Del snowcat cuelga una cuerda. Y bien sujeto a ella va amarrado un abuelo de 75 años que, en sus esquís, es arrastrado por la máquina mientras él controla que todo esté en orden. El hombre sonríe. Canta mientras la máquina desafía la pendiente. El abuelo va feliz, entre otras cosas, porque él es el propietario del que debe ser el centro más insólito del mundo. Sino el que más, al menos uno que ha ganado fama por ofrecer sólo catskiing y bajadas con sugerentes nombres, como la Sonrisa del Tigre o el Triángulo de las Bermudas. ¡Glup!
La historia de Toni Sponar (un Quijote de la nieve) es singular. Nació en Graz, Austria, y toda su infancia la vivió en un pueblo cercano donde su padre dirigía un colegio. Cuando tenía 21 años, sus padres murieron en un accidente de moto y entonces decidió partir a Canadá a estudiar hostelería en el Chateaux Lake Louise. Al ingresar, le ofrecieron trabajo en la extinta Canadian Pacific Airline, pero entremedio había hecho un curso de instructor de esquí, así es que ya no hubo vuelta atrás.
Toni se hizo profesional. Trabajó en Canadá, Vermont, Michigan y Austria. Finalmente en Aspen. En 1961 es contratado por Portillo, centro en el que trabajó más de veinte temporadas. Luego partió como gerente general de Los Penitentes, Argentina, al otro lado del Paso Los Libertadores. Poco después, el millonario Arturo Scalise lo contrató para que buscara el mejor lugar para construir un nuevo centro de esquí. Toni buscó desde San Juan hasta Bariloche en Argentina. Y, ante la magnitud de todo, el propio Scalise desistió. Pero Toni no. Se ha obsesionado con el titánico proyecto y gracias a un amigo que había trabajado en una mina, da con El Arpa. No le gusta. Luego toma un vuelo desde Mendoza a Santiago. Corre 1981, un año muy seco y, desde la ventana del avión, Toni se da cuenta de que el único lugar con nieve es el Valle del Arpa. Una notable historia está por comenzar.
el número de aficionados que encontrarás cada día. Todo el powder 'sólo' para unos pocos afortunados. |
En ningún otro parte del mundo, dice Toni, se tiene una vista de la cordillera tan impresionante. Ahí están los Andes en su máxima expresión, con grandes cerros como el Mercedario y el Aconcagua justo al frente tuyo.
Esperanza hay. En los últimos años las cosas han comenzado a cambiar para Toni. Tras unirse con Santiago Adventure, la empresa de Brain Pearson, El Arpa ha comenzado a popularizarse entre los extranjeros que llegan a Chile a esquiar. Es por eso que Toni ha comprado otro snowcat y ya piensa en comprar otro para tener un parque de tres vehículos.
¿De dónde saca fuerza el abuelo? Toni responde: “De mi familia, de amigos, como Brian Pearson. Aparte está mi composición genética: mi abuelo murió con 90 años y nunca vio a un médico. Creo, en todo caso, que es porque me inspira la naturaleza. En El Arpa ves cóndores, guanacos, zorros. Y, cada tarde, cuando el sol se pone abajo en el Pacífico y el cielo cambia de azul a rojo brillante, pienso que éste sí es mi lugar. La fuerza está en las montañas”.
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