
Esquiador: Dani Maza
Fotos: Eva Marquès Requena
Nivel: iniciación / ✔ medio / ✔ experto
En más de una ocasión hemos comentado que la evolución del material, los cambios en la geometría de los esquís y la mejora en la preparación de las pistas, más amplias y lisas, han propiciado que nuestro deporte sea cada vez más fácil de practicar y cueste menos evolucionar. Sobre todo la progresión desde que nos iniciamos hasta alcanzar un nivel medio, cuando ya podemos acceder a casi toda el área esquiable de la estación.
Sin embargo, no podemos plantearnos el esquí como un simple medio de desplazarnos de un lado a otro, sin importarnos lo que ocurra bajo nuestros pies. La verdadera esencia del esquí va más allá de la sensación de velocidad que nos proporciona el deslizamiento: está en la ejecución de las curvas, en decidir nuestra propia trayectoria y trazar con precisión cada uno de los virajes, buscando esa velocidad a través de la conducción.
Sentir la reacción de los esquís y utilizarla a nuestro favor, a través del dominio de la técnica.
En esta ocasión vamos a plantear un escenario que a más de uno le resultará familiar. Pero, independientemente de si te sientes identificado o no, su análisis y la manera de corregirlo nos ayuda a todos a entender que, siempre, somos nosotros los que debemos dirigir los esquís y no al revés.
Por eso te preguntamos: ¿conduces… o te conducen?
Incorrecto
Es habitual ver a esquiadores esta situación de final de curva, en la que se evidencia un claro fallo de conducción. El esquí exterior no mantiene la trayectoria y no estamos controlando el viraje, son los esquís los que nos dirigen y no nosotros a ellos.

Se aprecia un exceso de rotación que provoca que el cuerpo descanse sobre el esquí interior, dejando sin apoyo el exterior. Esta falta de presión hace que el esquí “se escape” pendiente abajo. La curva terminará cuando consigamos controlar la situación y no cuando nosotros decidamos.
Nuestras sensaciones tendrán poco que ver con el disfrute, sino más bien con la supervivencia…
Correcto
En este caso, aunque la velocidad sea la misma, se aprecia claramente que mantenemos el control, gobernando en todo momento la curva. Estamos conduciendo el viraje y podremos acabarlo cuando decidamos, al contrario que en la anterior foto.

Nuestra posición es la correcta, ya no existe un exceso de rotación sino todo lo contrario: hay una contrarrotación y una angulación que nos permiten proyectar todas las fuerzas sobre el esquí exterior, lo cual nos dejará terminar la curva con facilidad.
Evidentemente, las sensaciones en este caso son mucho más satisfactorias.
¿Cómo mejoramos la conducción?
Os proponemos dos ejercicios sencillos que ayudan a corregir fallos en la conducción. En ambos casos nos obligan a trabajar sobre el esquí exterior, a esforzarnos para sentir el apoyo y optimizar la posición y los movimientos. Nos ayudarán a entender qué es lo que ocurre y a evolucionar. Bastará con repetirlos algunas veces para notar enseguida cosas diferentes. ¡A por ellos!
EJERCICIO 1
Se trata de hacer toda la fase final de la curva únicamente sobre el esquí exterior, despegando el esquí interior de la nieve y cruzándolo sobre el otro, tal y como se aprecia en la foto. Este gesto -levantar y cruzar el esquí- nos ayuda a mantener la posición deseada. No podremos levantar el esquí interior si nuestro cuerpo no mantiene una correcta contrarrotación y angulación.

Es un ejercicio que centra claramente el trabajo sobre el esquí exterior, que es la sensación que debemos buscar para terminar bien los virajes.
EJERCICIO 2
Es tan sencillo como practicar la clásica posición de derrapaje, dejando deslizar los esquís lateralmente en la línea de máxima pendiente. Debemos adoptar una posición de extrema rotación, exagerada, con el objetivo de romper el eje de las caderas. Vencemos de esta manera el bloqueo de nuestra posición y nos obligamos a perfeccionar el movimiento de contrarrotación, que nos ayuda positivamente a controlar el esquí exterior.

Este ejercicio nos ayuda a entender adónde debe apuntar nuestro cuerpo en el final del viraje. Hay que buscar la pendiente, con la mirada y también con los ejes de los hombros y la cadera.
El derrapaje, además, es un recurso técnico muy necesario, que todo esquiador debe dominar, pues nos será de gran utilidad en situaciones complicadas como pasos estrechos, donde no podamos girar.
