Nivel: para profesionales
Se habla mucho últimamente sobre los conflictos que están creando las titulaciones de los instructores y, por ello, me voy a permitir el lujo de no hablar hoy de aprendizaje ni de sensaciones, sino de los profesores y su formación.
Desde mi perspectiva privilegiada del que vive fuera y ha conocido diferentes organizaciones docentes para la formación de profesores, me permito hacer aquí una reflexión dirigida a todos los que están involucrados en la formación en España. Para ello usaré una anécdota de 1994 cuando yo vivía en Austria, cuna del esquí alpino, y lugar donde los directores de escuela entrenan a sus profesores y los presentan a los exámenes cuando los encuentran suficientemente preparados.
Dije al director mis intenciones de hacer su Diploma e, inmediatamente, como su escuela no contaba con la infraestructura necesaria para entrenarme, me colocó en los cursillos de la escuela vecina (la de la competencia) donde tuve la suerte de ser preparado, cinco días a la semana, por demostradores austriacos de primerísima línea como Bernard Preggenzer o Franz Joseph Geiger. Por si fuera poco, me asignaron una profesora particular de alemán para que perfeccionase el idioma y, cuando le pregunté al director cuánto me costaría todo aquello me dijo ¿Cuánto? Nada Carolo, tú, aunque aquí seas novato, eres un compañero, un colega de trabajo; no necesitas tener nuestro diploma para ser ya uno de los nuestros, y por eso no tienes que pagar nada.
La lección que podemos extraer de esta historieta es, principalmente, que allí todos se consideran en el mismo barco, sin distinción de escuelas, niveles, nacionalidades ni títulos. Ellos están allí para vender un producto - el esquí - que conocen y que aman, y están más preocupados de colaborar con sus colegas y beneficiarse todos – yo gano, tú ganas - que de pisarles el cuello y robarles un trocito de terreno.
A vosotros, los que os esforzáis para mejorar profesionalmente y algún día estaréis formando profesores o cortando el bacalao de esquí, os pido que recordéis esta historia que os cuento, y que dejéis de lado los egocentrismos, las avaricias y las revanchas. Dedicaos a esto si amáis el esquí o, al menos, procurad hacer grande el esquí – con inteligencia, con vista, no con miopía ni con malicia - porque así todos creceremos; luchad por mejorarlo que de ahí es de donde sacaréis los mejores dividendos y, creedme, he trabajado al lado de los mejores, y si pensáis que en esto se gana fama o dinero, me parece que os habéis equivocado de trabajo. Un oficio como este sólo puede desempeñarlo bien el que lo hace, principal y fundamentalmente, por puro y desinteresado amor al arte.
Buenas huellas dejéis, allí por donde paséis
Carolo © 2003