Como viene siendo habitual todos los años, el Presidente de Francia Emmanuel Macron ha pasado un par de días esquiando en Grand Tourmalet, la estación de esquí que tiene de referencia, ya que allí aprendió a esquiar y pasó la mayoría de sus vacaciones escolares.
Este año en cambio lo ha hecho solo, sin su mujer, y manteniendo un perfil más discreto por los índices de popularidad por los suelos y pocos días después de que pretendiera meter a toda Europa en la guerra de Ucrania proponiendo el envío de soldados.
Si en otras ocasiones se dejaba fotografiar con su mujer en algún telesilla comiendo en uno de los restaurantes de altitud, en esta ocasión ha preferido perderse entre los miles de esquiadores que este fin de semana llenaban las pistas de Grand Tourmalet tras las recientes nevadas.
Macron aprovechó un hueco en su agitada agenda, entre la inauguración del Salón Agrícola de París y su comunicado sobre la guerra en Ucrania. Tras inaugurar el jueves la villa olímpica y paralímpica, el propio presidente se fue el viernes hasta las pistas de Haute-Bigorre.
Pese a que no hubo comunicado oficial (en la web de presidencia anuncian 'agenda ocupada') ni baño de masas ni evento alguno, las redes sociales sí que dieron alguna cuenta de la estancia de Macron por las pistas.
Llegó el viernes, esquió el sábado, y el domingo estaba de vuelta en París, acosado por la oposición que denuncia la “incompetencia” del ejecutivo, por los chalecos amarillos, y por las recientes filtraciones en que se ha descubierto que envía misiles a Ucrania camuflados en Audi Q7 que atraviesan las autopistas de media Europa.
Emmanuel Macron, convertido en el nuevo villano de Europa.