Aproximadamente el 80% de la energía eléctrica que se consume en Andorra tiene que ser importada de España y Francia porque la central hidroeléctrica de Encamp y los saltos de agua apenas llegan al 20% de las necesidades energéticas del país.
Aún así los precios están contenidos al considerarse la electricidad un bien estratégico. Se calcula que en general está a un tercio de lo que cuesta en Francia o España. Para lograr eso tanto la FEDA (compañía eléctrica estatal) como el Gobierno, han de asumir una parte de la factura.
Así que ante un invierno se presume duro en Europa por los precios de la electricidad, el Gobierno de Andorra pidió a los principales consumidores que tomaran medidas para tratar de reducir el gasto. Y las estaciones de esquí en invierno, son las que más gastan.
Ayer viernes se reunieron representantes del Gobierno, de FEDA y las estaciones de esquí. El objetivo puesto sobre la mesa es de una reducción del 15%. Las empresas que gestionan las pistas en Andorra, todas ya dentro de Grandvalira Resorts se comprometieron a llegar a ese porcentaje como mínimo.
No hubo una firma de convenio. Es un acuerdo verbal sin obligación por ambas partes, pero las estaciones de esquí recordaron que ya han tomado medidas para modernizar las instalaciones con sistemas de eficiencia energética, y que se toman otras medidas a parte como cerrar pistas paralelas en días de menor afluencia, y que si fuera necesario se reduce la velocidad de los remontes en jornadas de poco tráfico de esquiadores.
Un caso a parte es Ordino Arcalís. La estación de las Valls del Nord produce más del 100% de la energía eléctrica que necesita gracias a recursos propios. Hace unos años construyó junto a la distribuidora Electricidad Nord Andorra de la Massana, una pequeña central hidroeléctrica capaz de producir más de 2 millones de kilovatios/año. La instalación se nutre del agua de los estanques de Creussans y Tristaina.
Hay que recordar que la subida de precios de la electricidad se venía observando desde 2021. La guerra en Ucrania ha acelerado e incrementado la crisis. Por eso ya el año pasado tanto el Gobierno como la FEDA decidieron mantener el precio congelado que ya se venía aplicando desde 2020 para ayudar a los particulares y empresas a superar los problemas de la Pandemia. Y esta medida de momento se ha continuado en 2022 y parece que seguirá en 2023.
Esta situación de contención se logró gracias a los convenios que se han firmado con la francesa EDF y la española Endesa. Ambas compañías mantienen un precio fijo que no cuenta las fluctuaciones de precios en el mercado.
El resultado es que, según la propia ministra usando datos de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, en 2020 la luz era un 68% más barata que en España y un 43% más barata que en Francia. Si la comparamos con la media europea, estuvo un 58% más barata. No obstante, igualmente FEDA tendrá que asumir un coste mayor igualmente por la electricidad importada, lo que le supondrá una erosión en los beneficios de los próximos años. Algo no obstante que le es asumible gracias a su solvencia y sus cuentas saneadas.