Esquiador: Dani Maza
Fotos: Eva Marquès Requena
Nivel: todos
Más de uno se sorprenderá al saber que una cuestión musical es trascendental en la técnica del esquí. Pero es que el ritmo, sin ser una consideración estrictamente académica, es muy importante para que el esquiador pueda desplegar correctamente su técnica durante la sucesión de los virajes.
Dándole la vuelta a la cuestión: podemos afirmar que, para poder esquiar con ritmo es fundamental llevar una buena posición. De ahí que esquiar con ritmo suponga un esfuerzo y una involucración por nuestra parte a lo largo de toda la bajada.
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, así que observemos con detalle esta secuencia y veamos de qué va la cosa:
En esta sucesión de virajes intuimos cómo el esquiador enlaza todas las curvas de una manera dosificada y fluida. Cada viraje es una repetición del anterior, tanto en el radio de giro como en la intensidad. El resultado es una perfecta simetría de movimientos a lo largo de toda la bajada.
Los gestos técnicos se realizan de manera idéntica en cada uno de los virajes, a izquierda y derecha, ejecutando sucesivamente la misma curva a un lado y al otro. La consecuencia es que el descenso se convierte en un baile sincronizado de movimientos idénticos a ambos lados.
Fijaos cómo iniciamos la curva siempre en el mismo momento y fijaos también en cómo la fase de final de viraje en cada curva es prácticamente idéntica a anterior.
El hecho de “calcar” los movimientos del mismo modo a un lado y al otro de los virajes, es lo que un músico denominaría el tempo. La bajada se convierte en una partitura, una composición musical en la que enlazamos las notas a una velocidad constante, de una manera fluida y ordenada.
El resultado es que obtenemos ese ritmo tan beneficioso para practicar un esquí fluido.
CONSEJO
Un truco para darle el ritmo necesario a vuestras bajadas es… ¡cantar durante el descenso! Os propongo que sea de la siguiente manera: con un tono musical, iremos marcando los tiempos durante la bajada: 1, 2, 3… ¡cambio! 1, 2, 3… ¡cambio! 1, 2, 3… ¡cambio!
Y así sucesivamente.