Pues yo, en el puente de la Inmaculada del 2000 fui a Sierra Nevada con la familia a ver por primera vez en mi vida la nieve. Bueno, en realidad, por segunda, porque ya nevó en Cáceres cuando estudiaba alli en el 87, pero menor cantidad, claro.
Así que tiré de un trineo y de unos niños por la Plaza de Andalucía y ahí se acabó mi incursión, hasta 3 meses después. Animada por mi marido, que es un gran deportista, fuimos al albergue a recibir un curso de 5 días, aunque 2 de ellos la estación cerró por viento.
No sé si tenía más miedo o mas ganas de aprender, pero me llevé esos dos días subiendo y bajando una rampita que había en el lateral del albergue (a mi me parecía enorme), para intentar aprender a girar en cuña. (y ni por esas).
La segunda pilona de la pista de principiantes, me parecía los tajos del veleta. Se llegaba a ella en una percha. Ahora, la sustituye un telesilla y hay que subirse la pista entera.
Y hasta hoy ha sido mi mayor fuente de ilusión y de felicidad.
Todos los años (los tres años, claro), tomo clases en varias ocasiones.
Me gustan las pistas rojas y la velocidad. Pero como no me fío mucho de mí, voy un poco tensa...
Me hizo mucha ilusión, un comentario del jefe (P. Nevasport) en una cena el mes pasado, pues me dijo que había mejorado mucho la posición. (menos mal, por otra parte).
El año pasado disfruté de un pase de temporada. Y espero en esta disfrutar del esqui, al menos, la mitad de los fines de semana de la temporada.
Y por qué no, aventurarme algún día con el snow.