Al otro lado del Pirineo nos encontramos, en muchos casos, con estaciones más pequeñas en las que se impone el esquí de tipo familiar. Los precios, más baratos y el tipo de pistas, se adaptan bien tanto a la economía familiar como al esquí de mayores y pequeños.
También las estaciones francesas luchan por mejorar sus servicios. Es el caso de la conocida Gourette, que en los últimos años ha ido creciendo y que este verano ha realizado una fuerte inversión. Concretamente han sido 16 los millones de euros los invertidos en un nuevo telesilla con capacidad para 2.400 esquiadores a la hora. Este telesilla sustituye al antiguo telecabina y asciende un poco más, hasta los 2.450 metros de altura.
Su renovación ha sido importante. Ahora dispone de tres telesillas, uno de ellos desembragable de seis plazas, que vienen a reemplazar ocho telesquís y telesillas que tenían más de 25 años y que han sido desmontados, de forma que ahora las pistas son mejores y más largas.
La otra cara de la moneda es la estación de Artouste, que está luchando por no desaparecer.
«Sauver la station» (Salvar la estación) fue el lema de una reciente manifestación en la que se dieron cita varios centenares de personas en la localidad de Laruns, cercana al cruce que divide las subidas a Gourette y a Artouste. Desde hace semanas, en Laruns se pide a los automovilistas que por allí circulan que firmen un documento en contra del cierre de la estación, que produce cien puestos de empleo directos y muchos más indirectos.
Artouste siempre ha sido una estación a la sombra de su hermana Gourette, visitada mayormente por los jóvenes, con precios mucho más asequibles -el forfait de la temporada pasada valía 19 euros-, en la que se suelen dar cita muchos snowboarders.
Sin embargo, el municipio, propietario de la estación, está decidida a no abrirla. «La estación no abrirá este invierno» anunciaba ayer la página web.
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