La expedición empleó un total de 11 días en la ascensión y 3 en el descenso. Para este deportista extremo, ésta ha sido su máxima experiencia: “La tensión y el esfuerzo son irresistibles y el peligro de muerte esta omnipresente en esta montaña”.
Las mayores nevadas del mundo suceden en esta parte del mundo, y en una ocasión tuvieron que quitar como locos la nieve a paladas para poder abandonar el campamento y buscar un sitio seguro en una cueva en la nieve. Una expedición americana que hace varios años intentó ser la primera en descender esquiando la montaña fracasó en el intento. Los dos esquiadores murieron y sus restos descansan bajo el hielo en una ladera próxima a la cumbre. Naglich y Ressman se sienten muy orgullosos de la dimensión de su esfuerzo: han sido la decimotercera expedición que intenta hacer cumbre y la primera que ha logrado llegar al pico del “monstruo”, como la describe Naglich, en los últimos cinco años.
De su experiencia en este descenso hay algunas anécdotas inolvidables: “En una ocasión no me puse los guantes de esquí en la tienda durante la noche. A la mañana siguiente tardé una hora en ponérmelos. Si no hubiera conseguido metérmelos, no habría podido bajar”, contaba Axel Naglich.
“Hubo un momento en el que podía escuchar las pisadas de Axel aunque se encontraba metros por delante, ya que en las laderas de la cima la nieve era hueca y muy inestable”, relataba Peter Ressmann.
“Se trata probablemente de un récord mundial de esquí, pero no hemos descendido la montaña para entrar en el Guinness…”, comentaba sonriendo Axel Naglich. “Es un sentimiento muy especial y te sientes tremendamente agradecido de estar vivo cuando has estado a punto de perderlo todo en tantas ocasiones”, contaba Alex Naglich.