Técnica: el esquí exterior manda

Cuando esquiamos, el apoyo sobre los esquís no se distribuye siempre por igual. El reparto de presiones varía constantemente, en función del momento de la curva en el que nos encontremos. En la época previa al carving, los esquís sin cotas exigían una técnica muy diferente a la actual, basada en la utilización casi exclusiva del esquí exterior, sobre el cual se cargaba todo el apoyo para mantener la situación bajo control.
Con aquel material eran habituales las caídas por “hacer un interior”, cuando nos apoyábamos más de la cuenta en la pierna interior.

Las pronunciadas cotas del carving facilitaron enormemente la conducción sobre los cantos y, en consecuencia, se pudo utilizar el esquí interior como no había sido posible hasta entonces.
De hecho, la técnica evolucionó en un primer momento hacia el extremo opuesto, hasta el punto de que, en la parte central del viraje, el reparto de presiones se distribuía por igual entre ambos esquís. Con los años se vio que era un planteamiento exagerado y el esquí exterior ha recuperado su protagonismo, pero sin anular por completo al interior como ocurría antes.

Es importante insistir en que el reparto de la presión sobre los esquís no es fijo. Se va modificando según estemos en el momento del cambio de cantos, en mitad de la curva o en su finalización. Pero lo que debemos tener claro es que, una vez hemos hemos iniciado el viraje, el esquí exterior es el que gobierna la situación, tomando cada vez más importancia hasta convertirse en el principal protagonista en la fase final de la curva.
Esto es así con independencia de nuestro nivel técnico; afecta tanto al debutante que efectúa giros en cuña como al experto que conduce sobre los cantos.

Viraje en cuña

Sea cual sea nuestro nivel, siempre debemos distribuir los apoyos sobre ambos esquís para dominar la situación y mantener el control. Es algo que debemos tener muy claro desde el inicio de nuestra progresión técnica. La cuestión está en la proporción de ese reparto.

En este caso, Adrián está realizando un viraje en cuña. El esquí exterior recibe la mayor parte del apoyo y, en consecuencia, es el que gobierna la ejecución del viraje. Evidentemente aplica parte del peso sobre el interior para asegurar el equilibrio, pero gestiona desde el esquí exterior tanto el control del viraje como la trayectoria.

Viraje perfeccionado

Los gestos en un viraje perfeccionado con velocidad son muy similares a los del viraje en cuña. Por supuesto la posición ha cambiado, adaptándose tanto a la velocidad como a la mayor inclinación del esquiador y el diferente ángulo de canteo de los esquís, sobre todo del interior. Pero el apoyo y la gestión del viraje se controlan igualmente desde el esquí exterior.

¿Qué conclusión podemos sacar de esta comparación? Pues que, en cualquier viraje, sea un giro en cuña a baja velocidad o una curva perfectamente conducida, el esquí que manda y gobierna la situación es el exterior.
Solo en la finalización de un viraje y el inicio del siguiente, el interior cobra un mayor protagonismo. En ese momento recibe más presión para convertirse en el ejecutor del cambio… y pasa a ser el esquí exterior del siguiente viraje.