El sprint individual empieza con una ronda clasificatoria donde las esquiadoras salen con intervalos de 15 segundos para realizar un recorrido de 1,2 kilómetros. Las 30 mejores de esta ronda pasan a los cuartos de final. En los cuartos de final, la semifinal y la final participan seis esquiadores en cada manga. Las dos mejores de cada eliminatoria y las dos mejores de cada ronda pasan a la siguiente. En la final compiten seis esquiadoras.
Y esto es precisamente lo que no se encontró la corredora estadounidense Kikki Randall el pasado miércoles mientras corría las semifinales del Sprint Individual de Drammen, una carrera de 1.265 metros disputada en un circuito urbano montado en las calles de esta localidad noruega, donde la cantidad de gente que acudió no dejaba un solo centímetro libre en las aceras. El esquí de fondo es un deporte donde la afición está muy reducida a los países escandinavos, Alemania, y algunas de las repúblicas ex-soviéticas del Báltico. Pero eso sí, los corredores allí son estrellas mediáticas que copan día si día también las portadas de diarios y revistas. De hecho si miramos la clasificación general de la Copa del Mundo de este año, sobre todo en la categoría femenina, esta situación se ajusta a la perfección.Así que el hecho de que una norteamericana se colase en este 'coto privado' ha causado expectación toda la temporada. Randall, nacida en Anchorage, Alaska, llegó a Drammen tras haber ganado las dos primeras carreras de la temporada y subirse al podio en otras dos ocasiones, y siempre ha acabado entre las 10 primeras. Solo tenía que quedar en el top-15 para asegurarse el Globo de Cristal en la categoría Sprint.
Pero ese día casi como escrito por un guionista de Hoollywood las cosas se iban a poner mas emocionantes que nunca. Drammen estaba a tope de gente, Randall mas motivada que nunca (esta es la primera vez que hace la temporada completa de Copa del Mundo) y la carrera comenzó sin mayores complicaciones con la norteamericana en posiciones de cabeza hasta que de repente en un mal paso la fijación de la corredora se rompe y la deja tirada a mitad de carrera. Posiblemente si esto hubiera sido a principios de temporada y sin nada en juego, otra se hubiera quitado el otro esquí y se hubiera perdido entre las calles de Drammen en busca de la zona de stage.
Pero allí había una Copa del Mundo en juego y no habían mas oportunidades. Así que Randall como en esas películas de Hoollywood que tantas veces hemos visto, cogió su esquí, se lo puso al hombro y empujando el otro con el pie libre fue avanzando como buenamente pudo entre vítores de los noruegos que le iban aclamando. Su entrenador en cuanto se enteró fue a su busca y la encontró a 200 metros de la meta, le dio un esquí y pudo terminar la carrera con sus dos tablas. No pudo acceder a la final, pero quedó en 11º posición, lo que le da derecho a recibir su Globo de Cristal, soplado a mano por el alemán Joska Kristall, que se lo entregarán la semana que viene en las finales de Estocolmo, Suecia donde también se disputa una carrera de estilo clásica (se diferencia de la libre en que esta se corre por carriles realizados por una máquina)
La hazaña no solo es tal por como la logró, sino porque ningún estadounidense lograba un Globo en este deporte desde que en 1982 Bill Koch ganara la General tras revolucionar la técnica del patinaje en esquí de fondo.
