La FIS ya recomienda abiertamente esta práctica para los organizadores de alguna prueba de Copa del Mundo, tanto de alpino como nórdico, aunque de momento solo estos últimos lo están haciendo por la complejidad que tiene un trazado de Copa del Mundo para esquí de velocidad.
La técnica consiste básicamente en reunir grandes pilas de nieve durante el invierno, y taparla luego durante el verano con lonas fabricadas con telas especiales que repelen el calor, aunque también con el serrín se ha hecho con buenos resultados. Se calcula que se puede llegar a conservar entorno al 75% de la cantidad guardada.
Sochi ya guardó parte de la nieve que le cayó durante el invierno de 2013, para asegurarse algunas instalaciones en los Juegos Olímpicos de 2014. El resultado fue casi inapreciable por la exigencia en la preparación de una pista de esquí alpino, pero para las modalidades nórdicas se está revelando mucho mejor.
Así, en Finlandia se guardaron 15.000 m3 de nieve para asegurarse un mínimo de 5 kilómetros en la prueba de esquí de fondo que tenían que organizar a finales del mes de Noviembre.
En Davos (Suiza) esta técnica la llevan poniendo a la práctica desde 2008 y ahora los técnicos afirman que para finales del mes de Octubre ya podrán abrir un circuito de 4 kilómetros. Será además la base para el equipo suizo de esquí de fondo.
La Clusaz también ha guardado 6.000 m3 para la prueba de Copa del Mundo que tiene que acoger a mediados de Diciembre. El mismo caso que los suecos de Ulricehamm, donde han guardado 13.000 m3 de nieve para su etapa de mediados de enero. Allí acogen la máxima competición del esquí de fondo por primera vez, y no quieren que les falle nada. Unos días más tarde los fondistas se van a Otepaa (Estonia) donde guardan 10.000 m3 para la prueba de febrero. Incluso los organizadores de los mundiales de Lahti 2017 tienen previsto guardar 5.000 m3 de la nieve que les vaya cayendo este invierno, antes de la gran cita mundial de febrero.