El éxito de San Isidro, sustentado en las inversiones que durante años ha ejecutado la Diputación para garantizar la práctica del esquí, viene a demostrar que la nieve tiene un inmenso futuro deportivo, de ocio, hostelero, turístico y comercial en la montaña leonesa.
Pero, además, San Isidro no debe ser contemplado como un caso aislado y excepcional. Los notables resultados de la primera estación invernal de la provincia son el mejor aval posible para confiar en que tanto la proyectada estación de San Glorio como la aún precaria de Pajares pueden compartir récords de visitas, y hacer de León un enclave prevalente para los deportes de invierno en toda la cornisa Cantábrica y el área norte peninsular.
De la capacidad de afrontar esta apuesta expansiva, obviamente con un escrupuloso respeto al medioambiente que, al fin y al cabo, es el valor más preciado de León, dependerá también las perspectivas económicas y sociales de gran parte de la montaña provincial.
San Isidro tiene ante sí un ambicioso proyecto de inversiones y crecimiento urbanístico y hostelero. Pero sería un error contemplarlo de forma aislada, sin planificar un desarrollo general y en concordancia con Asturias, que además dispone de la fuerza inversora de los fondos mineros.
El oro blanco espera.
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