Las fuertes lluvias torrenciales de los últimos días apuntan como principal cauda de este este alud de rocas de proporciones bíblicas, que sucedió el pasado 21 de Julio. Esta pequeña estación cuenta (o contaba) con 9 kilómetros de pistas, de las que muchas de ellas ya no existen, a las que se accedía mediante 14 remontes, muchos de ellos actualmente bajo toneladas de piedra y rocas. Uno de los más afectados, tanto por la cantidad de deshechos que han caído como por el coste de la infraestructura, es su telecabina principal. La estación de salida al fondo del valle despareció, y las cabinas aparecieron retorcidas y destrozadas entre las rocas.
Varias máquinas excavadoras se pusieron a trabajar inmediatamente para desenterrar las instalaciones. Por fortuna no se tuvo que lamentar ninguna desgracia personal. Ni siquiera hubo heridos. Los trabajos van bastante adelantados, y en una semana se ha logrado sacar todas las piedras de la base de la estación, limpiar el fango y empezar a reparar las instalaciones. Se espera que se pueda abrir con normalidad el próximo mes de Diciembre, justo cuando comience la temporada de esquí. Los daños se calculan entorno a los dos millones de euros.