Intentar frenar el 'boom' inmobiliario del Pirineo

El pequeño pueblo de Freixa está en línea recta a sólo 30 kilómetros de Andorra, pero aún no tiene luz eléctrica. Las dos casas que quedan abiertas en la localidad se abastecen con placas solares y, cuando éstas agotan sus reservas, los vecinos se iluminan con velas u hornillos de cámping-gas. Tampoco ha llegado aún el agua corriente y, por supuesto, ninguno de sus habitantes sabe manejarse en internet.

Freixa es, con todo, un pueblo todavía vivo, a diferencia de las decenas y decenas de núcleos de los Pirineos que están abandonados desde hace años. Junto a esta realidad, las grandes constructoras continúan erigiendo grandes urbanizaciones, próximas a estaciones de esquí, donde el metro cuadrado de un apartamento se paga a precios desorbitados. Paradojas de la vida.

Un grupo de senadores ha elaborado un informe que será aprobado mañana en comisión y "posiblemente a principios del año próximo se presentará al pleno de la cámara alta". De estas intervenciones han concluido que el Gobierno central debería diseñar un plan integral de desarrollo de este territorio, aquejado de graves desequilibrios y de profundas carencias.