Cualquier Presidente de la República de Francia hubiera escogido alguna de las glamourosas estaciones de los Alpes para ir a pasar sus vacaciones de Navidad. Pero Emmanuel Macron, actual máximo mandatario de nuestro país vecino, prefirió las veteranas pistas de La Mongie para ir a esquiar. Y es que fue aquí donde empezó a dar sus primeros pasos en la nieve y le trae buenos recuerdos. De hecho unos meses antes, en Abril de 2017, ya pasó aquí uos días en plena campaña de elecciones presidenciales.
Sus abuelos por parte de su madre, provienen de un pequeño pueblo situado en Bagnères-de-Bigorre, Montgaillard, no muy lejos de Tarbes. Allí están enterrados parte de su familia, y en ese luga aprendió a caminar, a pescar, a jugar al rugby, y en sus montañas, a esquiar.
El 12 de Abril del año pasado, en plena campaña para las elecciones presidenciales del día 23 de ese mismo mes, decidió pasar un día por la estación del Grand Tourmalet. Ese día las pistas ya estaban cerradas y se dedicó a visitar a algunos amigos y explicar su programa electoral para proseguir luego hasta la localidad de Pau. La imagen de ese día que dio la vuelta al mundo, fue la de la pareja Macron y su mujer Brigitte sentados en un telesillla. Fue una bocanada de aire fresco para una campaña que hasta entonces estaba resultando algo amarga y tensa.
En Navidad volvió. Esta vez para esquiar. Se paseó por el Pic du Midi, y subió al L'Ètape du Berger, un restaurante de altura regentado por un viejo colega de Macron, al que solo se puede acceder esquiando, o en snowcat. Excepcionalmente se permite tomar el telesilla de Bearn para los peatones que tengan reserva, siempre y cuando vayan correctamente abrigados para montarse al remonte. En la silla número 158 de ese aparato se subió la pareja en Abril, y volvieron a hacerlo en Navidad pero en la número 6, para acceder a este local familiar situado en mitad de las pistas, a 2.146 metros, junto a la mítica carreteta del Tourmalet que en invierno está cerrada al tránsito para convertirla en pista de esquí.
Los responsables de Grand Tourmalet quisieron rendir un homenaje al personaje más ilustre que ha visitado sus instalaciones, y porque no, aprovechar el tirón mediático para hacer un poco de marketing. Así que encargaron a un tapicero local, especializado en la restauración de asientos para coches antiguos, que decorara la mítica silla nº6 del Le Bearnais. Para este profesional del cuero no era la primera vez que le pedían algo así. En ocasión de la visita del Papa a Lourdes, realizó un asiento especial para el máximo pontífice.
La silla nº6 del Le Bearnais luce desde este año con asientos tricolor, azul, rojo y blanco, así como las barras de los mismos colores.
