Momentum Ski Camps. Whistler-Blackomb

Estoy en Vancouver, “la ciudad sin diversión”, según la llaman aquellos cuyo concepto de la divertirse consiste en pillarse un colocón tremendo y levantarse al día siguiente con una resaca de espanto. La gente de aquí parece que prefiere aprovechar el día. Teatros, museos, espectáculos… todo el mundo va en bici o en patines, lleva en la baca del coche una canoa o un montón de velas en el maletero o arrastra algún artefacto con ruedas gordas en el remolque. No hay mucha vida nocturna en Vancouver, pero ni falta que le hace. Y estoy aquí, por una preciosa carretera que bordea un fiordo en el que las montañas se hunden a pico en el Océano Pacífico, camino de Whistler-Blackomb, la estación más grande de Norteamérica, a sólo una hora de esta ciudad tranquila y cosmopolita, llena de deportistas y jipis que transitan entre edificios neoclásicos y acontecimientos artísticos.

Hace unos doce años que nació aquí uno de los mejores “camps” de “freestyle” del mundo. Lo fundaron John Smart, ganador de decenas de medallas en la Copa del Mundo de baches, y Michael Douglas, considerado como el pionero (el “abuelo”, le llaman) de la “Nueva Escuela”. Durante Julio y Agosto figuras internacionales del freestyle como Shelly Robertson, Sahra Burke, Toby Dawson o Trennon Painter imparten ahí cursos de saltos y baches. Esto significa que uno esquía y recibe instrucción por parte de corredores que están actualmente copando los podios en las competiciones mundiales de su especialidad. Tienen dos parques con todo lo que se pueda pedir (table-tops de hasta 15 metros, un enorme fun wall, rails de diversas configuraciones, funboxes, un quarter y dos half pipes, etc.) y una pista de baches con nada menos que nueve líneas y sus correspondientes saltos. Pero lo mejor, a mi parecer, es el magnífico cuadro de entrenadores escogidos por John Smart entre lo mejorcito del mundo; personas que podrían comportarse en plan estrellas, distantes y estirados y que, sin embargo, son de lo más campechanos y comparten con uno, no solo sus conocimientos, sino que se toman unas cervezas o salen a cenar con los del grupo que entrenan como si fueran amigos de toda la vida. De los fundadores del “camp" ya hemos hablado y, en lo que respecta al resto del personal de administración, cuidado de las pistas, etc. absolutamente todos han sido corredores o aún lo son, es decir, saben lo que se traen entre manos.

Tengo que confesar que fui a Whistler con la idea de que iba a aprender mucho pero no iba a progresar nada. Me explicaré: pensaba que, efectivamente, iba a ampliar y a actualizar mis conocimientos gracias a todos estos figuras de la IFSA y la Copa del Mundo, pero no creía que, a mi edad y con mis kilitos de sobra, además pudiera aplicar estos aprendizajes nuevos y experimentar una mejora en mi nivel de esquí. Me equivocaba; las orientaciones simples y efectivas de Trennon y Shelly (y eso sin hablar de la motivación que supo insuflarme esta última, encantadora suma de ideas claras, dulzura en la voz y agresividad en los pies ¡maaádre mía!) me permitieron volver a bajar y a saltar con una confianza que ya creía perdida. No hay nada como unas instrucciones adecuadas para que el cuerpo y la mente trabajen como Dios manda, je, je. El entorno, como he dicho, con unas magníficas instalaciones, una nieve y un tiempo primaveral estupendos, resulta perfecto para poner en práctica todo lo que uno quiera con seguridad pero, a la vez, con el “pique” que se experimenta al verse uno rodeado de los referentes planetarios del “freestyle”.

Y, al contrario que en la capital cercana, en Whistler sí hay gran actividad nocturna. Desde los típicos bares donde tomar una cerveza hasta la clásica discoteca “chic” con portero y todo (y juraría que hasta periodistas a la caza de alguna estrella del esquí, dada la cantidad de caras conocidas que uno ve habitualmente en las revistas del sector) aquí se puede uno pasar la noche de juerga, cosa por otra parte poco aconsejable – creo - pues el trabajo será duro al día siguiente en las pistas. Hay marcha nocturna pero ni falta que hace, porque eso lo encuentra uno en Madrid, o en San Francisco o en cualquier ciudad bulliciosa, pero esa concentración de extraordinarios corredores convertidos en entrenadores de lujo por unas semanas, en ese terreno fuera de serie, con ese clima estupendo, puede disfrutarse en muy pocas partes del mundo y en un periodo de tiempo muy corto cada año. Los campamentos de verano Momentum Ski Camps, en el glaciar de Whistler – Blackomb, es uno de ellos. Un lugar donde aprender, disfrutar, vivir una experiencia única y que, si te descuidas, te puede robar el corazón.

¡Buenas huellas y feliz verano!

Carolo © 2004 www.momentumcamps.com

0 Comentarios Escribe tu comentario


    Escribe tu comentario





     

    Si este mensaje tiene un solo insulto, no te molestes en enviarlo, porque será eliminado.
    AVISO: La IP de los usuarios queda registrada

    Los comentarios aquí publicados no reflejan de ningún modo la opinión de El rincón de Carolo. Esta web se reserva el derecho a eliminar los mensajes que no considere apropiados para este contenido. AVISO: La IP de los usuarios queda registrada, cualquier comentario ofensivo será eliminado sin previo aviso.



    Lo más leído: