En el coloquio de Albertville de Noviembre de 2016, Gerard Gautier y Nicolas Coulmy, realizaron una presentación sobre la regla de las percepciones y las emociones en la elaboración de la “performance“en el esquí. (“L’entraineur de ski alpin”, automne 2016).
Todo ello me ha dado pie para reflexionar sobre si la técnica de la excelencia proviene tanto de mensajes, trucos, videos, etc., o del conocimiento del medio y su interrelación con el hombre que lo domina.
Cuando se hace la pregunta a los estudiantes de deportes de invierno porque vuela un avión, las contestaciones son dispares: perfil del ala, diseño aerodinámico, etc.., si preguntamos porque vira un barco, dirán que por el timón... etc. Y si es porque gira un esquí, pues apuntaran que por la forma, el esfuerzo del esquiador, etc.
No es habitual que el estudiante nos responda que el avión vuela gracias a la masa de aire, el barco por la del agua y el esquí por el contacto con la nieve, es decir: por la nieve.
La interacción con el medio, sabiamente manejada produce el desplazamiento del aparato, sea el que sea. Es la combinación del esfuerzo, la presión del esquí o tabla sobre la nieve, la que produce la resistencia a su deformación, y a la vez esta resistencia obliga al esquí a adaptarse. Luego ya tenemos los tres elementos que realizan la trayectoria del aparato: la nieve, el esquí o tabla y el esfuerzo que manda el piloto, el esquiador.
¿Y cómo sabe el esquiador que esfuerzo es el adecuado, el recomendable? ¿Cuándo, cómo y dónde detecta el esa resistencia de la nieve, ¿la ha visto?, si, ¿ pero solamente la nota por la sensibilidad de su planta del pie, de su apoyo sobre el esquí que le dirá exactamente lo que debe de hacer al instante?
La piel del pie contiene la mayoría de captadores de presión del cuerpo humano, los folículos pilosos , corpúsculos de Meissner ( Gerad Gautier “ Les 7 sens du skieur“ ) tocar la nieve, apreciar sus reacciones, su dureza , textura… es el sentido háptico (ver mi artículo , “La motricidad” ) esto es la propiocepción del esquiador. Y es esta la que nos organizará la postura y todas la acciones necesarias para el pilotaje.
No olvidemos que el equilibrio se lo debemos al oído, a los otolitos del oído interno, a su sistema laberintico, que a la vez esta nos da una información del estado de equilibrio, y al mismo tiempo gracias al ruido conocemos el estado de la nieve, y que junto a la visión tanto inmediata como lejana, nos sitúa en la trayectoria .La cabeza actúa como un giróscopo necesario para la estabilidad dinámica. Es en definitiva, esta, la cabeza, la que organiza la trayectoria, la anticipa y ordena el movimiento. Hay que desarrollar, por tanto, una nueva capacidad sensorial, si queremos llegar a la excelencia del esquí.