sur, infinito.
I cómo comentaba de lo salvaje de la zona, no podía pasar por alto que este fue lugar de intensas batallas.
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Nos explica la batalla que ocurrió en febrero de 1645, vemos la cantidad de nieve que hay representada, y es que aquí nieva, y mucho!!
Vamos avanzando y nos vuelven a aparecer ríos y lagos a nuestro paso.
Los kilómetros van pasando y cada vez estamos más cerca de nuestra meta, pero antes de llegar pasaremos por los pies de la montaña más alta de las islas Británicas, el Ben Nevis, un pico de 1344msnm que es famoso por sus vías de escalada tanto en roca como en hielo.
Lástima de las nubes que no nos dejaron ver el monte en toda su esplendor.
Y tras varias horas de caminata y casi 26kms recorridos, llegamos a la meta del viaje, llegamos a Fort William.
Pero parece que uno no llega realmente al fin de la West Highland Way si no se hace una foto con el famoso caminante en la Gordon Square de Fort William.
Después de siete maravillosos días viajando a pie por Escocia, recorriendo un total de unos 170kms entre el mismo recorrido y paseos varios, era el momento de disfrutar del bonito pueblo.
Y de disfrutar en la tranquilidad de un bonito pub degustando sus originales zumos