Los Gobiernos de Europa empiezan a estar cansados de la insolidaridad de los que no se quieren vacunar contra el COVID. Son de largo, los que más camas hospitalarias están ocupando. Muchos centros médicos están al límite del colapso, y el personal sanitario empieza también a cansarse con estas personas. Austria y Alemania ya están amagando con obligar a todos sus ciudadanos a que estén vacunados. El Ministro de Sanidad alemán lo dejó claro ayer: «Al final de este invierno estaremos todos vacunados, curados o muertos».
En Italia han empezado ya a apretar a los no vacunados. No solo cuestan mucho dinero si entran en el hospital, sino que consumen muchos recursos de personal sanitario. Cada cama UCI precisa de más de un médico y/o enfermera para atenderla. Además hacen subir el número de contagios, y ante el riesgo de que acaben entrando en el hospital y cargando más dinero a las arcas públicas del estado, se obliga a aplicar restricciones al resto de ciudadanos.
Así, el Gobierno italiano anunció ayer que para hacer vida, se pasará del 'Green Pass' al 'Super Green Pass'. Ahora para los inmunizados, caducará a los nueves meses en lugar de al año como hasta ahora. Se requerirá para entrar al teatro, al cine, museos, e incluso para eventos y actividades de exterior con aglomeraciones de personas como son conciertos o estaciones de esquí.
La medida está apoyada por todos los Presidente de las Regiones y Provincias Autónomas, que están deseando que sus ciudadanos puedan abrir los comercios y empresas con normalidad y a pleno rendimiento. Ayer lunes hubo una reunión entre diferentes departamentos del Gobierno. Hoy el primer ministro Draghi ha reunido al comité de control del COVID y luego al Consejo de Ministros. Se espera que esta semana se anuncien las nuevas reglas y entren en vigor el 1 de diciembre.
El objetivo de Italia, así como del resto de países europeos, es que esta vez si, sea el último invierno con este altísmo nivel de contagios que acaban en el hospital. Principalmente causados por los no vacunados.
Por el momento, toda Italia permanece en la zona "blanca" de menor riesgo, con pocas medidas sanitarias en vigor. Sin embargo, varias regiones se están acercando a los umbrales en los que se trasladarían a la zona 'amarilla' la próxima semana y, si la situación continúa empeorando, corren el riesgo de quedar bajo las restricciones de la zona naranja dos semanas después. En el país todavía quedan 6,7 millones de ciudadanos que niegan a vacunarse.