En 1949 abrió Squaw Valley con un telesilla doble, un telecuerda y un peequeño hotel de 50 camas. Hoy la estacion atrae a unos 600.000 esquiadores del año y es uno de los destinos preferidos en el país norteamericano.
Nacido en Nueva York, y ejerciendo de abogado, viajó hasta lo que mas tarde sería la estacion de esquí. En esos tiempos, el esquí era un deporte de élite solo al alcance de unos cuantos, pero el presentó un proyecto que muchos tildaron de locura: Llevar el esquí a todas las capas de la sociedad.
Pero su mayor hazaña fué quizás la de traer las olimpiadas hasta su estación de esquí. En un momento en que ya estaba prácticamente adjudicada a Innsbruck, Austria, se plantó en 1955 en París, con un modelo enorme de su estación de esquí, pese a que Squaw Valley apenas tenía un puñado de pistas servidas por un telesilla doble, el telecuerda y su pequeño hotel de 50 habitaciones. Lógicamente, todos pensaron que estaba loco, pero los convenció.
Fueron las primeras olimpiadas de invierno televisadas, y que por tanto, pudieron ver millones de personas. “Cuando esas Olimpiadas de invierno vinieron a Squaw, el mundo entero quiso ver que había en Lake Tahoe”, afirmó un allegado suyo, “Cushing se convirtió en un empresario legendario en el desarrollo de la industria americana del esquí”.
Siguió el modelo de las mejores estaciones europeas, y construyó zonas de descanso, piscinas, y permitió que la gente se alojase a pie de pistas, en lugar del valle (curiosamente, ahora se trata de hacer la revés en general). Además, trajo la tecnología más moderna en remontes. Con todo, gente sin tanto poder adquisitivo, empezó a poder acceder a 'ese deporte que se practicaba en la nieve', solo al alcance de unos pocos privilegiados.
En 1999, Cushing abrió el primer Funitel de los Estados Unidos (un remonte especial que puede funcionar con vientos de hasta 90 mph), el tercero de su clase en todo el mundo.
Pero al mismo tiempo, Cushing no estaba alejado de la controversia. Según la prensa, se puso a los ecologistas y políticos en su contra con sus excesivas ampliaciones de dominio. Aún así, en una época en que la mayoría de grandes estaciones de esquí están controladas por grandes corporaciones, el logró mantener el poder de su estacion y estuvo prácticamente implicado en el funcionamiento y decisiones de las instalaciones hasta su muerte.
En la zona, se dice que Alex Cushing era el último de los empresarios con corazón y alma de esquiador, y que siempre pensaba primero en los esquidores.
Curiosamente, Alex Cushing, como el bien decía, apenas sabía esquiar más que bajar las pistas como buenamente podía.