Cita
ClarklitosTotalmente deacuerdo con Carolo.
Solo te ha faltado una cosa... y es el resultado final de todo lo que has hablado...
¿Cual será?
Ni idea, juas, juas, yo no soy adivino, je, pero igual no habría que preocuparse tanto del futuro como del presente, y el presente es ya, objetivamente, un desastre.
Esto, como digo, ha pasado en España en general, al menos en el sur de donde yo soy: nos creíamos que la gente, los turistas, los guiris, etcétera, iban a estar eternamente dejándose los dineros aquí a cambio de unos servicios muchas veces mediocres y de un entorno, cuando menos "incómodo".
¿Incómodo? dirán algunos.
Uno no se da cuenta porque vive aquí y se ha ido "adaptando" al entorno, pero váyanse unos meses a vivir (a vivir, no de vacaciones, que es distinto) a otros lugares y luego vuelvan. El shock es increíble.
Lo primero, los precios. Cuando yo vivía en Austria en los 90, por poner un ejemplo, era carísima comparada con España; hoy es en casi todo más barata y, los más importante, aparte de que allí se gana mucho más, los servicios son, en general, mucho mejores; al menos se tiene la voluntad de que sean mejores. Un café en Sölden vale lo mismo que en Borreguiles, la diferencia es que allí te lo sirve un camarero profesional en tu tacita, con tu platito y una galletita, y aquí te lo tienes que coger tú en un vaso de papel tras una cola, y dejarlo a la mitad porque es un brebaje intragable de polvillos mezclado con agua templada... ¿Exagero?
Lo segundo, la inseguridad... nosotros nos acostumbramos en seguida a ella (juas... yo soy de Málaga nada menos, y me he criao en la calle... ya les digo...) pero la gente de fuera o el que vive en lugares más seguros no lo acepta tan fácilmente. Cualquier guiri llega y, aparte de los prejuicios que ya pueda traer, ve lo que se ve por las calles y lo que se lee en los periódicos y se queda acojonado. Basta con que tenga un mínimo percance para que se largue para siempre. Igual a nosotros no parece para tanto, pero, insisto, a ellos sí. Tengo varios buenos amigos finlandeses que viven aquí desde los sesenta y setenta (son más de aquí que yo mismo, juas) y se están yendo a otros sitios (Costa Rica, el Adriático...) ¡Incluso se están volviendo a Finlandia! ... es solo un ejemplo para reflexionar...
Lo tercero, el incivismo general, en especial la suciedad (de Tercer Mundo en Sierra Nevada, remito a los varios reportajes que se han publicado aquí y, si no se fían, hagan una simple visita a la estación mirando al suelo...) y el ruido. No juzgo nada, allá cada cual con su sentido de dónde empieza a molestar a los demás, pero en cualquier país del centro o norte europeo te meten como mínimo 300 euros de multa por pitar sin una razón justificada o por ir con la música a todo volumen... No digo nada de tirar cosas al suelo o de que las constructoras dejen los escombros en medio de la calle sin que las autoridades no hagan nada (más que llevarse los coches que les resultan más cómodos con la grúa, eso sí, cuasi religiosamente).
No nos debemos olvidar de la poca voluntad general de hacer las cosas bien y de dar un buen servicio... en Sierra nevada, quizás esté "explicado" (que no justificado) por ser un lugar "de temporada" que invita a la cultura del pelotazo y al "si te he visto no me acuerdo", pero no podemos negar que es una constante en nuestra cultura de los últimos años: la improvisación, la ley del mínimo esfuerzo, el pensar que los visitantes y los clientes son tontos por no ser "locales" y el consiguiente abuso de esa situación "de poder". .. Un paseíto por cualquier lugar turístico nos puede ilustrar con mil ejemplos a cada paso que demos.
La gente le echa la culpa de todo esto al Euro, al gobierno, a los americanos y al Sursum Corda, pero lo triste es que la culpa es sólo nuestra. Hemos desarrollado toda una sofisticada dialéctica para justificar todo lo que cuento arriba, incluso para declarar que no nos importa un huevo pero, el hecho, es que la gente no quiere gastar dinero en sitios así. Ése es lo que está pasando y, señores, no podemos sustraernos a eso, vivimos lo queramos a o no del dinero que los demás gastan con nosotros, al igual que ellos viven del que nosotros nos gastamos con ellos.
Las sociedades no evolucionan por la cara; evolucionan con la voluntad de hacerlo, con el esfuerzo individual de cada uno y con la suma de los esfuerzos individuales de cada uno. Cada vez que se justifica lo que pasa y cada vez que se mira para otro lado se está minando y retrasando esa evolución y esa mejora. Así, cuando vienen los tiempos de vacas flacas, las consecuencias de todo esto empieza a notarse: las sociedades sólidas resisten y las débiles sufren más.
Los resultados los estamos viendo desde hace ya rato y, de mil maneras, tratamos de cerrar los ojos para no reconocer la parte de culpa que nos toca: los tradicionales estudiantes extranjeros de español, que eran miles en mi ciudad, se están yendo a Hispanoamérica, los residentes de las costas a sus casas o a otros países, el turismo tiende a ser de tour-operador barato, las empresas no se fían de invertir y, en Sierra Nevada, que es de lo que estamos hablando, no queda ni el tato como cliente habitual. Son solo unos ejemplos, claro...
Así que, lo que yo creo, es que (aunque sea una labor de años en algunos casos) hay que ser más exigentes, sobretodo con esos problemas que he citado recurrentemente: Incivismo (suciedad, ruido, ausencia de respeto generalizado a las normas de todo tipo), inseguridad (trapicheos nocturnos, rapiña generalizada en los bares, accidentes en pistas, circulación caótica), servicios mediocres (hay que evitar ir a los sitios cutres) y, por supuesto, cada uno tiene que ser también exigente consigo mismo, con el trato que de a los demás y con su comportamiento. Todo esto suena muy antipático y muy lo que ustedes quieran, pero es la única manera. De hecho, son mil los ejemplos de personas y negocios que son verdaderamente excelentes en Sierra Nevada (aunque los pobres estén casi como predicando en el desierto)
Y creo que todos los problemas que he contado se resumen en algo muy de nuestra idiosincrasia, y es que todos tendemos a creernos más listos que los demás, por eso nos permitimos el lujo de ser incívicos y de abusar de mil maneras, diciendo luego, cuando vienen mal dadas, que cada perro se lama su propio rabo... Así nos va.
Solo sé que Sócrates no sabía nada, o algo así era