Un
lector me pide que hable sobre la respiración y, sinceramente, ahí me
pillan porque no soy un especialista. No obstante, sí que podemos hacer unas reflexiones
elementales sobre la respiración durante la práctica deportiva y, por
supuesto, dejar abierto el tema por si algún entendido puede matizar algo al
respecto.
Uno de los indicadores del nivel de dominio de un
deportista es el modo de respirar durante la ejecución. Muchas veces, ante una
situación estresante contenemos la respiración y esto nos fatiga
prematuramente aumentando, además, la tensión muscular. Es muy importante,
obviamente, inhalar y exhalar la suficiente cantidad de oxígeno, y resulta muy
fácil fijarnos bien y pensar si estamos haciendo esto correctamente.
Contener
la respiración es un reflejo de alarma que se lleva a cabo de manera
inconsciente. A medida que vamos progresando y familiarizándonos con las
dificultades este reflejo deja de manifestarse, pero reaparece en cuanto la cosa
se vuelve a poner fea. Muchas veces esto no reviste el menor problema, pues el
esquí es un deporte eminentemente anaeróbico y, si la distancia es
corta, podremos recorrerla apenas sin respirar.
Si
observamos a los buenos deportistas, nos daremos cuenta de que actúan con fluidez
y relajación y, si afinamos mucho, veremos cómo ante un movimiento
decisivo (un swing en golf, un tiro libre en baloncesto) exhalan el aire.
En otros deportes se hace todo lo contrario y, por ejemplo, en tiro con arco, se
contiene la respiración para que no exista movimiento alguno. El hecho de
exhalar produce un efecto de relajación muscular muy beneficioso para la
eficiencia de los gestos que realicemos y, el gesto de contener la respiración,
normalmente, contrae el cuerpo y lo prepara para la acción.
En
esquí, por regla general, inhalamos al distender las piernas y exhalamos
al doblarlas, lo que contribuye a que el diafragma trabaje holgadamente sin
que le perjudiquen las grandes contracciones abdominales que a veces tenemos que
llevar a cabo. Pero esto es sólo en teoría, porque eso dependerá de la velocidad
y el ritmo al que giremos, así como de la distancia que recorramos. Por
ejemplo, si respiramos muy rápidamente a cada giro es posible que nos
hiperventilemos y no llegue oxígenos suficiente a nuestros pulmones; habremos
de coordinar, pues, medio o uno o varios giros con el ritmo de la
respiración.
Pero
lo que a nosotros más nos interesa es que la parte fundamental de la conducción,
la sección media de la curva, se suele hacer distendiendo las piernas. Si vamos
soltando aire a medida que conducimos, y esto favorece la eficiencia de
nuestros gestos, es posible que así consigamos esquiar con gran fluidez
en los movimientos. Y eso es todo por hoy. Hasta la semana que viene
¡Buenas
huellas!
Carolo
© 2003