Era en marzo de 1975 cuando la familia Peretol, de la parroquia de Canillo, decidió poner en marcha una instalación de esquí que funcionaría como revulsivo de la zona de Bordes d'Envalira. Se trataba de un telesilla, situado justo al lado del hotel bautizado con el nombre de la casa, y en la parte baja de unos terrenos ideales para destinarlos a los esquiadores debutantes.
Rápidamente, tal y como recuerda Miquel Naudi, de casa Peretol, la idea comenzó a funcionar. "Había mucho movimiento; venían muchos franceses y españoles a esquiar", explica.
Eran años en que el deporte blanco empezaba a encauzarse y a tomar fuerza en el Principado. De hecho, la canillenca estación de Soldeu había iniciado la actividad años antes, a finales de la década de los cincuenta, y ya tenía sus adeptos.
Desde entonces, las maneras de esquiar, los equipamientos y la afición por esta actividad, han evolucionado a pasos agigantados. "Uy, sí, los esquís se iban modernizando de año en año. Y todo ha cambiado mucho!", Expone sonriendo Naudi.
Y las tarifas, como el resto de cuestiones que rodean el sector de la nieve, también han ido adaptándose al paso del tiempo. En los años setenta, los de casa Peretol vendían los forfaits de la época con un paquete de viajes. Ofrecían de dos maneras. De diez y de veinte bajadas. Los precios, claro, eran diferentes según el tipo de abono por el que optara: el cartón de diez viajes costaba cien pesetas y el de veinte, ciento cincuenta.
La pasada temporada, aún volvieron a poner en marcha el telesquí. Ofrecían tarifas de 18 euros por día y 15, para los que preferían esquiar únicamente media jornada.
Negocio familiar
El de Envalira fue siempre, desde que se activó, un negocio familiar. En un principio, comenta Naudi, fueron él y su hermano, con la ayuda de algunos trabajadores, los que se encargaban de gestionar la zona. Más adelante, cuando las hijas de Miquel crecieron, también daban una mano. "Los fines de semana, cuando no iban a clase", precisa. Y, de hecho, la clientela que especialmente acudía hasta el Peretol, también estaba llena de familias.
"Mucha gente de Andorra, y también españoles y franceses, había aprendido a esquiar aquí. Venían muchos matrimonios con niños. Entonces los padres no esquiaban y se ponían al sol, en la terraza del hotel, mientras los hijos iban bajando por la pista con los monitores".
Esta temporada, el área volverá a disfrutar de actividad plena, cuando haya nieve natural suficiente para poder deslizarse en condiciones. La familia propietaria de la zona y del remonte, ha sellado un acuerdo de explotación con Joan Viladomat, según el cual el dominio Grandvalira gestionará el área durante doce años. Estratégicamente, el Peretol tiene mucha importancia para la estación, porque el punto donde se ubica el telesquí y la pista de debutantes está en la parte baja del Pla de les Pedres, justo donde se unen los dominios de Ensisa y SAETDE.
Todo ello convierte a este en el octavo acceso al dominio de Grandvalira y servirá para complementar la oferta que se da a los clientes en Grau Roig. Para este año, como la conexión física con el resto de la estación no se ha podido hacer, el dominio estudia trasladar algunos clientes desde allí hasta el plano de las Piedras a través de máquinas pisanieves. También se ha garantizado que el telesquí, que adquirieron los Naudi los años setenta a una casa especializada de Grenoble, funciona perfectamente. "Yo la he ido haciendo funcionar cada año y para esta temporada se revisó para que fuera bien", asegura Naudi.
Ahora sólo queda que nieve, (no hay cañones de nieve artificial) para que el Peretol reviva de nuevo.
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