Hoy en día las personas realizamos cientos de actividades arriesgadas que aparente, o relativamente, son incomprensibles. Pero lo son en el caso de que busquemos sus límites, o no aprendamos a practicarlas de una manera progresiva y con la ayuda guiada un profesional de verdad.
Sirva el ejemplo conducir. ¿Alguien duda de su peligrosidad? Sin embargo todos conducimos y comos conscientes de que si nos enseñan mediante una evolución coherente, el riesgo real de que nos ocurra algo grave existe, pero es bastante bajo. Todos realizamos acciones peligrosas a diario como ir en bicicleta por ciudad o por carretera, patinete o patinar, bucear, correr por una senda irregular,... por lo que nos hemos habituado a un cierto riesgo que nos hace disfrutar de una vida más intensa.
La diferencia es que a algunas acciones como condudir ya le tenemos respeto, y al esquí sabemos que no, por aquello de que la nieve está blandita, y hemos visto verdaderos trompazos esquiando en los que “nunca” ocurre nada grave.

El esquí muestra y simboliza libertad. Y al no existir ninguna regulación que limite su acceso a cualquiera que se inicie, este sabe que puede subir por cualquier remonte y bajar por cualquier pista. Obviamente esto motiva al esquiador a alcanzar su límite, con el consiguiente riesgo para él, y para los demás, puesto que da por hecho la inexistencia de un gran peligro.
Son muchas las personas sensatas en su vida cotidiana que se desinhiben y sueltan su energía esquiando, ya que perciben que en este deporte pueden vivir emociones al límite sin ninguna prohibición ni apenas riesgo.
La realidad es que prácticamente no ocurren accidentes en proporción a las grandes barbaridades que realizan muchos de los miles de esquiadores existentes, y que esos accidentes se reducirían con un poco de sensatez y paciencia para aprender. Pero esto lo deben implantar no sólo los docentes del esquí, cualquiera.
Resumiendo la realidad. El esquí es un deporte evidentemente de riesgo siempre que alguien lo practique al límite, de manera descontrolada, o que no lo aprenda progresiva y concienzudamente con un profesional.
Por lo tanto, el riesgo no sólo es culpa de la acción o deporte que estemos practicando, sino principalmente de nuestra insensatez.
Avisados estamos.
