Organizar un viaje por tu cuenta es una práctica cada vez más común que requiere cierta dedicación, si no queremos encontrarnos con alguna sorpresa no prevista. Porque, claro, no es lo mismo contratar en una agencia donde se van a ocupar de todo, y de ahí la tranquilidad de dejarlo en sus manos, a planificar un fin de semana, o mejor aún una semana blanca, en la que todo tiene que resultar un éxito.
Aquí mi propuesta de guía de pasos imprescindibles.
1 - El destino. Y nuestro nivel de esquí y el interés por el après-ski.
Si tenemos claro dónde queremos ir ya tenemos el 50% de las decisiones tomadas. Un viaje es un destino, pero hay muchas diferencias entre ir a los Alpes o a Sierra Nevada, a los Pirineos o a Noruega.
Aunque todas las estaciones de esquí tienen en su mapa de pistas variedad de trazados verdes, azules, rojos y negros, es igualmente cierto que las hay en las que predominan las de un tipo u otro. Importante asegurarse de las características técnicas de las pistas de la estación, de los kilómetros esquiables y de la oferta après-ski, se adapta a nuestros intereses. Y todo ello condicionado a nuestro nivel de esquí, de quienes nos acompañan y de cuáles son nuestras intenciones a partir de las 5 de la tarde.
Hay destinos con una oferta après-ski muy extensa y variada en la misma estación, en otros casos hay que desplazarse unos quilómetros si queremos variedad, y las hay en las que la oferta es muy justa. El destino ideal no existe, en todos sobra o falta algo y el après-ski varía en si es más o menos tranquilo, en sus propuestas culturales, en la variedad gastronómica, en el ocio y oferta lúdica, el ambiente nocturno…
2 - ¿Solo, en pareja, con amigos o en familia?
Pues más importante de lo que parece, ya que estrechamente ligada al punto anterior no es lo mismo ir en pareja que con un grupo de amigos. O con la familia. Se hace difícil casar los intereses de un grupo cuando más numeroso sea este. En pareja las decisiones resultan fáciles y rápidas, pero en grupo o familia todo se ralentiza.
Mi consideración: tomar la iniciativa es una ventaja, pero inmediatamente hay que proponer dejando claros los “pros” y los contras. Nadie debería sentirse ignorado en la toma de decisiones, sobre todo cuando los niveles de esquí son diferentes, así como el poder adquisitivo de cada uno.
Lo importante, al final, es pasarlo bien y que el grupo salga reforzado de nuestro fin de semana o semana blanca en la nieve. Si sale bien, el año que viene se repite la experiencia y eso sí que es un éxito atribuible al organizador que, aunque no lleve ese nombre, no deja de ser el que ha tomado la iniciativa y la ha sabido consensuar.
3 - Dónde nos alojamos
Otro condicionante del que dependerá el éxito del viaje. No nos centraremos en la cuestión económica, pues ya la trataremos en el punto número 9. Se trata de tener claro si buscamos la comodidad de un hotel, pero sujetos a unos horarios, o la libertad que nos podría dar un apartamento en ese aspecto. Y segunda condición: ¿Buscamos un pie de pistas que nos permita ser rápidos a la hora de acceder a los remontes? ¿O preferimos alojarnos en el fondo de un valle porque nos compensa en otras cuestiones?
4 - Cuándo. Porque no es lo mismo un fin de semana de enero que una semana blanca en febrero.
Esquiar entre el puente de la Purísima y hasta las puertas de Navidad nos permitirá hacerlo en condiciones económicas ventajosas, pero quizás con no mucha nieve, aunque seguro que de calidad, por qué se trata de un mes frío.
Tampoco es lo mismo esquiar en una semana de enero post-vacaciones de Navidad, en la cual tendremos garantía de buena nieve, no demasiada afluencia en pistas y precios razonables, que hacerlo en febrero en plena temporada alta y con las estaciones llenas de grupos de todo tipo. Por contra, en febrero posiblemente tendremos más nieve, días más largos y temperaturas más suaves.
O en marzo, tramo final de temporada en el cual disfrutaremos de tentadoras ofertas económicas. Y si la temporada ha sido buena en nieve, vamos a disfrutar de los mejores días del año para esquiar. Eso sí, muy posiblemente con nieve primavera.
5 - Desplazamiento, medio de transporte y rutas
El viaje a la nieve empieza en el momento en el que realmente nos subimos al coche, al tren o al avión. Es en ese preciso momento cuando las emociones se disparan y a la vez nos relajamos en la cuestión de los nervios que siempre conllevan los previos al viaje. Se empieza a disfrutar de verdad.
Obviamente, si somos un grupo, ese será uno de los momentos más divertidos. Si podemos ir en una furgoneta para 7 u 8 o 9 personas todavía mejor. Si vamos en avión, porque hay que viajar hasta muy lejos, el viaje toma unas consideraciones mayores. Y si vamos en tren combinando con transporte público, algo que habría que tomar cada vez más en serio si queremos contribuir de verdad a rebajar nuestra huella de carbono, puede ser un viaje algo lento en lo logístico pero más auténtico. Y más de acuerdo con ser un esquiador concienciado.
La decisión, obviamente, queda en vuestras manos, ya que no todos los destinos de nieve lo tienen fácil para llegar en un transporte público que requiere combinar tren, bus y taxi hasta la puerta del alojamiento.
Y un consejo: en coche, mucha prevención con Google Maps. En dos ocasiones he tenido problemas en los Pirineos de Francia, llevándome por puertos de montaña cerrados de noviembre a mayo.
6 - La documentación. Y requisitos médicos si los hubiera…
Tan fácil como asegurarse que si hemos escogido un destino en un país que no forma parte de la UE, hay que tener claro qué requisitos necesitamos (visados, posibles vacunaciones...). Y poca broma con no cumplir escrupulosamente. Según cuál sea nuestro destino podemos tener problemas en el aeropuerto, hasta el punto que nos devuelvan a nuestro país de origen en el siguiente vuelo.
Por ejemplo, hay que tener en cuenta que en las vecinas Andorra y Francia, si vamos con nuestro vehículo, es necesario llevar equipamientos para invierno. O el cambio de euros a otras monedas en caso de viajar fuera de los países de la UE.
7 - El equipaje material duro. Botas, casco, esquís, ropa…
Muy fácil. Tenemos dos opciones: llevar el material encima o alquilarlo en nuestro destino. Llevarlo con nosotros nos hará más operativos y rápidos, pero tienen el condicionante que siempre será incómodo. Y existe el riesgo de daños o de pérdidas.
Alquilarlo es una buena opción, pues permite viajar ligeros, y en los destinos hay material de alquiler de todas las tipologías y precios. Por contra, la opción del alquiler puede ralentizar nuestros movimientos hasta el pie de remonte.
8 - Ver parte de nieve actual y previsión meteorológica.
Imprescindible. Los modelos de predicción meteorológica nos permiten con una fiabilidad cada vez más alta, entre 5 y 6 días antes de marchar de viaje, cuál va a ser la previsión en nuestro destino de nieve. En caso de un panorama ciertamente malo, no horrible, podemos plantearnos posponer nuestro viaje. Difícil si somos un grupo numeroso, fácil si somos una pareja. Fácil si es diciembre cuando tenemos previsto ir a esquiar, difícil si ya estamos en marzo.
Y el parte de nieve. Si la temporada no está siendo muy buena, o ya estamos en el tramo final de la misma, con pistas cerradas y grosores discretos, quizás nos toque improvisar en varios puntos: posponer el viaje, cambiar el alojamiento de un pie de pistas a un fondo del valle, replantear el punto número 7…
9 - El Presupuesto.
Algunos dicen que es el más importante, y otros que ya no es así. Soy de la segunda opinión. Lo aclaro: a día de hoy la oferta es tan variada que, ya sea por agencia de viaje o viajando por cuenta propia, esquiar es en la actualidad bastante más económico que hace 20 años.
Cuanta más antelación en la contratación, mejores precios. Cuanto más tardemos, más altos. Así que queda claro que podremos ajustar nuestro presupuesto y ahorrarnos unos euros si preparamos nuestro viaje a la nieve con tres meses de antelación. Esquiar es cada vez más económico, y hay que tener una visión ancha y no caprichosa a la hora de escoger el destino, o sea, el punto número uno de este desglose. Y a continuación un punto importante para ahorrar gastos imprevistos y quebraderos de cabeza.
10 - El seguro.
Asunto vital. Porque aun estando aquí en el último punto de los 10 imprescindibles, el seguro de esquí es en mi opinión el que nos permite disfrutar de nuestro viaje con garantías, tranquilidad y con la seguridad de que si algo sale mal, cosa que a veces ocurre, podamos afrontarlo con buenos resultados y sin gastos por nuestra parte. Y si no lo usamos, pues mucho mejor, pero eso no la sabremos hasta la vuelta del viaje.
¿Porque, habéis pensado qué pasa si dos o tres días antes de marchar uno se pone enfermo? ¿Y si no llega el equipaje una vez en el destino porque lo extraviaron en el aeropuerto? ¿Si tengo un accidente en pista que requiere evacuación y hospitalización? ¿Qué pasa con mi forfait y mis clases de esquí de una semana blanca? ¿O si soy uno de los accidentados involuntarios de una colisión en una pista negra?
En mi opinión, y después de la experiencia directa de un accidente hace 20 años en Vallter, y otro hace 4 en Soldeu (los gastos de la asistencia en Soldeu, radiografía incluída, subieron algo más de 300 €), no me subo a un telesilla sin un buen seguro.
Si todo va bien, todo son risas, hasta que llega el día que ocurre el percance y en el que si no cuentas con un bien seguro todo van a ser problemas y disgustos. Así pues, nada como ser previsor para que cuando las cosas no vayan todo lo bien que uno espera, por lo menos tengas a quien te ayude en todo desde el minuto 0 de la aparición del problema. No hay que olvidar tampoco que el seguro corre con los gastos de asistencia, rescate, cancelación de viaje, reembolso de forfait, problemas con el equipo deportivo o responsabilidad civil.
Y hasta aquí los 10 imprescindibles para organizar un viaje a la nieve. Creo que no me he dejado ninguno, pero si vosotros lectores echáis alguno en falta, gustosamente lo añadiría como número 11 o lo integraría en alguno de los puntos ya citados.
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