Whistler - Blackcomb (febrero 2024)

Whistler - Blackcomb (febrero 2024)
Whistler - Blackcomb
Whistler está considerada como una Meca del esquí alpino. Por fin viajé hasta allí para conocerlo de primera mano. Su cultura esquiadora se asemeja a la de las Rocosas estadounidenses en bastantes aspectos, lo mismo que se diferencia de la europea. He aquí el relato de la experiencia y unas cuantas reflexiones.

Todo empezó con Sexo en Nueva York. Bueno, en realidad no, porque no hubo nada de sexo y además fue en Boston. Lo que quiero decir es que a mi llegada a los EEUU me instalé en un espacioso y moderno apartamento de chicas, integrado en el skyline de la ciudad, en el que se vivía un ambiente supuestamente similar al de la citada serie. Aunque eso tampoco lo puedo asegurar porque jamás he visto tal serie. El caso es que, durante el par de días y noches que pasé allí, cuatro mujeres que rondan los treinta años andaban enfrascadas en conversaciones, abrazos, risas y consejos relacionados con sus asuntos laborales, planes de ocio, relaciones de pareja, compras, empatías varias, solidaridad femenina, etc. Cuatro mujeres con puestos de trabajo relevantes, proactivos y contemporáneos, con buena formación y habitando en un país (los EEUU) extranjero. Y yo allí, de repente, como discreto observador llegado desde España y, en cierto modo, desde un pasado reciente. Interesante experiencia.

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Boston desde el apartamento.

¿Por qué aterricé en la costa este si mi objetivo era esquiar en la oeste canadiense? Pues porque tenía tiempo y me organicé un largo viaje que incluía un par de esquiadas y varias visitas a amigos residentes en Norteamérica. Así que, en Boston, básicamente, me dediqué a pasear, ver algo de pintura que me quedaba pendiente, asistir a un espectáculo del Boston Ballet en la Citizens Opera House y reunirme con mi hija Cristina para emprender el posterior viaje a Whistler.

Con ella volé a Vancouver, con escala en Montreal. El segundo vuelo resultó de lo más incómodo por culpa del mal asiento, un pasaje caracterizado por la incontinencia urinaria, la concentración de niños gritones y la fuga (verídico) de un gato que viajaba en una supuesta bolsa-jaula.

Más que en Vancouver, estuvimos instalados en un barrio del sur, en lo que se conoce como el Delta generado por el río Frazer en su desembocadura. Aquello es una amplísima zona de expansión en la que se ubican Surrey y Langley. Pasamos allí tres días, acogidos por una familia con la que mantenemos una amistad de 2ª y 3ª generación desde hace décadas y con la que, debido a la distancia, ambas partes tratamos de aprovechar cualquier oportunidad de aproximación geográfica relativa para visitarnos mutuamente. Nos trataron estupendamente y con ellos nos dedicamos a pasear por algunas zonas naturales como Crescent Beach y White Rock, visitar Vancouver por el día y por la noche, disfrutar de algunas reuniones familiares y sorprendernos con un inmenso comercio dedicado al outdoors. Decenas de águilas calvas (esas a las que de adultas su cabeza se les vuelve blanca) sobrevolaron nuestras caminatas matinales por la costa.

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Con Cristina en Vancouver

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Águilas calvas (Imagen: Cristina).

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Paseando por Stanley Park

Nuestros amigos nos dejaron en el aeropuerto para tomar un autobús directo hasta Whistler. Es un servicio bien organizado y de precio más que razonable. La ruta toma dirección norte atravesando primero Vancouver, para después circular la mitad del recorrido por la ribera este de un enorme fiordo. Posteriormente, a partir de Squamish, continúa hacia el norte entre bosques, lagos y ríos hasta Whistler. Gran parte del recorrido presenta doble carril porque la carretera se mejoró con motivo de los JJOO de invierno de 2010. La que conocía de unos veinticinco años antes era un trazado simple de doble sentido, entonces visité la estación de esquí en verano, dentro de un gran viaje por parques nacionales y estatales de la BBC, tal y como ellos denominan a Beautiful British Columbia. El viaje en autocar coincidió con el anochecer y una fuerte tormenta de nieve. Nuestro destino era Creekside, uno de los dos principales núcleos de población del resort (el otro es Whistler Village). Desde allí tuvimos que tomar otro autobús local hasta cerca de nuestro alojamiento, un chalet situado en el bosque, algo apartado del centro, en una zona de urbanización espaciada dentro del entorno natural. Y es que habíamos alquilado una casa porque el viaje lo protagonizábamos en grupo. Nuestra calle era Garibaldi (quédense con el nombre de cara al final del artículo).

Whistler - Blackcomb

Así nos encontramos la terraza al llegar.

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Cristina recién llegada.

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El resto de días, la chimenea estuvo asediada por botas de esquiar y guantes.

El grupo.

Lo formábamos nueve personas: Helena, María, Cristina, Manu, David, Asier (Sherpa), Ito, Carlos y un servidor. Todos ellos (menos yo) españoles residente en los EEUU por cuestiones laborales, miembros de una amplia red de amistades y contactos que configuran una especie de comunidad española en Boston (aunque uno de ellos ahora resida en Chicago), dentro de la cual son varios los que esquían. Se trata de gente de un talento académico y/o profesional excepcional. Talento que difícilmente encuentra un lugar reconocido, estable y viable en España, y acaba emigrando a Boston (capital mundial de las universidades) donde se le ofrecen oportunidades laborales a la altura de sus capacidades y expectativas. Preguntando a unos y otros por sus carreras y desempeños, uno acaba algo acomplejado al compararlas con la sencillez de las propias. Aquella gente se dedica a la tecnología, la biotecnología, la ingeniería aplicada, las finanzas asistidas por la programación, la comercialización de avances tecnológicos, la ciberseguridad, etc. Como creo que iremos viendo a lo largo de este artículo, el que hayan tenido que irse a vivir allí presenta dos caras bien distintas. Por un lado, una muy positiva: lo que supone de aventura, emoción y desarrollo personal. Por el otro, una menos halagüeña: lo que implica de sacrificio personal y lo que representa como realidad estructural española, que sea tanto el talento (el capital humano) que se nos tenga que marchar.

Desde un punto de vista más genérico, el grupo estaba compuesto por un joven matrimonio, dos chicas, cuatro chicos y un hombre mayor (el que suscribe). Todos ellos, salvo el último, rondando la treintena por encima y por debajo. Gente de talante muy animado y tan acostumbrada al coworking que lo han acabado trasladando a sus maneras de trato personal en situaciones de amistad y convivencia vacacional, algo que se vio demostrado en la organización de la casa, las jornadas de esquí, los ratos de ocio no esquiador, las comidas colectivas, etc. Así que me vi inmerso en un proceso de forzoso rejuvenecimiento temporal en el que intenté mantenerme a la altura evitando, en lo posible, dar el cante por la diferencia de edad y costumbres.

En cuanto al asunto del esquí, el grupo era algo más diverso. Una de las chicas era una esquiadora excepcional (mejor en condiciones pista que en bañeras o nieves no tratadas), otra bastante buena, y la tercera suplía su menor nivel con una forma física incuestionable. Entre los chicos había dos snowboarders. Mis conocimientos sobre la especialidad no me permiten calificar su nivel, pero puedo asegurar que bajaban por todas partes sin problemas y a buena velocidad. El resto, chicos, lo componían un muy buen esquiador (este, proporcionalmente más destacado en bañeras y nieves no tratadas que en pista), otro de nivel medio-bajo, pero completamente adaptado a casi todo tipo de situaciones y escenarios, y un tercero que arrastraba ciertos problemas con los pies que le hicieron esquiar menos que el resto, pero que demostró total autonomía para orientarse, descender y hacerse llegar a todas las citas que con él se fueron concertando en las pistas. El grupo fue alternando momentos de esquí del colectivo al completo con configuraciones parciales en función de cansancios, quehaceres laborales momentáneos, retiradas más tempranas, etc. Todo ello decidido y sobrellevado con naturalidad, libertad y sin atisbo alguno de tensiones. Algo muy de agradecer y que no siempre se da, esquiando, en grupos tan numerosos.

Por último, y no menos importante, todo el grupo (salvo mi caso) ha de ser considerado como de esquiadores de Nueva Inglaterra, porque es allí donde suelen practicar el resto de la temporada en fines de semana. Y el atributo no es baladí pues implica un tipo de esquí muy aguerrido, acostumbrado a convivir con situaciones de frío extremo, de alta velocidad, y en condiciones de nieve preferentemente dura o muy dura. Todo un estilo impregnado de carácter. Buena compañía…

La primera tarde y noche fuimos llegando en oleadas. Cristina y yo los primeros. Se montó el primer zafarrancho de cena, aderezado con todo tipo de bromas y buen humor. Pollos precocinados y variedad de caprichos culinarios vacacionales. Algo que sería la tónica habitual de las comidas y reuniones caseras colectivas. Porque no hay que olvidar que el grupo, además de haber ido a esquiar, estaba también de vacaciones, algo que necesitaba y quería sentir más allá de la mera actividad esquiadora.

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El grupo al completo.

Primera jornada.

Era jueves, día laborable. La rutina en el grupo era de mucho madrugar, mucho más de lo que acostumbro cuando estoy de viaje esquiando. La razón provenía de un cúmulo de circunstancias, a saber: que teníamos que coger un autobús para acceder a las pistas; que la dinámica de puesta en marcha de un grupo de nueve personas siempre resulta menos acompasada y eficiente que con tres o cuatro y; muy especialmente, que el sentido vacacional del grupo consideraba que un desayuno colectivo, pantagruélico y con abundantes detalles gourmet, era pieza imprescindible del programa.

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Aspecto de la mesa al iniciar cada desayuno.

Uno de los puntos críticos del resort (que tiene algunos) es que para utilizar las líneas de autobús internas hay que comprar billetes. Conozco muchos servicios similares que son completamente gratuitos (o incluidos en el pase) en estaciones de diferentes países, por lo que en este caso me pareció una cutrez. Aquella mañana decidimos iniciar la jornada en Whistler Village. Otro problema de este resort es que para acceder realmente al dominio esquiable hay que optar por cualquiera de cuatro góndolas (hay también una silla, pero realmente no es aconsejable porque su parte superior alcanza una cota baja que no te permite acceder a todo). La base de una de ellas queda descartada porque está lejos de las paradas finales de autobús, dos parten de Whistler Village y la trecera de Creekside.

Llegamos antes del horario de apertura, y se me calló el alma a los pies al comprobar que en cada góndola había una larguísima cola que ocupaba la calle principal de medio pueblo. Unos 200m lineales de gente. Hay que decir que, una vez abiertos los remontes, la cola fluía con celeridad, pero considero criticable que un resort que atrae gran cantidad de gente tenga tan pocos y tan concentrados inicios de acceso, porque genera demasiado embudo de partida. Todo lo contrario a aquellos grandes dominios esquiables europeos accesibles desde diferentes valles y poblaciones. Ya esquiando, me pareció que el grupo andaba un poco desorganizado en la toma decisiones, esperas por ir al servicio y otros detalles. Día a día me percaté de que eso fue un mero espejismo, achacable al primer día de esquí y en un lugar totalmente nuevo para todos. Aquel día, gran parte de la estación estaba cerrada por riesgo de aludes, las explosiones estuvieron sonando a lo largo de toda la jornada y, poco a poco, se fueron abriendo algunos remontes. Como consecuencia de ello, a lo largo de toda la mañana sufrimos muchas colas, alguna de ellas de hasta 45 minutos. Sinceramente, pensé que me había equivocado completamente habiendo elegido el destino. Un detalle positivo de las colas allí (tal como he comprobado que ocurre también en Colorado) es que están muy bien organizadas, mediante carriles y ceda el paso (alternativamente), y el civismo de la gente resulta ejemplar, por lo que no hay estrés, discusiones ni caraduras, algo que deberíamos importar para España, donde el comportamiento cívico en las colas de los remontes deja mucho que desear.

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Cola en el village antes de que abran los remontes (Imagen: Carlos).

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En cuanto abrieron nos fuimos acercando... (Imagen: Carlos).

Estábamos disfrutando de una recién caída nevada nueva de enorme consideración que nos permitió esquiar en auténtica powder fresca, algo estrenada, pero no demasiado. Y es que, en aquella nieve recién caída, el paso previo de algunos esquiadores apenas afecta a que tengas la sensación de estar esquiando en nieve virgen muy profunda. En cuanto a las pistas más concurridas: baches suavizados en forma de nieve polvo, grandes pero cómodos y sencillos de negociar.

El día empezó ligeramente nublado, pero fue haciéndose soleado progresivamente. Estuvimos esquiando por la zona de Blackcomb, una de las dos montañas que representan las dos áreas esquiables del resort. Tengo que reconocer que disfrutamos de descensos muy agradables de bañeras y de nieve profunda. En algunos casos esquiando entre árboles por medio de los bosques (que allí ocupan gran parte del dominio), con profundidades de hundimiento de entre la rodilla y la cadera.

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Mezcla de baches y nieve nueva (Imagen: Asier).

Por la tarde se cerró el cielo y se puso a nevar fuerte otra vez. Aunque nunca llegamos a perder la visibilidad de relieve, se notó descenso de usuarios y las colas se redujeron casi completamente. Una breve parada me sirvió para conocer (y aficionarme) al tazón de sidra caliente. La tarde la despachamos con el grupo algo reducido y con poca gente en las pistas, lo cual nos dejó muy buen sabor de boca. Cerramos con un largo descenso final hasta la base de partida.

Siguió nevando copiosamente mientras nos quitamos los esquís y nos instalamos en una de las amplias terrazas discotequeras que envuelven los pies de pistas de partida. Aquello está lleno de establecimientos que aparentan ofrecer fiesta. Los reclamos son un DJ, música muy alta, gran tumulto de gente y muchas camareras de buen ver (o no tanto) con escotes de vértigo, déficit de sujetadores y un supuesto índice calórico sobrehumano (porque si no, no me explico cómo eran capaces de atender las mesas exteriores, tan ligeras de ropa, ante la nevada que estaba cayendo). Resulta evidente que me estoy haciendo mayor o que allí estaba fuera de lugar. Lo digo porque pasé frío, el ruido me pareció excesivo y, al mirar alrededor, me daba la impresión de que la mayor parte de la gente hacía que se lo pasaba bien, mientras se movía en ademán rítmico prehistórico, sin interactuar mucho entre sí, en plan bam-bam de cuello adelante y atrás. A destacar, un vitola enfundado en un mono de esquí en plan Capitán América, subido a una mesa, montándoselo él solito. Todo esto es explicable tanto desde una perspectiva global como local del esquí actual. Con el exponencial crecimiento de la popularidad del esquí, son muchas las estaciones que están apostando por montar espacios de acumulación de personas en formato de juerga hostelera de copas para que sean disfrutados inmediatamente después del esquí, en plan con las botas puestas. Formigal fue pionero en éxito con su propuesta, y sus competidoras no se han quedado atrás, también ha ido surgiendo en Francia, Italia, etc. Si el lugar cuaja, se pone de moda, acaba atrayendo por igual a esquiadores y no esquiadores, haciendo que estos últimos asuman con naturalidad irse de vacaciones a destinos de esquí, simplemente para disfrutar de la fiesta, Ambas categorías se reúnen indiscriminadamente (aunque con diferente calzado) en esos locales a partir de la tarde. Hasta ahí una tendencia que se está instaurando globalmente. A nivel local, el caso de Whistler hace décadas que es un destino turístico (más allá del esquí) para la población canadiense (especialmente de British Columbia). En verano, por la diversión nocturna y las actividades al aire libre, y en invierno por el esquí y la juerga. Por ejemplo, las hijas de uno de los matrimonios a los que fui a visitar en Vancouver han visitado Whistler hasta en cuatro ocasiones distintas (varias de ellas en invierno) pese a no calzarse jamás unos esquís.

Una vez en casa, Asier (Sherpa) nos deleitó con un variado menú chino para cenar. Todo ello, como todos los días, con colaboración completa en la preparación, puesta y recogida de la mesa.

Como comentarios añadidos a la jornada anoté un par de detalles. Para los snowboarders del grupo fue novedad la enorme profundidad de la nieve que encontramos en bastantes zonas, nunca se habían visto en otra igual. Por su parte, Elena experimentó toda una serie de inmersiones que la hicieron consciente de lo difícil que puede llegar a ser deshacer el nudo corporal y poder ponerse en pie cuando uno cae dentro de tal paquetón de nieve nueva. El otro detalle fue comprobar que son varias las sillas que en Whistler disponen de soporte para bicicletas de montaña tras los respaldos. Y es que, por lo visto, el resort funciona como exitoso centro de descensos de BTT en la temporada de verano.

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Saliendo de un bosque (Imagen: Asier).

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Hay que contarlo todo, tremenda cola el primer día en el 7th Heaven (Imagen: Carlos).

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En cualquier caso, una jornada espectacular.

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Elena en plena inmersión (Imagen: Cristina).

 

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Nuestros snowboarders: Carlos e Ito ante el powder (Imagen: Carlos).

 

Segunda jornada.

Viernes, de nuevo día laborable. El proceso del desayuno nos dejó una estampa sociológicamente interesante: todos los hombres nos ocupamos de las tareas domésticas, mientras ellas teletrabajaban en sus cosas. Fue pura casualidad, pero, teniendo en cuenta la edad de los presentes, tal situación no se debe a las recientemente novedosas corrientes de los feminismos de moda de nueva generación (hay muchos tipos), sino que es fruto de luchas y reivindicaciones mucho más meritorias, que se fraguaron hace ya bastantes décadas, pero que, a quienes pretenden vivir de la política hoy en día no les interesa demasiado destacar porque gustan de apuntarse el tanto ellas/os.

Había nevado por la noche y seguía nevando por la mañana. Segundo paquetón acumulado. Salimos con el grupo algo reducido (los quehaceres laborales seguían ahí). Tras la cola inicial de rigor, tomamos la góndola hacia la otra montaña: Whistler. Acertamos empezando a esquiar hasta la parada intermedia pues su cola era ágil. Estuvimos esquiando a ratos por nieve virgen y otros algo pisada. Cuando el grupo se reunió completo seguía nevando, pero, tal y como ocurriría durante toda nuestra estancia, sin nada de viento y con visibilidad del relieve. Nos fuimos desplazando hacia las sillas altas de la zona de la izquierda del plano de pistas y tuvimos la suerte de coincidir con la apertura de una silla (creo que la Symphony), lo cual nos dio opción de acceder a un descenso de casi un metro de profundidad en algunos tramos. Cuando la pendiente se suavizaba te quedabas frenado porque las rodillas parecían hacer un efecto quitanieves. Ante tal cantidad de nieve, únicamente puedes hacer virajes si hay mucha pendiente, y cuando esta se reduce hay que seguir recto.

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Esperando al autobús. Buena frecuencia, poca espera (Imagen: Asier).

Tras varias incursiones fuera de pista sin colas, regresamos a la pista y nos la encontramos con una nieve muy agradable. Siempre atentos a salirnos si descubríamos algún trozo por fuera aprovechable. Sobre las 14,30 nos reunimos todos en una cafetería para comer algo. Parte del grupo cerramos la jornada disfrutando de moguls, algo de carving, etc. Aprovechamos aquel rato para aplicar algunos consejos técnicos individualizados. Terminamos en Creekside con varios descensos preciosos entre los bosques, y con muy poca gente en las pistas. Disfruté muchísimo y la visibilidad del relieve nos siguió respetando. En este sentido, la abundancia de masa boscosa aporta un contraste visual que ayuda mucho a mejorar la visibilidad en condiciones de nevada o cielo cubierto.

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Parte del grupo, felices mientras nieva (Imagen: Cristina).

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Entretenimiento popular en alguna cola. Parecen contratados. Aquí posado sobre Elena (Imagen: Asier).

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Disfrutando de grandes espacios de nieve en Canadá (Imagen: Asier).

Al llegar a casa, el fontanero nos aseguró que había solucionado un desagradable ruido que nos había estado perturbando el sueño la noche anterior. Tras haberse pasado casi todo el día nevando, por la tarde y parte de la noche la cosa seguía igual. Esta vez fue Ito quién se marcó una fabada espectacular para cenar. La jornada acabó con una amena tertulia colectiva.

Anotaciones de un esquiador observador:

a) Ante tanta nieve profunda, los esquiadores más resueltos de por allí muestran un estilo caracterizado por realizar muy pocos virajes, buscar muchos saltos y meterse por dentro de los bosques. No es algo que me atraiga demasiado (lo de esquiar recto), pero soy consciente que coincide con las tendencias de moda en muchos videos de las redes sociales. En todo caso, no les importa tener que remar mucho, o incluso caminar, para acceder a tramos que aún no haya pisado nadie.

b) Sobre el concepto de pista: allí apenas hay pistas ¡lo que hay es espacio (territorio) esquiable! La mayoría de las pistas están trazadas por el recorte de los bosques, a los cuales, además, hay libertad para entrar. Las pistas que no están en zona forestal tienen discretos palos señalando un lateral, con otros de otro color señalando (como línea de referencia o itinerario) todo el territorio no tratado (fuera de pista) disponible, que es amplísimo. La propuesta es la contraria a lo que se plantea en España, Francia y otros lugares en los que lo esquiable es mínimo (las pistas), prohibiendo (y no cubriendo con los seguros) lo demás, mientras que allí todo es esquiable, excepto unas pocas zonas marcadas muy reducidas. Entienden y asumen que, por encima de todo, el esquí fuera de pista es prioritario (a ver si cambian de mentalidad por aquí de una puñetera vez). La clasificación de dificultad no utiliza el rojo, hay verdes para debutantes, azules como intermedias (un rango bastante amplio) y negras de uno o dos rombos para expertos.

c) Como consecuencia de lo anterior, el balizaje es tirando a escaso, aunque la señalización de direcciones suficiente.

d) El trazado de las pistas de enlace está mal hecho y obliga a tener que remar mucho. Y es algo que no queda más remedio que sufrir porque, como son dos montañas casi independientes, hay que desplazarse lateramente a menudo en cualquiera de ellas.

e) Resulta preocupante que ya se hayan instaurado categorías de esquiadores de primera y segunda clase en función de su riqueza (o disposición al gasto). Quienes contratan sus vacaciones a través de una determinada agencia de lujo disfrutan de una cola preferente exclusiva en muchos de los remontes. También existe la opción de un pre-ascenso temprano (antes de que abran al público general) para quienes compren una consumición en las cafeterías. Parece que las estrategias de subastas de los privilegios (tan habituales ya en las compañías aéreas y tantos otros servicios) están llegando al mundo del esquí. Tras el empeño en la masificación a ultranza de los últimos años, surge ahora la discriminación por tarifas. Ya veremos cómo evoluciona todo este asunto y qué acabará sucediendo en Europa.

Tercera jornada.

Sábado… fin de semana. Y ahora ¿qué? Comenzamos en Creekside con otra cola larguísima (antes de que abrieran) que se resolvió con relativa agilidad. El pueblo me pareció más bonito y tranquilo que Whistler Village. Empezó a nevar de nuevo mientras subíamos en la góndola. Tuvimos mucha suerte y acierto con las combinaciones de remontes y descensos, y no sufrimos demasiadas colas. En realidad, el mérito fue de Asier, a quien apodan Sherpa porque es quien organiza los itinerarios y decide a dónde ir, algo de lo que me suelo encargar siempre en mis viajes habituales y que aquí delegué con gusto al ser yo la incorporación externa. Asier fue tirando de app y tomando decisiones en función de la duración estimada de las colas de los remontes. Lo hizo francamente bien durante toda nuestra estancia.

Nos fuimos encontrado nieve nueva pisada y bumps con nieve polvo según en qué trayectos. Estuvimos esquiando en Whistler hasta que se llenó de gente. Entonces descendimos totalmente y nos trasladamos en góndola a Blackcomb. El día estuvo alternando sol, algo de viento ligero durante un rato corto y nuevas nevadas. Encontramos el bowl posterior (silla del 7TH Heaven) con nieve virgen poco castigada y descensos de dos rombos negros. Aquella es una zona con muchas posibilidades diferentes para configurar descensos libres. Denominan bowls a unas cuencas algo circulares que están situadas algo por detrás de las caras más explotadas de sendas montañas. Al final, regresamos a la primera montaña mediante el espectacular remonte de grandes cabinas llamado Peak to Peak que, sin ganar ni perder altura, conecta sendos puntos neurálgicos centrales de las dos grandes montañas. No es pues un remonte como tal, sino un transporte conector, aunque bastante práctico. La jornada esquiadora la rematamos finalizando en Creekside. El problema de las colas parecía ir menguando día a día y, curiosamente, el sábado (fin de semana) nos había ido mejor.

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María surcando Powder.

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El grupo completo en el Peak to Peak (Imagen: Cristina-David).

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Vistas desde el Peak to Peak (Imagen: Cristina)

Aquella tarde, algunos nos duchamos con rapidez para ir Whistler a dar una vuelta, ver tiendas, etc. Hay muy buen comercio, de nivel y calidad altos. El urbanismo es cuidado, pero, desde mi particular punto de vista, adolece de cierta falta de personalidad propia característica, presentado edificaciones inspiradas en diferentes orígenes norteamericanos o europeos. Posteriormente, nos reunimos todos para cenar en un restaurante japonés para disfrutar, simultáneamente, de una cena y el espectáculo de su elaboración. Un cocinero en exclusiva para nosotros cortaba, cocinaba y aliñaba productos en una extensa plancha de acero, jugando con el fuego, los vapores y ejecutando alardes de cortes rítmicos, y hasta ciertos malabarismos y percusiones. La cena estuvo bien y el espectáculo entretenido. El torpe del grupo, el único incapaz de cenar con los palillos, fui yo, los treintañeros están mucho más globalizados, al menos gastronómicamente.

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María y Manu, fuera de encuadre, nos contemplan a los demás en el resturante japonés (Imagen: Cristina-María).

 

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Nuestro cocinero Satoshi en plena acción (Imagen: Cristina).

Al salir del restaurante, por las calles, ya se veían algunos jóvenes ostensiblemente perjudicados por el alcohol, y varias mujeres ataviadas en plan fashion, antes muertas (de frío) que sencillas, alguna que otra con tacones dignos de nochevieja. Nosotros, tras esperar para entrar a un par de sitios, decidimos comprar postres, e irnos a casa a tomarlos. En cuanto citaron helado… no dudé en precipitarme sobre el refrigerador de la tienda, desenmascarando así una de mis pasiones ocultas. María, hasta se animó a hacer unos pancakes. Hubo muchas risas aquella noche.

Reflexiones del día:

a) Los niños de los cursillos y clases de esquí van ataviados con unos chalecos muy resistentes que tienen un asa de seguridad en la espalda, que sirve tanto para echarles mano, como para poder pasar un cordino por ella. Además, todos llevan un silbato cerca de la boca, y un brazalete con localizador electrónico por debajo de una rodilla. Es evidente que la nieve virgen, el interior de los bosques y el fuera de pista son prácticas consustanciales con el esquí local desde el minuto uno.

b) El asunto conceptual del free-ride es allí una moda que transciende un mero estilo de práctica esquiadora (como ocurre ya en todas partes). Hay quienes lo practican de verdad y otros muchos que hacen como que son freeriders, pero, ni dan la talla, ni intentan buscar su esencia. La moda incluye una gama de atuendos característicos, un material identificable por esquís de gran anchura con espátulas posteriores, y un estilo de esquí en el que me llama mucho la atención una menor flexión de las rodillas, un marcado retraso del centro de gravedad corporal y un evidente escatimar virajes. Cada cual disfruta del esquí como quiere y/o puede. Personalmente no me gusta dicha forma de esquiar, ni estéticamente, ni en las evoluciones de trazado que procuro (me gustan mucho los virajes), pese a que comparto con ellos, siempre que es posible, un territorio común: las nieves no tratadas.

c) Más allá del esquí, de un tiempo a esta parte, me estoy encontrando con destinos en los que la hostelería se empeña en organizarse de manera que la clientela tenga que hacer cola en el exterior de los locales hasta que le asignen mesa, le dejen entrar, etc. Y no siempre porque el local esté ya lleno. Me sorprendió recientemente en Madrid, es de lo más frecuente en Boston y lo he vuelto a ver en Whistler. No estoy hecho para ello y lo evito, afortunadamente aún quedan opciones…

d) Durante aquellos días he estado haciendo un master en emigración de jóvenes españoles de alta cualificación hacia los EEUU. Creo que he aprendido bastante al respecto. Los temas del día estuvieron relacionados con las vacaciones, que en un principio son cuantitativamente escasas pero que ofrecen bastante flexibilidad y potencial ampliación, aunque ello a costa de que no siempre se pueda estar del todo de vacaciones, sino conectado ante posibles contratiempos o urgencias. Algo similar al asunto del teletrabajo, claramente instaurado (intercalado con el presencial), con la contrapartida de que favorece el que no se respeten los horarios (bidireccionalmente, en función de la cara dura que tenga la empresa o el trabajador). Un asunto que está fuertemente asumido por parte de este tipo de valiosos jóvenes es el de la promoción, están sacrificando años clave de sus vidas y el haber dejado sus entornos vitales y familiares por el bien de sus carreras, lo cual les hace querer promocionar con cierta rapidez, tratando de que su extranjería no se prolongue toda la vida laboral. Tal promoción implica cierta competitividad, un siempre estar alerta, y es la coartada principal que tienen las empresas para poder exigir esa dedicación extra en periodos vacacionales u horarios ampliados en el teletrabajo. Uno de los temas que más me interesó, de entre los surgidos en el seno del grupo ese día, fue el de la dicotomía academia vs empresa. Academia hace referencia al mundo universitario (postgrados, investigadores, becarios, contratados, etc.), empresa a la contratación directa como profesionales. Varios de los miembros del grupo son profesionales del mundo empresarial que pasaron por la academia, y que, desempeñando funciones similares, decidieron dar el salto al mundo empresarial para mejorar sus condiciones salariales y no eternizarse en un estado de semi servidumbre y precariedad. Pese a las diferencias en muchos aspectos, en este, parece haber muchas similitudes entre las estrategias de las universidades americanas y las españolas para difrutar de mano de obra barata.

Cuarta jornada.

¡Domingo! Prueba de fuego. Esto no hay quien lo entienda, empezamos la jornada sin nadie en las pistas y sin colas. El efecto fiesta debió de generar la consecuencia resaca porque hasta las 11,30 no se notó apenas presencia de esquiadores. Nadie en el autobús, nadie en la góndola desde Whistler hacia Blackcomb y poca en la otra. Empezamos en una silla vacía con dos bajadas carveando una pista perfectamente pisada. Seguía nevando, más y más, progresivamente, a lo largo de todo el día. Pudimos enlazar descensos y remontes sin gente, esquiando muchísimo.

Whistler - Blackcomb

Sesión de peluquería aplicada matinal esperando el autobús.

Ese día lo recordaré siempre como una jornada de bosque, caracterizada por muchas incursiones variadas. Empezamos metiéndonos en un área denominada Bosque Encantado. Se trata de un bosque acondicionado para que los profesores (o quien lo desee) lo utilicen para formar a los aprendices en el esquí entre árboles. Me parece una idea genial y un recurso de docencia estupendo. La incursión nos resultó muy divertida y nos animó a superarnos en audacia forestal. Tal es así que empezamos a meternos más y más en bosques en los que la nieve conservaba su esencia powder durante más tiempo. La densidad arbórea allí es elevada, sin embargo, se puede esquiar por dentro siempre y cuando se tenga capacidad de frecuencia de giro corto suficiente. El riesgo de colisión contra los troncos es evidente, por lo que conviene reducir la velocidad, pero es muy emocionante y divertido. También hay que esquivar, de vez en cuando, las ramas más bajas apartando la cabeza. En la Cordillera Cantábrica los bosques suelen ser tan tupidos que, cuando hay nieve en ellos (cotas más bajas) difícilmente son practicables por dentro. En Canadá sí que se puede esquiar dentro de ellos, y hay clara afición local a hacerlo. En cualquier caso, hay dos advertencias a tener muy en cuenta. La primera es esquiar por ellos siempre acompañado, por si te pasa algo, y para que no te quedes aislado e invisible para los demás. La segunda es que cuando hay espesores de nieve considerables, es común que por debajo de las copas de algunos árboles grandes se forme un vacío (tapado por nieve nueva) en el que, si el esquiador se cae, quedará muy hundido, y puede que incluso oculto a la visibilidad. Afortunadamente no es algo que haya podido experimentar, pero sí que, en una ocasión, noté un clavado de bastón, en un giro, que quedó totalmente sin apoyo, en el vacío, a pesar de la profundidad que alcanzó.

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María a la entrada del Bosque Encantado (Imagen: Cristina).

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Instante en un bosque (este más abierto de lo habitual). Ito y Carlos por delante, Asier en primer plano.

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Parte del grupo ese día fotografiado en "efecto las Meninas": les tomo una foto mientras Ito hace un selfie colectivo.

A lo largo del día esquiamos bastantes kilómetros como despedida de David, que se marchaba aquella tarde. Incluimos una ascensión al Peak Lookout (2182m) que es la cota máxima de Whistler Mountain. Allí pillé unos buenos tramos de nieve profunda con Asier. Por la tarde, el grupo quedó nuevamente reducido con los habituales, que no paramos de darnos caña alternando baches, bosque o pista, todo ello con 5, 10 e incluso 30 cm de nieve nueva, según las zonas, a causa de la todavía persistente nevada. Nieve ideal y relieve visible gracias al efecto de contraste de los bosques. Dimos por acabada la jornada a las 16h, como casi todos los días. Lo malo es que nos encontramos tal atasco de coches de cierre de fin de semana que el autobús no llegaba y tuvimos que caminar hasta la casa.

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El valle desde una de las dos montañas (Imagen: David).

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Si no me equivoco... Creekside desde las pistas (Imagen. David).

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Parte del grupo dispuestos a iniciar otro descenso ¿buena pinta? así fue (Imagen: David).

El público del día, que había sido menor que los dos primeros (que eran laborables) se incorporó muy tarde (la mencionada resaca) y estaba constituido, preferentemente, por cursillos. Por la tarde volvió a verse claramente reducido. Hasta aquel momento, salvo el primer día, no habíamos podido ver grandes paisajes de lejanía. Lo cercano es muy bonito, pero las nevadas tapaban los horizontes lejanos.

Aquella tarde casi todos se fueron al pueblo. Me quedé leyendo y charlando con una de las chicas, con quién acabé picando verdura para la cena. Asier nos cocinó una pasta muy elaborada, y el ambiente general final fue de estar todos bastante destrozados.

Quinta jornada.

Nuestro último día fue un lunes (de nuevo laborable). No hubo gente, únicamente algo de cola en el que parecía el remonte favorito del público, el 7TH Heaven, que da acceso al bowl posterior de Blackcomb Mountain. Fue un día soleado, con algunas nubes apareciendo esporádica y tímidamente a lo largo de la jornada. Pudimos ver pues el horizonte más alejado. María estaba desatada porque ella y Manu se tenían que marchar al mediodía. Lo aprovechamos bien, pues desde el mencionado remonte nos lanzamos hacia la derecha por un itinerario de fuera de pista con nieve fresca, que acababa en una zona arbolada, apenas tocada por otros esquiadores, y en algunas palas posteriores. Aquellas fueron de las mejores bajadas que recuerdo.

Whistler - Blackcomb

Quinto día consecutivo de nieve a raudales (Imagen: Cristina).

En otra ocasión, nos asomamos a un pequeño collado que daba al bowl. Había un par de opciones directas de acceso, algo comprometidas y empinadas. Tuvimos muchas dudas de si lanzarnos o no por la más asequible de ellas porque implicaba separar al grupo. Finalmente, María no perdió el tiempo (de lo cual confieso que me alegré mucho) y se lanzó por ella. Separamos momentáneamente el grupo y algunos pocos la seguimos. Había que hacer un derrape controlado bastante vertical, pero enseguida se podían ejecutar virajes en una pala espectacular con nieve powder apenas usada. Fui trazando todo el bowl por su izquierda, encontrando tramos a estrenar en una selección de tubos, palas y esquí entre rocas… una auténtica gozada. El resto de la mañana consistió en esquiar hasta una de las bases acompañando a María. Un gran día de bañeras.

Whistler - Blackcomb

Jornada con perspectivas paisajísticas amplias (Imagen: Cristina).

Más tarde nos trasladamos al Glacier Bowl, donde descendimos alguna pista de doble rombo y seleccionamos varias palas bien inclinadas. Incluso tuvimos tiempo de regresar a Blackcomb para conocer la zona de su remonte más lejano, el Crystal Ridge, donde encontramos un entorno precioso con unos bosques fantásticos. También nuevas palas con nieve profunda por el lado derecho (en el sentido del descenso).  Aquella silla también nos permitió acceder a negras de uno y dos rombos de bosque, pistas que no son tales, sino bosques sin señalización en los que el esquiador ha de ir sorteando árboles, trazando un recorrido libre, permanentemente improvisado, o siguiendo el rastro ya arado por algunos antes. A partir de cierto uso, todo ello incluye enormes bañeras provocadas por el paso de la gente, constituyendo todo un reto técnico para el esquiador.

Nos detuvimos en la terraza de una cabaña de troncos, con unas vistas maravillosas, para tomarnos una sidra caliente y, algunos, unos gofres. Estábamos radiantes de felicidad. El resto del día lo empleamos tomando sillas y bajando baches sin apenas gente alrededor. La bajada final la trazamos por una combinación de pistas verdes y azules practicando carving. A punto estuve de tener el accidente de la temporada, cuando, en posición de huevo, en plena pista verde, casi me precipito por un agujero no señalizado en un terraplén de un bosque. Aquello no estaba marcado pese a ser todo un recorte que se comía, sin previo aviso, uno de esos trazados que coinciden con pistas forestales.

Whistler - Blackcomb

Autorretrato en la cabaña-restaurante.

Whistler - Blackcomb

Los que quedábamos entonces (Imagen: Cristina).

Apuramos la jornada hasta el final y regresamos a casa. Cristina hizo unas sabrosas tortillas de patatas que acompañamos con espárragos al horno. La velada resultó muy agradable, aunque tuvo inevitable sabor a despedida. Ella y yo dejamos todo el equipaje preparado para salir a las 5,30 de la mañana.

Whistler - Blackcomb

El que fue nuestro hogar en Whistler.

El tema de conversación del día fue un clásico entre las comunidades de extranjeros residentes en los EEUU: los visados. Para quienes somos ajenos a dicha problemática, puede sorprendernos la amplía clasificación de variantes existentes. Aquello parece una hibridación entre la tabla periódica de los elementos y los niveles de una escuela oficial de idiomas. Que si los Hn, que si los F, etc. con la aspiración y objetivo de casi todos de conseguir la anhelada green card. En el grupo había de todo, gente con doble nacionalidad, green card o visados temporales de trabajo. La segunda es importante porque garantiza la residencia, independientemente de mantener el puesto de trabajo, permite poder cambiar de empleo y da seguridad temporal. Conseguirla se basa en un complejo proceso que incluye burocracia desmesurada, mucho dinero, tiempo o estrategias (algunas poco lícitas), según los casos. No tenerla supone sufrir la presencia de una espada de Damocles amenazando permanentemente la permanencia en el país. Y, no menos importante, una especie de menosprecio por parte de los EEUU hacia estas personas de alta cualificación académica y profesional que están desarrollando su labor en la vanguardia de la tecnología y la ciencia.

De madrugada, un taxi nos dejó, a Cristina y a mí, en Creekside. Tuve tiempo de pasear un poco por el pueblo, iluminado por lámparas decorativas. Es coqueto y algo más bonito que Whistler. Había gente trabajando en la panadería, y el gimnasio (un atractivo chalet de montaña) estaba abierto. Ambos establecimientos están ubicados en una calle peatonal en la que abundan los negocios de tipo artesanal, la peluquería, etc. Ya en el autobús, amaneció cuando llegábamos al fiordo. Nuestro viaje terminó en el aeropuerto de Vancouver, tomando un vuelo directo hacia Denver.

Whistler - Blackcomb

El gimnasio de Creekside. A las 5,30 de la mañana ya tenía clientela.

Sobre Whistler – Blackcomb.

Whistler - Blackcomb está considerado como uno de los dominios esquiables más grandes de Norteamérica. En algunos de los rankings que he consultado a través de Nevasport, basado en los datos de los trabajos de Christoph Schrahe, lo sitúan como el segundo más grande por detrás de la reciente conexión entre Park City y Canyons. En cualquier caso, se utilicen los criterios que se utilicen para valorar la cuestión, os puedo garantizar que es bastante más pequeño que los más grandes dominios europeos como Los 3 Valles, el Arlberg, etc. A su favor hay que señalar que en Whistler – Blackcomb, independientemente del kilometraje lineal esquiable, todo se considera esquiable excepto unas pocas superficies acotadas por su peligrosidad. Es decir que, en cuestión de superficie esquiable, el dominio sí que sale fortalecido. El kilometraje lineal anda valorado por los 254 km (que no es demasiado), pero puestos a diseñar descensos propios, las opciones se multiplican.

Whistler - Blackcomb

Plano de pistas (Imagen: whistlerblackcomb.com).

La estación recibe mucha precipitación de nieve, ese es otro de sus puntos fuertes, aunque, como luego explicaré, no hay que fiarse del todo porque tiene años malos. El problema para nosotros es que para poder aprovechar el Epicpass (imprescindible porque el pase convencional resulta carísimo), reservar vuelos, etc. Hay que hacerlo con mucha antelación y no se puede contar con plazos meteorológicos que garanticen el mejor momento.

Whistler - Blackcomb

Epicpass, solución rentable/asequible para esquiar en parte de los EEUU y Canadá.

La cota máxima está a 2284m de altura, la base esquiable a 653m. No es mucha altura, pero sí un gran desnivel. El dominio está configurado en forma de dos grandes montañas gemelas separadas por un valle que no es esquiable ni en su lecho, ni en sus laderas más bajas. Ello hace que para pasar de una montaña a la otra haya que descender hacia la base de Whistler para subirse a alguna góndola, o haya que tomar el moderno gran telecabina Peak to Peak. Esta peculiar conectividad hace que, en mi opinión, el dominio pierda cierto poder de extensión. Algún otro itinerario largo de lecho de río (los dos situados a ambos extremos del dominio) no siempre están abiertos, pues utilizan zonas muy sensibles a las avalanchas. Por el contrario, otro punto fuerte del lugar, añadido a la libertad que plantea de utilización de toda su superficie, es que ofrece mucha verticalidad y numerosas opciones de descensos bastante radicales. Así que es, en este sentido, un resort bastante agresivo, más recomendable para esquiadores expertos que para debutantes. Ello a pesar de que muchas conexiones laterales exigen tener que remar por haberse quedado cortas en pendiente.

La mayor parte del dominio está tapizado por bosque, lo cual implica dos cosas: una, que muchas pistas están trazadas mediante cortafuegos, por lo que no emplean balizamiento; y dos, que el esquí por dentro de la masa arbórea está garantizado y es una práctica muy popular allí. Únicamente desparece el arbolado en las zonas más elevadas.

Son áreas muy destacables, interesantes y recomendables los tres bowls situados por detrás o lateralmente en sus zonas más elevadas. Son una especie de cuencas que ofrecen variados y generosos territorios por los que esquiar con mucha libertad de diseño de los descensos.

Se trata (se pisa) un porcentaje relativamente bajo de las pistas. La mayor parte del territorio se deja evolucionar de forma natural, por lo que el esquiador se encontrará nieves muy cambiantes y, en cuanto a las pistas balizadas, muchas de ellas, las de niveles más altos, pronto se encuentran completamente ocupadas por bumps. Por lo tanto, tampoco es una estación recomendable para esquiadores comodones. Ni lo es para practicar mucho el carving ya que, además del bajo porcentaje de pistas pisadas, en todos los cambios de rasante (que son muy abundantes) surgen pantallas de advertencia (y ocupación de espacio) para obligar a reducir la velocidad.

«Inspirada por el excitante éxito de los JJOO de 1960 en Squaw Valley, en California, un grupo de hombres de negocios de Vancouver empezó a soñar con construir in resort de esquí y con traer los JJOO de invierno a las montañas de la costa al norte de Vancouver. Fue fundada la Asociación de Desarrollo Olímpico Garibaldi (GODA), liderada por el noruego Franz Wilhelmsen, y enseguida, Mountain London, en el Parque nacional Garibaldi, fue elegida como la localización potencial. Entonces no había carretera, ni electricidad, ni distribución de agua, ni alcantarillado al pie de Mountain London.

Desde 1962 hasta 1965 Garibaldi Lifts limited, una organización hermanada con GODA, logró fondos y comenzó el desarrollo del área de esquí. Además, en 1965, el nombre de London Mountain’s fue oficialmente sustituido por Whistler Mountain, con el cual la gente local de Alta Lake se había referido desde hacía tiempo a la montaña, a causa del sonido de los silbidos de las marmotas que saludaban a los excursionistas veraniegos». (whistlermuseum.org).

Hacia 1965, el gobierno provincial había terminado una estrecha carretera de grava desde Vancouver, la cual continuaba por una rústica carretera de servicio bajo las grandes torres hidroeléctricas del río Bridge. Aquel mismo año, una subestación suplementaria fue construida, proporcionando, finalmente, electricidad a Alta Lake. Por fin, el 15 de febrero de 1966 se abría oficialmente Whistler Mountain para la práctica del esquí. La fecha no la convierte en una estación antigua si la comparamos con los historiales de algunas de las europeas. Al contrario, tiene la edad de algunas españolas de gran tradición, pero es más joven que nuestras pioneras.

GODA realizó hasta cuatro intentos antes de conseguir la nominación de unos JJOO de invierno. El primero para la edición de 1968, pero la candidatura fue desestimada por la falta de desarrollo de la zona. En 1976 estuvieron muy cerca de conseguirlo, al lograr la nominación nacional, pero con la mala suerte de que ese año los Juegos de Verano estaban adjudicados a Montreal, por lo que el COI desestimó repetir de país organizador. La tercera tentativa (para 1980) fue rechazada por el Comité Olímpico canadiense aduciendo falta de apoyos provinciales y unos accesos inadecuados. Los de 1988 se fueron para Calgary, cuarto intento frustrado. Finalmente consiguieron celebrarlos en 2010.

El desarrollo urbanístico inicial de la zona fue caótico y parcialmente ilegal porque la gente empezó a aprovechar cabañas abandonadas o levantarlas en cualquier parte. Fue en 1974 cuando se instauró como municipio (primer municipio - estación de esquí en Canadá), y en 1977 cuando se redactó su primer plan urbanístico.

Blackcomb Mountain abrió como estación independiente en 1980. Ambas se fusionaron en 1998. El Whistler Mountain Bike Park se abrió aquel mismo verano. Precisamente, en julio de aquel año, visité Whitsler un día en plan familiar (Cristina entonces era una niña), y me llamó la atención la oferta de alquiler de bicicletas de montaña con suspensión delantera o total (gran novedad de la época), y que varios remontes funcionaran para ofrecer descensos. Entonces era muy aficionado al ciclismo de montaña. Es ahora cuando me entero de que nuestra visita coincidió con la temporada inaugural del Whistler Mountain Bike Park.

Whistler - Blackcomb

Whistler 1998. Más tarde la familia aumentó de miembros. Cristina es la que tiene puestas unas gafas de sol.

Entre las muchas personas que han colaborado en el desarrollo de este resort figura una mujer con una historia vital interesante. Nancy Greene Raine fue una exitosa corredora canadiense. Su palmarés incluye una medalla de oro olímpica en gigante y una de plata en especial (Grenoble 1968); dos Campeonatos del Mundo (gigante y combinada) y una de plata (especial) el mismo año, también en Grenoble; dos títulos Generales de la Copa del Mundo (y dos Copas del Mundo en la disciplina de gigante); y trece victorias en pruebas puntuales de la Copa del Mundo de Esquí Alpino (3 descensos, 7 gigantes y 3 especiales). Nacida en Ottawa, tras su retirada deportiva hizo carrera política y se vinculó a un buen puñado de proyectos de promoción del esquí. Algunos de ellos de forma desinteresada. Colaboró con la promoción y desarrollo de Whistler y, posteriormente, se vinculó profesionalmente con Sun Peaks. A sus ochenta años (nació en 1943) sigue esquiando. Dejo aquí un video de su trayectoria que me ha soplado Asier.

Atención: en Whistler hay gente. Para nosotros, lo de las colas fue un misterio, porque hubo mucha más gente durante los dos primeros días laborables, que durante el fin de semana. Finalmente di con la explicación. Por un lado, los dos primeros días la estación tenía cerrados bastantes remontes a causa del riesgo de aludes. Los equipos de provocarlos estuvieron muy activos aquellos dos días. Y la gente no llegó a repartirse. Por otro lado, daba la casualidad de que aquella estaba siendo una temporada nefasta para el resort. Había empezado bien, con una nevada temprana en noviembre, pero habían estado sin prácticamente nieve hasta nuestra llegada, la cual coincidió con un generoso temporal de nevadas anticipadamente previsto. Aquello provocó que miles de personas reorganizaran su calendario laboral y se cogieran un par de días para ir a esquiar con ansia y nieve recién caída. De hecho, para el fin de semana la afluencia ya se había normalizado, y para el lunes siguiente la cosa había descendido radicalmente. En cualquier caso, hay que andarse con ojo porque, según el informe de Laurent Vanat de 2021, Whistler – Blackcomb es el quinto resort del mundo que más visitantes recibe.

Lo que ha sucedido este año, la escasez de precipitaciones hasta final de febrero, no es algo nuevo allí. Aunque normalmente tienen mucha nieve, ante los JJOO de 2010 les ocurrió lo mismo, y sufrieron muchas preocupaciones y problemas su escasez.

Mi estancia allí fue magnífica y diferente. He conocido algunos destinos de esquí que me han gustado bastante más y, desde un punto de vista racional (valorando el destino, le coste del viaje, la cantidad de gente, etc.) no es una opción que recomiende para un europeo. Eso no quiere decir que me arrepienta de haber viajado allí, al menos una vez en la vida, pues me encanta perseguir la variedad y he podido conocer un lugar muy sugerente (exigente, variado, etc.), y un estilo y cultura esquiadora bastante diferente. En un próximo artículo podrán encontrarse ciertas comparaciones con respecto a Vail, y el lector atento podrá desentrañar dónde me plantearía repetir y donde no. En todo caso, todas estas cuestiones, sin duda, tienen mucho que ver con el poder adquisitivo de cada cual.

La experiencia de integrarme en un grupo de jóvenes españoles altamente cualificados, afincados en Nueva Inglaterra, fue un plus de enriquecimiento personal. Disfruté mucho con ellos esquiando y conviviendo. Y, desde la perspectiva de mi edad madura, tras conocerlos personalmente y saber en qué andan metidos profesionalmente, me da la impresión de que los de mi generación podemos estar tranquilos porque, por lo que a ellos respecta… ¡estamos en muy buenas manos!

 

24 Comentarios Escribe tu comentario

  • #1
    Fecha comentario:
    20/03/2024 19:25
    #1
    Poco se puede decir .... excelente relato, eso es mas que un report. Felicidades y que podais continuar por muchos años, con espectativas y buen hacer en el pais.

    Gracias por compartir vuestra vivencias.
    :+:

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    • Gracias!
  • #2
    Fecha comentario:
    20/03/2024 19:39
    #2
    Magnífico report, donde el esquí ha sido solo una parte del interés en leerlo.
    Sin duda una experiencia global francamente enriquecedora, muy bien escrita, y muy completa. me has dado franca envidia, y no sólo por el esquí, sinó por la vivencia en su conjunto.
    Gracias por compartirlo;

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    • Gracias!
  • IST
    IST
    #3
    Fecha comentario:
    20/03/2024 20:10
    #3
    Estuve en 2017 en verano, esquiando el 1 de juliol fiesta nacional de canadá, en el glaciar de blackcomb. ¿Por casualidad sabes si Todavía está abierto en verano? Estaba agónico.

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    • Gracias!
  • #4
    Fecha comentario:
    20/03/2024 20:15
    #4
    #3 pues no sé decirte si lo abren o no, pero imagino que sería un espacio esquiable bastante pequeño...

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    • Gracias!
  • #5
    Fecha comentario:
    20/03/2024 22:03
    #5
    Gracias por las vivencias y reflexiones!

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    • Gracias!
  • #6
    Fecha comentario:
    21/03/2024 11:45
    #6
    Felicidades por el viaje y el reportaje tan detallado. Po fin alguien explica los contras, para un esquiador Europeo, de esquiar en Norte América. Tema piernas con tanto desnivel y bañeras y sin poder carvear ni hacer giros largos, como se lleva?

    DIces: "Entienden y asumen que, por encima de todo, el esquí fuera de pista es prioritario (a ver si cambian de mentalidad por aquí de una puñetera vez). " Pero si te ha nevado más a ti en 3 días que en los ultimos 2 años en le Pirineo :lol2:

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    • Gracias!
  • #7
    Fecha comentario:
    21/03/2024 12:51
    #7
    Extraordinario relato.

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    • Gracias!
  • #8
    Fecha comentario:
    21/03/2024 14:15
    #8
    Da gusto leer un report tan bien escrito y abarcando diferentes temas. Estuve por allí hace más de 20 años ( mi hermana vive en Seattle y nos escapamos un par de días) y por lo que cuantas la cosa se ha masificado bastante..Y estoy de acuerdo contigo.. Donde estén los Alpes…

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    • Gracias!
  • #9
    Fecha comentario:
    21/03/2024 14:31
    #9
    #6 Muchas gracias por tus comentarios y ¡atenta lectura!. Me animan a añadir algunas implicaciones:

    - Un problema que actualmente encontramos con los medios de comunicación, y especialmente Internet, es la desmesurada proporción de información que se publica soportada (económicamente, en potencia de divulgación y llegada, etc.) por intereses comerciales, ideológicos, estadísticos, etc. En lo que a mi respecta, mi espacio es totalmente independiente. Está motivado por afición (al esquí y a escribir) por lo que no se debe a nadie. La independencia informativa no garantiza calidad, pero al menos se libra de intereses ocultos. Hay europeos que pueden disfrutar mucho esquiando en Norteámerica (ha sido mi caso), pero es caro y no para todos. Tengo mucha familia y entorno de amistades esquiadores, y sé, positivamente, que muchos de ellos lo pasarían mal en Whistler porque no esquían en fueras de pista con nieves profundas y odian los baches. Más que pasarlo mal, desprovecharían los puntos más fuertes del destino. A mí me encantan ambas opciones. Hay gente que (en el fondo) está a gusto con las colas porque disfruta socializando en ellas, no es mi caso, por eso, trato de contar mis experiencias y que cada cual se piense si puede resultarle interesante ir o no allí. Respecto al carving, poder se puede, pero se ve limitado en kilometraje (y en pendiente) por la escasa proporción de pistas tratadas (especialmente negras) y por los frecuentes sectores de "slow skiing". También me gusta carvear, pero puedo prescindir de ello si, a cambio, hay otras posibilidades que me agradan más. Lo dicho, cada usuario somos un mundo.

    - Sí, he tenido mucha suerte con las nevadas, ya la tuve en diciembre en Austria. Pese a ello, desde mi punto de vista, las posibilidades del fuera de pista no se limitan a las nevadas recientes. En bastantes ocasiones, las laderas no tratadas evolucionan hacia nieves primaveras que resultan deliciosas (sobre todo si tienen mucha pendiente), lo sabemos bien los practicantes de travesía. Otras, como me ha sucedido este año, sale un día para hacer huellas dentro de la peor temporada vivida en décadas (P. e: Alto Campoo este año en una día que hice travesía). Sean pocos o muchos los días en que nos pueda interesar o apetecer esquiar fuera de pista, el asunto al que me refería es a que en muchas estaciones españolas (también francesas y de otros lugares), salirse de las pistas está "proscrito" o "castigado". Se advierte (o se trata con ambigüedad) de que los seguros y/o servicios de rescate y/o atención de la estación, póliza o lo que sea no te van a cubrir. Pretenden "estabular" a los practicantes en el limitado espacio de las pistas, sin que se saque provecho y disfrute de la mayor parte del terreno de las montañas. Considero que ese proceder va en contra de una interpretación tradicional, histórica, naturalista, etc. del esquí, acercándolo más a un concepto de parque de atracciones. La postura que he encontrado allí es la opuesta: todo es esquiable mientras no se señalice lo contrario, y lo señalizado en contra es mínimo y cambiante según las condiciones (lo vi igual en Aspen=error, quería decir Vail, lo contaré la semana que viene). Sé que para poder proponerlo así hace falta un trabajo riguroso de conocimiento e interpretación de los riesgos del territorio de cada dominio, así como una buena gestión de avalanchas (avisos, prevención, provocación, etc.) pero es algo que se supone debería trabajar una estación que se precie. Ya comenté que en el Arlberg me llevé una gratísima sorpresa en este sentido, porque allí también permiten/animan/gestionan los riesgos relativos al esquí fuera de pista que, no lo olvidemos, a través del "constructo-imagen-reclamo" "free-ride" vende muchísimo material, viajes, negocio, etc.

    - ¿Las piernas? Bien , gracias. Ya he cumplido los 60, pero, a causa de mi vida laboral y de aficiones, no he dejado de hacer deporte muy diverso jamás. Por ello, nunca antes había hecho una preparación específica para la temporada. Este año sí, porque era bastante consciente de lo que me iba a encontrar allí. Y puedo confirmar que me ha funcionado muy bien.

    Saludos.

    Siento haberme extendido tanto.

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    • Gracias!
  • #10
    Fecha comentario:
    21/03/2024 21:46
    #10
    Menudo espectáculo de reportaje!! Buen texto, buenas explicaciones y fotazas espectaculares!

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    • Gracias!
  • #11
    Fecha comentario:
    21/03/2024 23:16
    #11
    Gran report. Gracias por explicarlo todo tan bien.
    No he estado esquiando en Canada, pero si he tenido la suerte de hacerlo en USA y comparto muchas de tus apreciaciones y valoraciones.
    Para un esquiador europeo, es una gran experiencia el poder esquiar alli alguna vez en la vida…pero una vez hecho, y comparándolo en global, creo que la experiencia de esquiar en un gran resort europeo es mucho más redonda.

    Y que suerte con la meteo…si hubieras ido un par de semanas antes la apreciación/valoración creo que no hubiera sido nada satisfactoria 😀
    Es lo que tiene cruzar el charco…hay que planificarlo todo con mucha antelación…y luego la meteorología y las condiciones son una lotería. Una semana arriba o una abajo, según vaya el tiempo, te cambia la experiencia por completo !

    Gracias una vez más y saludos !

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    • Gracias!
  • #12
    Fecha comentario:
    22/03/2024 00:55
    #12
    Excelente exposición , has definido perfecto los pros y contras de este tipo de viajes y para quien son. Del mismo modo que se puede esperar para que no haya desengaños.

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    • Gracias!
  • #13
    Fecha comentario:
    22/03/2024 09:48
    #13
    Excelente y completo relato, contado de tal forma que pese a su extensión, obliga a leerlo entero.
    Por profundizar un poco más, ¿nos podrías indicar cómo son sus remontes, sillas o cabinas, si son desembragables, antiguos, modernos etc ? Deseando leer el que anuncias de Aspen, gracias de antemano

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    • Gracias!
  • #14
    Fecha comentario:
    22/03/2024 10:21
    #14
    #9 Muchas gracias por tu detallada respuesta. Nuestros reportajes son muy importantes y sirven de referencia para mucha gente interesada en emprender viajes de esquí al extranjero. Así como yo, en su dia, me guie por muchos post de Nevasport , creo que es muy importante detallar nuestros viajes para poner las cosas fáciles a quien nos lee. Sigo pensando que hay una diferencia abismal entre el concepto de esquí en Europa y en USA, y que en parte, esto es así, a causa del clima. Por mi parte se me harían pesados 5 días de esquí sobre bañeras y nieve sin pisar, aunque me encanta el fuera pista y el freeride. También es verdad que la exigencia del giro corto es mucho más elevada que la del carving. Se me hace raro pensar en una jornada de 9h a 16h con estos desniveles y con nieve sin tratar; sobretodo por un Europeo el cual no esta acostumbrado. Pero para gustos colores. Felicidades de nuevo, y veo que tuvisteis mucha suerte porque hasta el momento, Whistler, estaba sufriendo una de sus peores temporadas dsd los JJOO, efectivamente.

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    • Gracias!
  • #15
    Fecha comentario:
    22/03/2024 10:39
    #15
    #13 Gracias por tus cumplidos. Voy con el tema remontes:
    Las góndolas de partida son largas y modernas, de unas ocho plazas, algunas de ellas con paradas intermedias en las que poder subirse.
    El resto, prácticamente todo (a excepción de un par de telesquís tipo T en puntos elevados muy concretos), son sillas desembragables de entre 4 y 8 plazas. Todos mueven mucha gente (algo que allí parece necesario).
    Las colas están muy bien organizadas para evitar conflictos: canales paralelos por cuerdas, que se van reuniendo mediante un diseño de sucesivos cedas el paso. Siempre hay una o dos filas para individuales solitarios, pero, cuando hay bastante gente, comprobamos que ambas (la general y la individual) corrían más o menos igual.
    El trabajo de los encargados de los remontes es eficaz, organizan muy bien a la gente.
    Caso aparte es el Peak to peak, es una especie de híbrido entre teleférico y góndola que va a gran velocidad y dispone de muchas cabinas en las que caben del orden de 20 personas. Es muy moderno y con vistas espectaculares, pero no remonta, traslada de una montaña a la otra. Cuando le cogimos no tuvo cola alguna. No la disfrutamos, pero una de sus cabinas tiene el suelo transparente para darle más emoción al viaje.

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    • Gracias!
  • #16
    Fecha comentario:
    22/03/2024 11:22
    #16
    Que manera de escribir! Nunca en Nevasport había visto un texto tan bien escrito. Realmente eres un gran relator, de verdad te felicito. Es un gusto leer un reportaje así y sumergirse en una lectura que te traslada virtualmente a ese lugar, a esas cenas y a ese grupo. Con todo el cariño me permito pedirte que escribas más, que lo compartas y que sigas con esa vitalidad que se refleja en tus escritos. Muchas gracias.

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  • #17
    Fecha comentario:
    22/03/2024 12:45
    #17
    Gracias por tu reportaje de nieve con ese plus de ¿Qué pasa con nuestros jovenes preparados que marchan??
    Estuve esquiando en Whisler hace años y aún creo que es una de las mejores estaciones del mundo para los que entendemos como idóneo que haya más itinerarios sin pisar a costa de menos kilometros de pistas..... , cogiendo tu comparación, para mi es infinitamente mejor esta estación que los tres valles valles franceses, con muchos más kilometros de pistas, pero muchas de ellas paralelas y con menos km de itinerarios. Adicionalmente las zonas de arboles (ancian cedars) en general tienen las ramas altas, con lo que son perfectamente esquiables y buenos para refugiarte esquiando dentro de ellos los días de poca visibilidad, para mi es impagable..., aunque es cierto que yo no encontré tus colas :+:

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    • Gracias!
  • #18
    Fecha comentario:
    22/03/2024 13:06
    #18
    #17 Muchas gracias por tus aportaciones. Ancian cedars, tomo nota, pero lamentablemente se me olvidará :frown: . Efectivamente son ideales para esquiar entre ellos.
    En Whistler tuve mucha suerte con la nieve y la visibilidad "próxima", pero no tanto con la "geográfica" el primer día, es decir con poder ver mejor el panorama cercano para comprobar si tal o cual pala o tenía salida o no, algo importante para esquiar fuera de pista en un espacio desconocido. Si la llegamos a tener el primer día aquello hubiera sido la repera, aún así, nos fue bastante bien en ese sentido.
    No soy dado a comparar los dominios porque no suele resultar sencillo ni objetivo hacerlo. Los Tres Valles me gustan, no es la que más, pero, de las 6 veces que los he visitado, una fue horrorosa y alguna otra maravillosa.
    Una cosa que nos debería quedar clara a todos (y no es una réplica a tu comentario, sino algo que debemos tener en cuenta cuando leemos, o alguien nos cuenta su experiencia sobre algún destino de esquí) es que la impresión que nos llevamos depende en grandísima medida de muchos factores, pero, sobre todo, de las condiciones de nieve y atmosféricas que se hayan dado en el momento.
    Muchas gracias por tu aportación (y las del resto) me está sorprendiendo muy gratamente la acogida que está teniendo el artículo).

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    • Gracias!
  • #19
    Fecha comentario:
    22/03/2024 13:19
    #19
    #18 Totalmente de acuerdo, las condiciones son las que te encuentras en ese viaje !
    y repito, gracias por un reportaje chulo con una mirada diferente :+:

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    • Gracias!
  • #20
    Fecha comentario:
    22/03/2024 13:21
    #20
    Felicidades por el articulo y por compartirlo!
    Whistler la tengo marcada en la lista...algún año caerá.
    Un saludo

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    • Gracias!
  • #21
    Fecha comentario:
    23/03/2024 09:33
    #21
    #15
    Muchas gracias por contestar.
    Y si, tal como dices en otro momento, las impresiones que nos llevamos de las estaciones depende en gran medida de las condiciones de nieve y tiempo, a lo que podríamos añadir compañía, paisaje y algún pequeño complemento.
    Y di el relato ha tenido acogida puede ser porque está muy bien narrado y trata de una estación que podemos considerar diferente y atractiva por su lejanía.

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    • Gracias!
  • #22
    Fecha comentario:
    23/03/2024 12:10
    #22
    Impresionante estación, gracias por compartir

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    • Gracias!
  • #23
    Fecha comentario:
    24/03/2024 20:57
    #23
    #13 Nada más que comentarte que puse Aspen por error, quise decir Vail (el próximo artículo).

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    • Gracias!
  • #24
    Fecha comentario:
    30/03/2024 20:56
    #24
    Coincido con el análisis. Estuve 5 días la temporada pasada que al final redujimos a 4. Nos pilló la ola de frío de diciembre del 22 y estábamos en las pistas a 20 bajo cero con sensación de -25 por el viento. Estuvimos en Creekside que es un pueblito majo. Menos mogollón que Whistler.
    Cinco días de esquí para una famila de 4 nos salió prácticamente por lo mismo que pagamos para toda la temporada en los Pirineos. Cierto que aquí no alquilamos esquís pero tenemos que pagar alojamiento toda la temporada....
    En cualquier caso la experiencia fue positiva aunque no iría ex profeso a esquiar allí a no ser que el dinero no sea un problema. Como ya se dice en el artículo, muchos dominios de los Alpes tienen los mismos kilómetros o más.
    Si me tocan los cupones volveré.

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    • Gracias!

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