Si lo pensamos, muchos esquiadores (como tantos otros deportistas en realidad) entrenan para ser más fuertes, más rápidos o más ágiles, pocos en cambio 'entrenan' con su mente para vencer sus miedos, superar sus límites, interiorizar los movimientos que deben ejecutar o para entender realmente estos movimientos. ¿Porqué se ejecutan de un cierto modo? ¿De dónde nacen? ¿Cómo evolucionan en cada momento de la curva?.
Centrándonos, almenos por hoy, en la comprensión de la técnica como elemento potenciador de nuestro esquí y llevándolo a un plano más cercano: en demasiados casos nos quedamos con el ‘debo angular más’, sin intentar entender como se forma este movimiento, que finalidad tiene, donde nace o ‘como’ y ‘cuando’ debemos usarlo…
Poco a poco y gracias al esfuerzo de grandes profesionales (como por ejemplo nuestro querido Carolo) esto empieza a cambiar y las masas empiezan a vislumbrar la importancia de la comprensión en profundidad de la técnica y, en líneas generales, del entrenamiento mental en un deporte tan sumamente complejo como el nuestro, pero creo que aún estamos lejos de aprovechar todo su potencial.
La realidad es que si no entendemos el porqué de las cosas no solamente es más difícil hacerlas, sino que también es más fácil ‘olvidarlas’. Es decir, si no entiendo porqué debo hacer un determinado movimiento y como encaja este dentro de mi esquema motriz, si no soy capaz de cerrar los ojos y imaginarlo, no solo desmenuzado y aislado sino también integrado con el resto de gestos que hago sobre los esquís, ¿cómo voy a conseguir que mi cuerpo lo realice correctamente? No solo eso, ¿cómo voy a ser capaz de repetirlo cuando lleve 7 meses sin hacerlo?
Habréis escuchado alguna vez decir ‘Si no puedo dibujarlo es que no lo entiendo realmente’, en nuestro caso yo diría: ‘Si no entiendo lo que debo hacer, ¿cómo voy a conseguir hacerlo?’
Nuestro cerebro es una poderosa herramienta que demasiadas veces no aprovechamos porque, como en tantas otras cosas, no nos damos cuenta de lo útil que resulta hasta que la empezamos a utilizar.
En próximos artículos intentaré introduciros algunas de las técnicas más sencillas para ayudarnos a desarrollar nuestro esquí usando nuestra capacidad mental. Por hoy, me conformo con que os quedéis con la idea de que, el ‘músculo’ más importante para esquiar bien no está en las piernas sino en nuestra cabeza.
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Sam Suarez,
Técnico deportivo superior