Macizo del Monte Rosa (Alpes)
Llegamos al refugio, ya tarde para la cena, pero los guardas, muy amables, nos la sirven en la cafetería. Un rato de charla y a la cama. La primera noche a más de 3.500 metros es dificil conciliar el sueño, por lo que dormimos fatal. Para colmo, a las 4 de la mañana empiezan a levantarse los primeros montañeros, que ya no dejan pegar ojo. A las 5:45 nos levantamos nosotros, desayunamos y empezamos a subir por el Glaciar de Garstelet, que aparece totalmente roto por la parte de abajo. Precisamente la salida del refugio es la parte que más cuidado hay que tener con las grietas. La siguiente foto está tomada por la tarde, a la bajada, pero muestra perfectamente el estado del glaciar.
Llegamos a la base del Liskamm y el tiempo es espléndido. Demasiado bueno, diría yo, pues no hay ni una nube en el horizonte. Todavía es temprano, pero la luz empieza a ser dura para hacer buenas fotos.
A continuación se rodea la Pirámide Vincent, con 4.215 metros
y llegamos al Collado de Lis (Lisjoch), a unos 4.200 metros. Desde allí la vista de todas las cumbre del macizo del Monte Rosa es espectacular. De izquierda a derecha vemos la Dufourspitze, (4.634 m), la Zumsteinspitze (4.563 m) y la Signalkuppe (4.556 m).
En la siguiente vemos la Signalkuppe y la Parrotspitze (4.436 m)
Esta última era nuestro objetivo en un principio, pues tiene una arista final muy bonita, pero uno de los compañeros de la cordada, Miguel, tuvo problemas de aclimatación a la altura y empezó a sentirse mal. Era el que menos se esperaba, pues Miguel tiene una fortaleza impresionante, como pocos que yo haya conocido en la montaña. Así que mi sobrino y yo decidimos subir la Ludwigshöhe, de 4.341 m. Era un poquito más baja, pero su ascensión fue igualmente gratificante. Las vistas desde la cumbre eran extraordinarias. La primera es del Corno Nero (Schwarzhorn), de 4.322 m.
La segunda es una panorámica desde la cumbre, con la Pirámide Vincent, el Corno Nero y el Liskamm.
A la bajada, me acerqué un poco a las grietas que hay debajo de la Parrotspitze.
Una vez hecha la cumbre, recogimos a Miguel y bajamos de nuevo al Refugio, donde cenamos y pasamos la noche. Al día siguiente vuelta hacia el Passo dei Salati, también con bastante nubosidad. Al bajar nos encontramos con un helicóptero, que imaginamos que sería de rescate.
En el camino al refugio hay varios pasos delicados, protegidos con cuerdas fijas, para evitar peligros.
Con el objetivo cumplido, aún nos quedaba un día, en el que yo tenía pensado hacer la travesía del Vallée Blanche, desde el Refugio Torino hasta l´Agulle du Midi. Así que nos fuimos hacia Courmayer y cogimos un funicular, que te deja unos cincuenta metros por debajo del refugio, al que hay que subir por unas escaleras bastante empinadas. Cuando llegamos había muy mal tiempo, con visibilidad cero. En un momento abrió un poco el cielo y nos permitió disfrutar de unas vistas excepcionales del macizo del Mont Blanc y del Dent du Géant (Diente de Gigante).
A los veinte minutos, el cielo se volvió a cerrar y empezó a nevar. No paró en toda la noche y por la mañana, cuando nos levantamos, seguía nevando y con una fuerte ventisca, por lo que no tuvimos más remedio que bajarnos al valle. Es lo que tiene la montaña: unas veces te deja subirla y otras no. Como ya era sábado, nos volvimos a Bérgamo, para salir al día siguiente en el vuelo de las 6,25, que nos trajo de vuelta a Málaga, cansados, pero muy satisfechos. Espero que os haya gustado.