Pepe estaba nervioso. Julia lo había notado desde hacía ya días, pero hoy lo estaba más que nunca. No hablaba mucho.
Las bajadas no eran divertidas como siempre. Pepe sabía llevarla al límite sin ponerle nunca en aprietos, pero hoy eran algo diferentes.... él estaba como apático. No buscaba ese bump para saltar o esa pendiente máxima o esa curva al borde del cortado... parecía no tener fuerzas.
Durante las subidas en el telesilla no había conversaciones divertidas... solo comentarios sobre alguna cosa u otra... Julia estaba pensando que algo grave debía estar pasando por la cabeza de Pepe.
La siguiente bajada fue peor... Esta vez ella iba por delante de Pepe... cuando fue a buscar un trozo en el lateral de la pista en el que aun quedaba nieve virgen, se dio cuenta que él no le seguía y continuó bajando por la pista. Algo iba realmente mal. Pepe no se hubiera perdido unos giros en nieve virgen ni harto de vino.
Llegaron al telesilla e hicieron la cola bastante callados. Julia empezó a ponerse realmente nerviosa. No era normal. Hasta ahora sus esquiadas habían sido fluidas, divertidas y las subidas amenas y entretenidas.
En esa nueva subida en la silla Pepe seguía sumido en silencio. Julia le miraba sin entender... llegó un momento en que no pudo más y sin pensar le soltó:
- Te quedan dos pilonas. Lo que tengas que decirme dímelo ya.
Un silencio eterno después, Pepe se giró a mirarla fijamente y dijo
- Julia, ¿Quieres venir conmigo a hacer Heli esquí en Canadá?
- ¿Así que era eso? ¡¡¡Claro que sí!!!
- ¡Temía que me dijeras que no!
- ¡Eres tonto! – Le dijo Julia con una gran sonrisa.
Y los dos dieron la vuelta al telesilla y empezaron a bajar de nuevo, fundidos en un largo beso, ajenos al mundo y a los gestos del remontero.