¿Qué tal han ido las vacaciones navideñas?
¿Habéis celebrado la noche vieja por todo lo alto?
Desde hace ya varios años, Txell y un servidor la celebramos en petit comité y sin muchas florituras. Para seguir la tradición, después de comernos las uvas vamos a dormir y así poder madrugar y empezar el año haciendo lo que más nos gusta.
No sé si alguna vez habéis estrenado el año esquiando, pero si no lo habéis experimentado os lo recomiendo. Es como esquiar en días laborables, no hay casi nadie en pistas!!!
En esta ocasión y siendo un invierno en el que la méteo está haciendo un poco el gamberro, nos dirigimos a un destino con valor seguro, un destino en el que no saben que es eso de pedir a San Paquetón que les visite. ¿Y cuál es ese lugar?
El bendito sitio recibe el nombre de Arcalaska, y es la estación de Ordino Arcalís.
Como os podéis imaginar el mote lo dice todo, la nevera de Andorra y dónde la buena nieve está siempre presente, así que después de madrugar un poco, a las 9 de la mañana estábamos ya en el parking de la estación.
Ya veis la cantidad de coches que abarrotan el párking, jajajaja.
Nos ponemos las botas, cogemos los bártulos y a taquillas a sacar el forfait. Una vez teníamos todo listo, nos disponíamos a coger el primer telesilla de la década, qué ilusión!!
Os parecerá una tontería, pero a mi estas cosas me hacen gracia, estrenar el año esquiando y encima con una tranquilidad absoluta y buena nieve es una maravilla.
No sabéis lo que nos costó llegar hasta el telesilla, gente pisando esquís, empujones... jajajajajaja
Casi parecía que teníamos la estación para nosotros...
Cuándo voy a Arcalís, algunas veces dudo de qué esquís coger, los de pista o los anchitos (problema o bendición para los que tenemos varios pares). Ya sabéis que Arcalaska es el paraíso del freeride, así que como Txell y yo usamos el mismo número de bota, cojo unos de cada y luego los podemos cambiar, jajajaja.
Aunque si os soy sincero, desde que ha probado los anchos, ya no me los deja!!
Llegados a lo alto de la Portella, vimos que en la zona de Creussans ya le daba el sol, así que, aunque no era un día especialmente frío, decidimos ir para allí.
¡¡Menuda pintaza que tenía la zona y sin nadie en ella!!
Menudas vistas hay desde lo alto de Creussans, la zona de La Coma, la nevera de Arcalís todavía en la sombra pero con un aspecto precioso.
El día fue pasando mientras esquiábamos por las pistas de toda la estación con una nieve muy buena.
Pero claro, estábamos en una de las mecas del fuerapistas, así que a catarlos que nos íbamos!
La zona elegida sería la mítica de les Portelles, pero antes de meter a Txell en un berenjenal, me fui sólo a catar el estado de la nieve. Empecé bajando por el primer tramo de la Portella del Mig para luego desviarme a la izquierda y entrar en la zona freeride, mientras Txell descendía por la pista.
La calidad de la nieve era polvo compactado, ideal para meterse en camisas de once varas, jajajaja, así que al llegar abajo le digo que volvemos a subir, que bajaremos por dónde lo había hecho yo y que probara qué tal.
Dicho y hecho, subimos y a la que empezamos a bajar vi que la cosa le gustaba y que estaba disfrutando, así que ese día no podía irse sin bajar por la famosa 15 metros.
Allí estaba, en la puerta del paraíso, dispuesta a bajar una de la míticas zonas de Arcalís.
Y tras algunas bajadas más de disfrute absoluto, era hora de irse, pero lo hicimos con la sensación de empezar el año de la mejor manera.
No sé vosotros, pero la conclusión que saco es que muchas veces nos quejamos de las aglomeraciones ya que, como es normal, la gran mayoría de gente puede ir a esquiar los fines de semana y los festivos, pero...
¿Qué pasa el primer día del año?
Es de esos días que uno no puede perderse, un festivo pero con casi nadie en pistas, nos quejamos de la cantidad de gente en las estaciones, pero cuándo podemos aprovechar para esquiar tranquilos no lo hacemos. Es entonces cuándo me pregunto...
¿Pueden más dos copas que cientos de giros?