Los primeros en notarlo han sido los hoteleros del Pirineo, que, tras una gran campaña navideña, llevan un par de semanas viendo cómo el ritmo de reservas se ha ralentizado. Con todo, el sector no pierde la esperanza y opta por transmitir tranquilidad, "porque empieza a ser ya habitual que los clientes hagan sus reservas a última hora, que esperen alguna oferta hasta el último momento", indicó el presidente de la Federació d'Hostaleria de Lleida, Juan Antonio Serrano.
En algunos casos, los colegios organizadores de las semanas blancas han optado por recortar las estancias fuera de casa para reducir, al menos, el coste del alojamiento. "En lugar de viajar desde Barcelona o desde la ciudad de origen el día anterior a la esquiada, como solían hacer hasta ahora, muchos grupos llegan al Pirineo el mismo día de subir a pistas. Prefieren madrugar a tener que pagar una noche más de hotel", señaló un hostelero del Pallars Sobirà, acostumbrado a recibir grupos de estudiantes en su establecimiento.
Las estaciones han detectado, por su parte, que "aunque sigue habiendo una buena demanda, los grupos de escolares son posiblemente menos numerosos que otros años", admitió la directora comercial de Masella, Maite Martín. La impresión de la responsable de la estación gerundense es que los colegios catalanes, públicos y privados, no renuncian a ofrecer a sus alumnos la posibilidad de disfrutar de unos días en la nieve. El problema es que, con la crisis, disminuye el número de estudiantes que se apuntan a la esquiada.
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