Este esquí tiene mucha reacción

Nivel: Expertos

 

Una queja poco frecuente, pero que a veces tiene preocupados a algunos esquiadores, es que un esquí reaccione mucho. Esto nos suele ocurrir con esquís de competición, bien porque les ponemos mucha presión estando retrasados, o bien porque no hemos absorbido correctamente la compresión que se genera al final del viraje. Sobre cómo hacer las cosas correctamente y, en consecuencia, evitar en lo posible las reacciones demasiado violentas, es de lo que vamos a hablar.

 

Por supuesto que lo primero de todo es esquiar con suavidad y economía de movimientos: todas las brusquedades y gestos innecesarios pueden sumarse a la reacción de las tablas y desestabilizarnos. Hay que estar, pues, siempre atentos a lo que pasa bajo nuestros pies y sintiendo cómo nuestro cuerpo bucea sumergido entre todas las fuerzas externas que nos afectan (la gravedad, el agarre de los cantos, la fuerza centrífuga, y todos estos rolletes de los que ya he hablado en otros articulillos).

 

Al final de un viraje, cuando vamos a suficiente velocidad y atravesamos la línea de pendiente, las fuerzas externas nos “comprimen” contra el suelo. Es lo que se suele llamar la bañera o el “bump virtual” y ocurre aunque la pista sea completamente lisa. Si las articulaciones de nuestras piernas están rígidas en ese momento, los esquís muy combados bajo la presión reaccionarán mucho y saldremos catapultados.

 

Por eso la técnica moderna tiende bastante hacia la absorción para finalizar las vueltas y comenzar la siguiente. Absorbiendo evitamos que el centro de masas suba (al contrario que con la extensión) con lo cual nos mantenemos más centrados (además de que no perdemos velocidad, pero de esto hablaremos otro día), pero lo mejor es, como digo, que con la absorción contrarrestamos gran parte de la reacción del esquí, y la usamos mejor en nuestro beneficio.

 

 

Foto cortesía de "Esquiar con los pies"

 

Para ver cómo contrarrestar la reacción excesiva de los esquís empezaremos por enseñar las cosas mal, je, je. Absorber con las piernas es a veces difícil, así que primero vamos a aprender a hacerlo con la cintura. Si nos fijamos en los corredores, nos daremos cuenta de que suelen llevar la cintura muy doblada y los brazos muy adelante. Esto, obviamente, hace que se avance el centro de gravedad y que se pueda mantener mejor la posición, pero también hace que, una vez que el esquí reacciona, esas fuerzas se puedan trasladar directamente a las espátulas de los esquís y éstas entren con mucho dinamismo en la curva. De lo contrario, si el esquiador fuese con la cintura muy desdoblada, las fuerzas de rebote del esquí lo retrasarían aún más, y entraría a la curva con todo el peso en las colas de las tablas ¿nos suena esto último por casualidad?

 

Doblando la cintura y adelantando los brazos ya contrarrestamos bastante la reacción, pero nosotros queremos esquiar de manera depurada y pretendemos aprender la absorción “en condiciones” ¿qué hacemos? Es muy sencillo, sólo tenemos que sentir nuestras rodillas subiendo hacia el pecho y ya, el no va más, sería que notásemos cómo nuestro centro de masas viaja paralelo al suelo - siempre a la misma altura - mientras los esquís pasan por debajo cambiando de canto. El que tenga experiencia en baches podrá transferir esta habilidad a la pista y, si no nos gustan las bañeras, es igual, en la pista lisa es infinitamente más fácil aprender a esquiar, je, je.

 

Como resumen, para evitar las reacciones excesivas de los esquís tenemos que tener tres cosas presentes: esquiar con tacto y suavidad, hacerlo con una posición bastante avanzada de torso y brazos (esto, como es lógico, según a la velocidad y la pendiente por la que vayamos) y, finalmente, sentir nuestro cuerpo sumergido en esas fuerzas externas - principalmente la gravedad - y poniendo los sentidos en el movimiento de las articulaciones de los tobillos y, sobretodo, las rodillas. Habituarse a este tipo de sensaciones es lo único que puede hacernos esquiar con fluidez; las sensaciones, son la única referencia a la que podemos echar mano cuando no hay otro elemento con el que “medir” la eficiencia.

 

Muy buenas huellas

 

Carolo © 2003

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