Como es propicio, este pretencioso relato parte del principio, con los partícipes recalando en el aeropuerto para el traslado transnacional rumbo a la Conferedación helvética.
El porteo del bagaje por parte del personal aeronáutico presentó problemas inesperados, con alguna maleta recibida cual Enciclopedia Espasa-Calpe, en numerosos fascículos.
Principalmente, lo que no pasó desapercibida es la providencial precipitación que, unos días antes, hizo acto de presencia, preparando el terreno para las próximas esquiadas.
En paralelo a la nieve acumulada, la portentosa morada que actuó de cuartel general no nos dejó indiferentes, pese a conocer la edificación habitual de la zona.
Pasaré por alto los detalles técnicos relativos a los sitios que visitamos, no sin mencionar las estaciones austríacas de Sonnerkopf, Silvretta Montafon, Gargellen, Bludenz y la liechtenstena Malbun, esta última ya en el viaje de regreso.
Para quien tuviese pretensiones freeriders , se podían encontrar profusamente detectores de DVAs (aka Arvas), siempre suponiendo que el que lo llevase no lo hiciera por puro postureo.
Gracias a los numerosos ski routes , era posible descender itinerarios sin alejarse de las zonas balizadas. Por fortuna, no presenciamos avalanchas, pero sí oímos los trabajos pirotécnicos realizados para asegurar laderas.
Como imagino que a estas alturas no muchos seguiréis leyendo, pero para no poner fotos y nada más, pretended que lo que sigue es un inteligente párrafo con agudas descripciones y yo pretenderé que sigo escribiendo. Bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, sol y frío, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, Austria, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, bla, mucha nieve, bla, bla, bla, bla, bla, mucho esquí.
Pero, por supuesto, durante el período vacacional la provisión alimenticia ha quedado debidamente documentada y consta en este proyecto de report a modo de epílogo.