Una foto de un salto en un cortado de 15 metros o de un chaval haciendo un Lincoln Loop es espectacular y queda que no veas en la portada de una revista. Una sección sobre trucos de freestyle o sobre competiciones del tipo que sean están fenomenal y, la verdad, hasta hace unos años no quedaba más remedio que buscarlas en las revistas extranjeras. Las tendencias modernas y las imágenes inverosímiles en la prensa están muy bien y son muy bienvenidas, fomentan el deporte, hace que los jóvenes atletas encuentren más fácilmente patrocinadores y, en fin, hace que el esquí progrese y vaya a más cada día pero.... ¡PERO!
El cliente no es solo consumidor de fotos espectaculares y de "free ski". Por ejemplo la madre de familia, que jamás hará un 360, y que va con sus dos hijos a una tienda de cualquier estación dejándose en ella un buen pico. Un montañero maduro que renueva parte de su equipo cada temporada, un treintaañero al que le queda ya lejos intentar un back flip pero que sube a esquiar cada fin de semana.... Todos ellos compran o comprarían revistas de esquí y, quizás, al ver que tal o cual marca reduce su imagen a cosas que ellos jamás podrán hacer, igual se sienten desplazados... no se ven representados en esas imágenes y, en consecuencia, no tomarán la decisión de compra de esa marca concreta... quizás, digo... sólo quizás.
Si vemos algunas revistas extranjeras y sus anuncios, descubriremos una tendencia a mostrar no sólo nueva escuela (que está muy bien, insisto, pero no es lo único) sino también a tratar de abarcar un espectro mayor de aficionados... las fotos espectaculares son estupendas, sí, pero ¿por qué no lo puede estar también una señora de 50 años haciendo una bonita huella?