El Great Salt Lake acaba de marcar esta semana su mínimo histórico. Nunca había estado tan falto de agua como este verano. El nivel máximo de agua está ahora en unos 4190,1 pies (1.277,14 metros). El récord anterior se marcó el año pasado con 4190,2 pies.
Los niveles de agua continuarán disminuyendo a lo largo de estas semanas hasta que llegue el otoño, lo que indica que probablemente se volverá a registrar un nuevo récord. Se empezaron a tomar registros a principios del siglo XX, y desde entonces el nivel ha bajado unos 11 pies, es decir, 3,3 metros.
Lo irónico de caso es que se empezó a controlar los registros porque cíclicamente el lago se desbordaba y provocaba daños a la población y la agricultura. Se tuvieron que colocar varios aparatos que bombeaban agua del lago para evitar las crecidas. Poco duró aquel sistema, porque tan solo 10 años después de colocarlas quedaron sin servicio después de que el Great Salt Lake dejara de crecer por el efecto humano.
La región que rodea el enorme lago está llena de poblaciones, con Salt Lake City como ciudad más grande. La que es capital del estado de Utah, y la zona urbana conocida como Wasatch Front tiene una población de 2,3 millones de habitantes, y creciendo fuertemente. Es gente que ha ido llegando a esta parte de los Estados Unidos atraídos por los bajos precios de la vivienda, e incluso de la vida, entre ellas el agua.
Pero con los años, lo que era una pequeña población situada junto a un poco atrayente lago salado, fue creciendo hasta convertirse en una gran ciudad. Fue posible, además de por el precio de la vida en esa zona, y por un gran efecto hidrológico. La nieve que cae en las montañas al este de Salt Lake City alimenta tres ríos: el Jordan, el Weber y el Bear. Todos ellos proporcionan agua a las ciudades y pueblos del Wasatch Front, así como a las tierras de cultivo cercanas, antes de desembocar en el Gran Lago Salado.
Hasta hace poco, ese sistema hidrológico contaba con un equilibrio delicado. En verano, la evaporación hacía descender el lago casi 60 centímetros; en primavera se rellaneba tras derretirse el manto de nieve de las montañas que acogen estaciones de esquí como Park City Mountain Resort o Deer Valley Resort. Esa nieve, conocida como "Greatest Snow on Earth" es la que ha permitido modelar esos complejos invernales para acoger esquiadores de todo el país e incluso de otros desde Europa, Asia o Oceanía.
Ahora, dos cambios están desequilibrando el sistema. Uno es el crecimiento explosivo de la población, que desvía más agua de esos ríos antes de que lleguen al lago para regar los cada vez más extensos cultivos, para mantener los enormes campos de golf (algunos con más de 100 agujeros) y por supuesto, dejar muy verdes los jardines de las casas de los residentes.
El otro es el aumento de las temperaturas, ya sea por el cambio climático como por la presión de la población, sus coches, sus aires acondicionados y en general la polución. Todo esto hace que una mayor cantidad de nieve se transforme en vapor de agua, que luego escapa a la atmósfera en lugar de convertirse en líquido y correr hacia los ríos. Más calor también significa una mayor demanda de agua para el pasto o los cultivos, lo que reduce aún más la cantidad que llega al lago.
Y un lago que disminuye, significa menos nieve. Cuando las tormentas pasan por encima del Great Salt Lake, absorben parte de su humedad, que luego cae en forma de nieve en las montañas. Un lago en vías de desaparición está poniendo en peligro ese patrón y es gran parte de la razón por la que las nevadas están disminuyendo en muchas estaciones de esquí de Utah.
Otra causa es la calidad de la nieve. Al haber menos agua, la salinidad del Great Salt Lake es de hasta el 27%, en comparación con el Océano atlántico que es del 5%. Pero la falta de agua está cambiando ese porcentaje y está reduciendo los minerales y nutrientes que tan famosa hace a la nieve de Utah.
Comparativa tomada por satélite del Salt Lake City en 1987 y 2021
Pese a que todo esto se conoce, se ha estudiado medido y dado a conocer, no se está haciendo nada.
Es más, se sigue incentivando el uso de más agua. Por ejemplo, la gran mayoría de la población del Wassatch Front vive en casas, todas ellas con su jardín que debe estar bien cuidado. Si algún vecino se siente sensible con el medio ambiente y decide no regar su césped, eliminarlo o cambiarlo por otro tipo de plantas que necesite menos agua, es denunciado por la comunidad. Todos los propietarios están obligados a tener su patio verde, sino quiere ser pasto de la justicia popular y sus demandas.
Otro ejemplo del incentivo a gastar agua es el precio. Utah tiene uno de los costes por galón (la medida del volumen de un líquido en Estados Unidos) más barato del país. Esto hace que sea una de las 'ciudades de desierto' en Norteamérica que se consume más agua. En concreto, según un informe federal del año pasado, 96 galones por persona por día (363 litros), en comparación con los 78 galones de Tucson y los 77 de Los Ángeles. A este ritmo alcanzará a los Emiratos Arabes Unidos, un país donde todo es desértico y se consume 132 galones (550 litros) por personas/día. Por hacer una comparativa, en una ciudad turística como Barcelona este consumo es de 116 litros
Las soluciones para evitar que al Great Salt Lake le pase como al Mar Aral, que se desecó también por la acción humana, no pasan por incentivar el ahorro de agua sino... ¡por traer más!. Hay proyectos locos como el que quiere construir un acueducto que atraviese las montañas y el desierto con líquido del Océano Atlántico. Pero en general se espera que la sequía que llevan arrastrando ya más de una década se acabe y les rellene el lago. Algo que difícilmente ocurrirá y que si así fuese, los expertos aseguran que será un espejismo.
El gran crecimiento horizontal de las ciudades acelera el uso del agua del lago que cada vez está más lejos de la orilla
No es la primera vez que los estadounidenses han exprimido un lago hasta dejarlo seco y luego se han largado a otra parte.
A principios del siglo XX, Los Ángeles crecía y se quedaba sin agua rápidamente. Así que compró terrenos a lo largo del río Owens y construyó un acueducto que desviaba el agua del río 370 kilómetros al sur, hacia la ciudad costera.
El río había sido la principal fuente de agua de lo que antes era el lago Owens, que cubría más de 259 kilómetros cuadrados. Secaron el lago sin ningún problema. Hoy apenas quedan 50 residentes en la zona y durante gran parte del siglo XX aquella tierra fue la peor fuente de contaminación por polvo de Estados Unidos, según un estudio realizado en 2020 por las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina.
Cuando las tormentas de viento azotan contra el lecho del lago seco, levantan partículas de 10 micrómetros o menos (PM10), que pueden entrar hasta los pulmones al ser inhaladas y que se han relacionado con el empeoramiento del asma, los ataques cardiacos y la muerte prematura. La cantidad de PM10 en el aire alrededor del lago Owens ha sido hasta 138 veces superior a la considerada segura por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
En lugar de tratar de rellenar de nuevo el lago, la ciudad de Los Angeles ha preferido gastar la friolera de 2.500 millones de dólares para evitar que el viento arrastre el polvo del lecho del lago. El Owens se ha convertido en el ejemplo principal de los riesgos que implica no actuar con la suficiente rapidez y de los graves daños que se producirían si el Great Salt Lake se secara y el contenido de su lecho se dispersara en el aire.
Salt Lake City ha presentado una candidatura para los Juegos Olímpicos de 2030 o los de 2034. Prefieren la segunda opción, pero si no hacen nada para preservar su gran motor de fabricación de nieve que es ese enorme lago, podrían tener que enfrentarse a problemas de condiciones y tener que hacer mayor uso de los cañones de lo que se debería. Nada que no se haya visto en las útlimas ediciones, solamente que esta vez por haberse buscado ellos el problema.