
A todos nos ha pasado: llega la gran nevada de la temporada. Se cumple la previsión meteorológica y el jueves por la noche cae el "paketón". El viernes las estaciones han cerrado de tanta acumulación de nieve, sin embargo para el sábado nos informan que se promete una jornada con todo abierto, nieve polvo, sin viento y solazo.
Tu grupeta de esquiadores está que se sale en el WhatsApp: el plan es subir el viernes por la noche, nos encontramos por la mañana en el parking tal, con los esquís ancho tal y con el objetivo de deslizarnos por tal valle donde nos estará esperando no se sabe muy quién para recogernos en coche e irnos de nuevo repetir la operación en otra pala un poco más apartada. Por la noche, cena en casa de tal para revisar los vídeos. El plan pinta muy bien.
Pero el viernes a las 4 de la tarde nos llega el WhatsApp de nuestra pareja que nos avisa que finalmente el fin de semana tiene libre y que, visto que ha caído tanta nieve, le parece una buena idea lo que le prometiste ese día que la conociste: dedicarle “el fin de semana de su vida”, una escapada nieve-romántica supertop que nunca jamás ha vivido antes. Y todo eso en un romántico hotel en el valle más bucólico de los Pirineos.

¿Qué hacemos? ¿Le decimos que será el otro finde y que este ya lo tienes concertado con tus amigos? Sabes que lo comprenderá y que le será igual ir a la nieve este fin de semana que el próximo. Al final tu pareja es muy de esquí en pista, de bajar azules y rojas bien pisadas más que fuera pistas.
Pero, quién sabe, puede que se lo tome con cierta desconsideración, a pesar de ser una persona muy comprensiva con nuestra afición. Pero hay más cosas; recuerdas que la última vez que te escapaste con tu pareja en un sube-y-baja lo pasasteis tremendamente bien. Y también te viene a la memoria que en la última salida de grupo para ir a esquiar en un puente largo hubo mal rollo y la cosa casi termina mal. Así que... ¿Qué hacemos?
Os explicamos las ventajas y desventajas de subir a la nieve con nuestra pareja o con los amigos/amigas.. ! Vamos allá!
Las ventajas de esquiar en tu grupo de incondicionales, y los inconvenientes de hacerlo con tu pareja
1 • ¿A qué hora quedamos en pistas?
Lo que posiblemente ocurrirá haciéndolo con los amigos. En el grupo de incondicionales no hay discusión. La hora de llegada al párquing de la estación es exactamente 20 minutos antes de arrancar el primer remonte. Son suficientes para abrocharse las botas, tomar esquís, untarse de cremas solares y en todo caso habría margen para decidir si mejor empezar por tal pala o mejor por la canal de nombre curioso.
Lo que posiblemente sucedería yendo con tu pareja. Oye, es mi día de fiesta… ¿No te flipes eh? ¡¿A las nueve menos veinte?! ¡Pero qué dices! ¿Pero estás enfermo o qué te pasa? Mira, otro día te vas tú solito con tu grupeta, pero hoy aguantas que yo me he sacrificado un montón por ti… Por cierto, a las 11 habrá que buscar una TV en algún bar de pistas que quiero ver…

2 • Toca el descenso por una pala o canal de nieve virgen.
Con tu grupo de amigos. Son las 9.20. A escasos metros del retorno del telesilla. Llega el momento de lanzarse por la pala o canal de nieve virgen. Nada puede fallar: la go-pro tiene que estar grabando a tu compañero que se acaba de lanzar pendiente abajo, tu salida también tiene que ser perfecta y los giros todavía más para no fastidiar la grabación a tu compañero que sale tras tuya. Una sincronización perfecta que únicamente se da cuando todos los del grupo saben los puntos fuertes y débiles de cada uno. Todos sabemos quién se lanza primero y quién el último. No hay discusión posible entre camaradas de la nieve.
Con tu pareja. Aparecen las dudas. De los dos, siempre hay uno con más nivel que el otro, aunque sea la mínima la diferencia; entonces… ¿Quién tiene el honor de desvirgar primero? ¿Por qué tu pareja nunca pone la misma pasión en ajustar bien la go-pro como lo haces tú y en lugar de grabarte a ti ha grabado el único avión que se ha visto en todo el día? ¿Qué sucede si uno de los dos se lesiona? ¿En caso de avalancha, se me puede acusar de temerario por llevar a mi pareja a una zona fuera de las pistas?
Y mientras tanto ya son casi las 10 de la mañana y tu pareja sigue buscando, no se sabe que en la mochila, luego ha atendido una llamada, se ve que muy importante vía teléfono, dice que la bota derecha le aprieta mucho el tobillo, que ayer la rodilla izquierda le hizo un tirón, que si la nieve no está tan bien como parecía, que si…

3 • La hora de reponer fuerzas. Comidas, desayunos y...
Yendo con tus amigos. Son las dos de la tarde. Queda poca cosa por desvirgar y el cansancio se nota en las piernas. La adrenalina del día corre por las venas y hay mucha hambre. El plan es llamar a nuestro contacto en la cafetería cota 2500 para que nos vayan preparando unos bocatas y unas pizzas y una mesa redonda con enchufe cercano para recargar las baterías, para conectar un ordenador, pues hay que liberar espacio en las 3 tarjetas de memoria que llevas contigo, y también que tengan en cuenta que…
Con tu pareja. A la una de la tarde: ¿Oye, que ya hemos esquiado un montón, eh? (No se acuerda que hemos parado para ver no sequé en la TV gigante de la terraza cota 1.900…). ¿Comer allí un bocata rápido? Pero qué dices… me prometiste un fin de semana romántico. Venga, ya te lo busco yo en el TripAdvisor y te digo cuál es el mejor en el valle…

Y ahora toca plantear las ventajas de subir a la nieve con nuestra pareja más que con los amigos/amigas.. ! Vamos allá!
1 • La previsión “meteo” no resulta lo idílica que se anunció
La ventaja de ir en pareja. Pues otro desacierto de la previsión meteorológica. El viento sopla con mucha fuerza y en la web de la estación anuncian el cierre de prácticamente todos los remontes. Por suerte estás con tu pareja y os adaptáis rápido a la situación. Queda tiempo de sobras para bajar a desayunar, ya que sirven hasta las 10 de la mañana. Hay margen para hacer el dormilón u otras cosas mientras escuchas el silbido del viento en las ventanas.
Lo que posiblemente sucedería yendo en grupo. El mal rollo se apodera del grupo. Las bromas de algunos compañeros para quitar hierro a la situación no les hace ninguna gracia a la otra media parte del grupo. Decidís subir igualmente a la estación a ver si la cosa mejora, pero la frustración ya se ha apoderado por completo del ambiente. Encima la carretera estaba con hielo y había atasco en curva si curva no. Para más inconvenientes, el bar pie de pistas está a tope y hay que quedarse fuera soportando el viento helado.

2 • Finalmente se abren algunos remontes
La ventaja de ir en pareja. Son las once de la mañana y la cosa mejora rápidamente. Llega el aviso que la estación empieza a abrir remontes y pistas progresivamente. Y las webcams muestran un buen aspecto de la montaña y en un plis plas los dos estáis con las botas puestas y los esquís apuntando a la primera silla. No importa si empezamos por tal o cual pista, lo importante es que ya estáis esquiando mucho antes de lo previsto. Ser pacientes, que en pareja se lleva mejor cuando las cosas pintan mal, ha tenido premio.
Yendo con los amigos. La frustración ha desaparecido, sí, pero sigue la resignación. El grupo ya se ha dividido en tres partes. Uno ha decidido bajar al valle a teletrabajar, otros se han ido a foquear por una pista cerrada y el grupito que resiste junto al bar finalmente consigue empezar la esquiada, pero lo que iba a ser una jornada top entre amigos parece que ya no lo será.

3 • Colapso en pistas, colapso en las carreteras y una magnífica puesta de sol
En pareja. Pues al final la esquiada ha ido muy muy bien. Había gente, sí, pero en las colas nadie se os ha avanzado, es la ventaja de ser dos personas y no un grupo. Y en las sillas siempre había sitio para los dos. Y sin daros cuenta ya son las 5 de la tarde y habéis disfrutado muchísimo y habéis reforzado vuestra relación ante una situación que parecía de agobio.
Ya de bajada había follón en la carretera, pero los dos habéis disfrutado de una puesta de sol espectacular. ¡Menudo atardecer viendo el cielo y la nieve de las montañas anaranjadas! Y encima un mirador a pie de carretera para sacaros, una selfie… Os da igual a qué hora llegar a casa. Menudos recuerdos deja el día.
Yendo en grupo. El grupo más o menos se ha ido reconstituyendo, pero uno se ha añadido con una copa de más, otro viene con cara de malhumorado y otro con un estrés exagerado por recuperar el tiempo perdido. Las palas deseadas ya han sido estrenadas por otros esquiadores que se mueven increíblemente más rápido que vuestro grupo.
Se esquía, se hacen fotos, se intentan hacer unas risas, pero hay algo en el ambiente que delata que no ha sido la mejor salida a la nieve con amigos de tu vida. Y encima, sigue el follón en la carretera porque muchos van sin equipamientos.

Los Pros y las contras
Pues ya lo tenéis. Seguro que en alguna ocasión os habéis enfrentado a situaciones similares a las aquí descritas. Para bien y para mal, esquiar con pareja o con los amigos siempre tiene pros y contras, y es que siempre hay elementos imprevisibles y cada persona es un carácter y una actitud o unas prioridades diferentes.
El artículo, realmente, no pretendía analizar nada en concreto, únicamente describir y compartir situaciones que, en mi caso, me las han contado o las he vivido directamente y que en su día me parecieron divertidas y en otras surrealistas.
¿Y vosotros? ¿Nada que ver con lo aquí descrito? ¿Sois más de esquiar en familia? ¿O solitarios en la nieve?
Si te ha gustado leer Pros y contras de esquiar con tus amigos o con tu pareja, quizás también te interese la lectura de Diez tipologías de esquiador.
