El dominio de esta técnica permite el deslizamiento por pistas de mayor dificultad (azules, rojas e incluso alguna negra) y disfrutar de una forma de esquí de mayor nivel, lejos de las cuñas iniciales. El objetivo, no obstante, sigue siendo el mismo que el de la primera clase: control de la velocidad y de la trayectoria.
El gran elemento diferenciador del paralelo elemental respecto al ejercicio anterior (viraje fundamental) es que el cambio de dirección se ejecuta con los esquís en paralelo mediante una rotación de los tobillos, acompañando el movimiento con el clavado de bastón al inicio del giro y una progresiva rotación y flexión de las rodillas. Cuanto más se flexionen las piernas (no confundir el movimiento con agachar el cuerpo), el giro será mucho mejor.
Otro elemento a tener en cuenta es el peso. Éste tendrá que distribuirse más o menos por igual en cada esquí mientras se ejecuta el viraje, ya que sobrecargar una de las dos tablas (ya sea la interior o la exterior) puede desequilibrar al esquiador. Otro factor importante a tener en cuenta es que durante el cambio de dirección los esquís deben mantenerse a la misma altura, ya que uno de los errores más comunes en este ejercicio es que una de las tablas quede retrasada respecto de la otra por una rotación de cadera.
Una buena manera de practicar el paralelo elemental consiste en encadenar virajes fundamentales (con una pequeña cuña al inicio del giro) y acortar la distancia progresivamente entre giro y giro.
Con la colaboración de Xènia Viadé, directora técnica de Traça.
(cerdanyayaventura.com)
Clases de esquí: Descensos de mayor nivel
El paralelo elemental se convierte en el gran objetivo de todo esquiador cuando se calza unos esquís por primera vez. (El Periódico de Catalunya).