Empinada sobre los 5,000 metros sobre el nivel del mar, hizo las delicias de los esquiadores de Bolivia, Argentina, Brasil y Chile, desde que un visionario emprendedor austríaco la acondicionó hace ya medio siglo.
Por ello, el Club Andino Boliviano (CAB), además de invocar a los achachilas, las deidades protectoras que habitan cerca del cielo, decidió dar pelea y tratar de revertir el proceso de derretimiento de ese glaciar. Walter Laguna, presidente del CAB, no tiene dudas sobre quién es el “villano” a neutralizar. “Queremos paliar los efectos negativos del calentamiento global”, dice. “Es un asunto de vida o muerte: los informes preliminares muestran que el futuro de la nieve que queda en Chacaltaya tiene pocos años de vida”.
Centros de esquí como Portillo y Valle Nevado, en Chile, o Las Leñas y San Martín de los Andes, en Argentina, deberían mirar lo ocurrido en Chacaltaya para generar un modelo de respuesta ante el calentamiento planetario.
“En los nevados permanentes de la cordillera de los Andes, tanto en la región de Bolivia como de Ecuador y Perú, es decir, toda la zona cordillerana y la altiplanicie, se ha ido notando la gradual disminución de sus niveles”, expone Eduardo Piacentini, jefe del departamento de Cambio Global del Servicio Meteorológico Nacional, de Argentina. “Y llegará con más fuerza al Cono Sur. Un reciente estudio indicó que, para 2030, sólo en 24 años más, los Andes podrían haber perdido casi el 50 por ciento de sus hielos y nieves”.
Sueño artificial
Pero ¿es posible llevar de nuevo la nieve y los turistas a la montaña ubicada a pocos kilómetros de La Paz? El argentino Claus Hardt, asesor de varios centros de esquí europeos, cree que sí: “Hoy fabricar nieve se puede hacer en condiciones mucho más fáciles de lo que se hacía hace algún tiempo. Hay una tendencia de ir incrementándose las temperaturas, lo que implica de alguna forma que aquellos centros de esquí que tienen posibilidades de desarrollar mayor infraestructura en las zonas altas lo van a tener que hacer”.
No todo son malas noticias. “La tecnología ha avanzado tanto, que los sistemas ahora son más compactos, más pequeños, transportables y más baratos”. De hecho, el directivo evalúa que, sin tener una cifra todavía exacta, la inversión necesaria para relanzar Chacaltaya “puede avaluarse sobre US$150,000 a US$200,000”.
El panorama no es halagüeño (a menos que uno sea un vendedor de máquinas que fabrican nieve). Hardt indica que ya hoy “hasta los centros más importantes en el mundo han tenido que recurrir a la fabricación de nieve para asegurar el inicio de las temporadas de esquí”. Y que “aquellos centros que no pueden asegurar que al principio de la temporada van a tener la nieve, están en desventaja con aquellos que lo pueden hacer”. De modo que “casi no hay un centro de esquí en el mundo que no esté pensando en complementar con algo de nieve fabricada para asegurar el inicio de la temporada”.
Pero no todo son máquinas. “Hay muchos factores que permiten asegurar la nieve. No tanto que caiga, pero sí que se mantenga”, expone. Por ejemplo, “se eligen pendientes que tengan la menor orientación con respecto al sol”, así “en el hemisferio sur tratan de que sea pendiente hacia el sur, en el norte hacia el norte, para que el sol las afecte lo menos posible y se mantenga la mayor cantidad de tiempo”.
No obstante, la inversión necesaria para cubrir toda una montaña de nieve aún es gigantesca. Y sin duda Bolivia tiene necesidades sociales más apremiantes que revivir su magnífica cancha de esquí en el techo del mundo. El propio Walter Laguna reconoce que “no es fácil convencer a las autoridades para que apoyen el proyecto”; no obstante hay una luz de esperanza.
El municipio de El Alto, del cual depende el lugar, se ha dado cuenta de su potencial como posible centro de eventos culturales y científicos (ha sido usado como espacio de adaptación a grandes alturas por su privilegiada cercanía a La Paz). Eso, junto a la ayuda solicitada a países como Japón, Italia y al Banco Interamericano de Desarrollo abren alguna esperanza. A menos que los cada vez más fuertes rayos de sol lo impidan.