En mi visita al Valle de Aran tuve la suerte de charlar un rato con los estudiantes del TD 2 en la ETEVA (Escola de Tecnics Esportius Val D’Arán).
Lo primero, gracias por la invitación y gracias escucharme con atención. Todos sabemos que los cursos son tediosos y que tras el día de esquí andamos cansados y con ganas de volver a casa…. Fue un placer contestar a vuestras preguntas y poder contaros la batallita sobre mi visión personal de la profesión. En segundo lugar, felicitaciones también por vuestro compromiso con el esquí al decidir seguir con vuestra formación. No todo el mundo sigue estudiando, entrenando y aprendiendo una vez que le han dado su “etiqueta de anís el mono” y le han puesto un uniforme de superman. En tercer lugar, y como ya os dije en la sala, ánimo y a seguir prosperando profesionalmente. Este es un trabajo a veces desagradecido y duro, pero seguimos necesitando vocaciones y personas que se lo tomen en serio.
Finalmente, como resumen de la charla que tuvimos, os cuento una anécdota que me dejé en el tintero:
Un día de la pasada temporada estábamos en una carrera donde participaba uno de los cracks del equipo norteamericano. Se quedó sentado en un salto y se salió de la pista. El entrenador técnico dijo que había retrasado en exceso las manos, el preparador físico dijo que era consecuencia del cansancio de la temporada y la debilidad e los abdominales, el skiman dijo que si hubiera elegido el otro esquí, con las fijaciones más atrasadas no hubiera volado tan inestable y, finalmente, el psicólogo del equipo dijo que bajaba distraído porque este tipo no funciona bien si no es bajo presión.
¿Cuál de ellos tenía razón? Probablemente todos porque, como dijimos, el rendimiento es como la compleja maquinaria de un reloj y, por muy insignificante que parezca cualquiera de las piezas, sin una sola de ellas, no funciona bien el resto. Pues eso, ja, ja, no lo perdáis de vista.
Suerte en vuestra carrera profesional y ¡muy buenas huellas!