¿Se ve realmente con posibilidades de hacer podio?
Tengo muchas ganas y, según vengo compitiendo este año en las pruebas de la Copa del Mundo, sí que me veo con opciones de conseguir medalla en el gigante. Para mí, las favoritas son Paerson, Kostelic, pero después puedo estar yo. Lo que ocurre es que influyen muchos factores ajenos a ti y te lo juegas todo en dos mangas. Confío en mi trayectoria deportiva, que aunque ha sido lenta, siempre ha ido en progresión hacia arriba.
Por curiosidad, ¿qué velocidad puede llegar a coger?
En slalom y gigante descendemos a 60 y 80 km/h. En mi caso, no me entero de nada, ni siquiera de los gritos del público. Sólo ves las puertas que tienes que sortear. El recorrido, además, sólo lo reconocemos el día de la competición por lo que es importante quedarte con el trazado y visualizarlo mentalmente antes de salir el mayor número de veces.
En el slalom del sábado, tiene menos oportunidades
En esta modalidad los resultados no me avalan de la misma manera como en el gigante. Pero bueno, soy consciente de que donde tengo que darlo todo y parto con opciones es mañana, donde las medallas nos las jugaremos entre las ocho o diez primeras corredoras que estamos ahí arriba en la Copa del Mundo. Puede pasar cualquier cosa porque los tiempos, entre nosotras, entre las siete mejores del mundo, están siendo muy parejos y al final nos separan centésimas de segundo.
¿Por qué salen tan pocos profesionales en España?
La verdad que es difícil de explicar. Las competiciones y pruebas más relevantes se corren fuera de España, con lo que para llegar a ser alguien, hay que salir fuera y ello resulta muy costoso. En España, por ejemplo, sólo hay una prueba puntuable para la Copa del Mundo: los dos descensos que habrá en marzo en Sierra Nevada. Además, hay que comenzar a competir con los grandes pronto, con 14 ó 15 años. Luego, en otros países como Austria, Suiza o Italia existe más apoyo tanto por parte de clubes como de las federaciones.
Y con este panorama, ¿por qué le dio por meterse en ello?
Mis padres trabajan en Sierra Nevada y, en el colegio de la estación, en la asignatura de gimnasia, nos enseñaban a esquiar. Como empecé a destacar, a los 14 años el Consejo Superior de Deportes me concedió una beca para ir al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, donde además de entrenarnos y perfeccionar nuestros conocimientos con profesores de la federación, pude estudiar hasta COU. A raíz de aquello, de que empecé a destacar en las pruebas españolas y gracias al apoyo de mi primer entrenador, Paco Benavente, que vio facultades y me animó a que siguiera, comencé a tomármelo en serio hasta llegar a donde estoy hoy.
¿Y no se acaba cansando al estar prácticamente todo el año fuera de casa?
Te acabas acostumbrando. Lógicamente, al estar de hotel en hotel y de un país a otro durante toda la temporada menos el mes de abril y mayo, tienes momentos en que echas de menos a la familia. Pero sabes que si quieres competir a este nivel, ha de ser así. De todas formas, también me ayuda que suelo ir a Granada una vez al mes y mi marido, aunque no tiene nada que ver con el esquí lo entiende y me apoya. En este sentido (el matrimonio), la vida no me ha cambiado prácticamente.
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