Joan tiene una segunda residencia en el Pirineo, que ocupará unos días de Navidad para practicar el esquí. Será una escapada corta a la nieve y de ahí que su intención sea aprovechar al máximo esta salida. Otra cosa es si el actual modelo de turismo de nieve le permitirá disfrutar de todo aquello con lo que ahora, cuando está preparando las maletas, sueña. Llegar, por ejemplo, hasta la estación elegida puede ser un calvario en estos días. Pero Joan se consuela con ganar parte del tiempo perdido gracias a remontes más modernos y rápidos en las alturas.
Así, Joan sufre en sus carnes una cuestión acuciante: ¿el actual modelo de turismo de nieve está agotado?. Es la pregunta, que se hacen ahora mismo los empresarios de este negocio del oro blanco que mueve miles de millones al año en las más de
Joan, con su segunda residencia, ha contribuido, seguramente sin saberlo, a que se imponga el modelo que ahora impera en el sector de la nieve. Este es un negocio que ya no se concibe sin que vaya acompañado de la construcción de conjuntos residenciales.
Hay muchos otros Juanes dispuestos a comprarse una casa en el Pirineo y a pagar auténticas fortunas. Eso sí, cuanto más cerca esté la vivienda de las pistas mucho mejor. Los empresarios de la nieve lo saben muy bien y sobran los ejemplos. Boí-Taüll (Alta Ribagorça) acaba de ser adquirida por el grupo Nozaleda, que con la compra de negocio hereda también un plan que le permite construir en más de 30.000 metros cuadrados del Pla de l´Ermita. La inmobiliaria gallega Fadesa es la nueva propietaria de Vallfosca-Interllacs (Pallars Jussà), un resort (con campo de golf incluido) que prevé la construcción de un millar de casas y apartamentos.
Basar el negocio de la nieve en grandes operaciones inmobiliarias no es una práctica exclusiva de España y el modelo está siendo copiado también por otros países que aspiran a formar parte del mundo global del esquí. Desde el portal de Internet The Assetz, especializado en temas inmobiliarios, se aconseja a los inversores que apuesten por las montañas búlgaras y su potencial para explotar el oro blanco.
Invertir en Bulgaria, aseguran estos expertos en el mundo del ladrillo, es ahora mismo más seguro que hacerlo en Londres. Los franceses han empezado a invertir, por otro lado, en estaciones de esquí de China donde se calcula que habrá, de aquí a diez años, cerca de 30 millones de nuevos esquiadores. Y es que mientras en Asia la fiebre por la nieve sólo ha hecho que comenzar (algunas estaciones coreanas han aumentado su número de clientes en un 260% en los últimos años), en Europa o América este modelo de esquí tan ligado a la especulación inmobiliaria empieza a hacer aguas.
En el último Congreso Mundial de Nieve y Turismo de Montaña, celebrado en Andorra, saltaron muchas alarmas. Suiza, país de esquí por excelencia, está perdiendo clientes y hasta los niños - que tienen las montañas a un paso-muestran poco interés por este deporte. Una de las iniciativas para recuperar clientes ha sido llevar la nieve hasta el mismo patio de los colegios, tal y como reveló Andreas Heinzer, responsable de una empresa suiza de remontes y teleféricos. Se montan pistas artificiales de esquí para iniciar a los más pequeños en esta práctica. Esa falta de interés por el esquí de los más pequeños es un mal que también afecta a España. Miguel Medina, director de la estación andorrana de Vallnord, achaca el problema al hecho de que los escolares son cada vez más sedentarios y practican poco deporte.
En Estados Unidos - donde muchas estaciones han tenido que cerrar sus puertas en los últimos añosalgunos complejos han iniciado, por su parte, campañas de marketing encaminadas a conocer qué quiere y busca el aficionado del esquí, con encuestas personales que se hacen casa por casa. Lo que se pretende saber es qué empuja a un esquiador a elegir una u otra estación o que espera de la oferta de estos complejos.
En Catalunya el futuro se ve más o menos negro, según la vertiente de la montaña desde el que se mira. Baqueira Beret es, ahora mismo, con una media de un millón de esquiadores por temporada, uno de los pocos complejos que cubre gastos con la venta de forfaits.Por esta vía sólo se ingresa un 15% de los 55.000 millones de las antiguas pesetas que se calcula mueve el negocio de la nieve en el Pirineo catalán.
En España y especialmente en el Pirineo catalán el modelo de esquí ha estado muy ligado a la construcción de segundas residencias como la que compró hace ya años Joan. Esta estrecha relación entre nieve yladrillo ha empezado a pasar factura y mientras crece el número de casas en un territorio especialmente frágil (que son ocupadas, según un estudio de la geógrafa Mercè Gili, sólo una media de quince días al año) la venta de forfaits parece estar estancada.
Maria vive en uno de estos pueblos donde las segundas residencias triplican al número de casas habitadas todo el año. "Los pocos vecinos que quedamos estamos separados por auténticos muros de cemento y ya no nos encontramos", lamenta la mujer. Esta fiebre por las segundas residencias - España es el país europeo con más viviendas dedicadas a este uso-provoca que el número de camas en las estaciones de esquí de nuestro territorio (comparado con las hectáreas destinadas a este deporte) sea también mucho más elevado que en los Alpes franceses.
El modelo basado sólo en el esquí - en eso coinciden la mayoría de empresarios de la nieve-parece haberse agotado. Este deporte se ha popularizado y el cliente del siglo XXI busca más alicientes en sus salidas, además de descender por las laderas nevadas de las montañas. A Joan y a su familia ya no les basta sólo con esquiar, si no que quieren hacer otras muchas cosas en estos pocos días que tienen de fiesta, pero en muchos puntos del Pirineo sólo hay, en invierno, un monocultivo: remontes y esquí. Si la cosa sigue empeorando Joan no descarta venderse esa segunda residencia -como su vecino-y buscar otros destinos mucho más lejanos y exóticos en países como Argentina, Canadá o también en pistas de la Europa del Este. De hecho, uno de los objetivos que se ha marcado el sector en Catalunya es evitar esa fuga de clientes.
En esta comunidad se calcula que se compran cerca de ocho millones forfaits por temporada, pero las pistas catalanas sólo reciben poco más de dos millones de estos clientes. El sector no parece, sin embargo, amilanarse ante un futuro más incierto de lo que estos empresarios querrían. Las 34 estaciones de España agrupadas en la Asociación de Turismo de Estaciones de Esquí de Montaña han invertido, para esta temporada que acaba de comenzar, 73 millones de euros. Confían en mantener los 6,5 millones de esquiadores que reciben por año y buena parte de estas inversiones se van en sistemas de innivación artificial, algo que se ha convertido en imprescindible para asegurar el funcionamiento de las pistas. Yes que la nieve sube de cota y el esquí, alertan expertos en el cambio climático, sólo se concibe ya en cotas superiores a los 1.800 metros.
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