Parece mentira, 9 meses justos han pasado desde que cerraron repentinamente las estaciones de esquí por el maldito COVID 19, ese bicho que ha puesto en jaque a todo un planeta.
¿Qué cosas, verdad? Un mísero bichito que consiguió paralizar el mundo, pero que parece que por fin, no sé si le habremos ganado (quizás eso sea imposible), o al menos habremos aprendido a medio convivir con él. El camino ha sido, es y será largo, pero poco a poco estamos volviendo a poder gozar.
Nueve meses de espera, todo lo que dura un embarazo, pero al fin, hemos dado a luz, hemos podido volver a esquiar.

Ya sé que el sentimiento no es ni medio parecido, faltaría más, pero un embarazo normalmente es largo y duro por todas las partes implicadas, hay quién lo lleva mejor o quién lo lleva peor.
Al fin y al cabo, es una situación similar a la que hemos vivido, parecía un embarazo de riesgo, aquel que no puedes hacer nada, en casa de reposo todo el día, pero ha llegado el momento en que das a luz y puedes salir a respirar. Sí, ya sé que hemos podido ir a la playa, hacer deporte, vida medio normal, pero lo que no hemos podido hacer es lo que más nos gusta, ESQUIAR.
Día D, 14 de Diciembre de 2020, es un parto largo y de riesgo, pero la cabeza del bebé está empezando a salir.
Día que estábamos esperando ansiosos, os puedo asegurar que a mi se me ha hecho larguísimo, y a los de mi alrededor también por tenerme que aguantar, jajajaja, pero hoy hemos vuelto a deslizar.
Desde el momento que anunciaban la apertura de las estaciones, el nerviosismo, el ansia, y las ganas se habían acentuado exponencialmente, y eso que parecía imposible.
¿Sabéis la sensación que invade nuestro cuerpo cuando anuncian una nevada de medio metro por la noche y al día siguiente sol y fresco? Pues así pero multiplicado por mil.
Bueno, momento de la verdad. Llegada temprana al parking de la estación, Masella en este caso, comer algo mientras nos ponemos las botas y sacamos los esquís. Las mariposas en el estómago parece que me van a hacer volar de lo revueltas que están.
Cargamos los esquís y directos al telesilla. Subimos. La sensación y los sentimientos en ese momento pocas veces los he tenido. Alegría, felicidad, bienestar...

El viento fresco nos despeja las ideas, nos ventila y nos alimenta el alma.
Llegamos arriba, bajamos de la silla, deslizamos unos metros y paramos. Allí nos hemos encontrado con Guillem Roca, Rokini en Nevasport.
Viene otro de los momentos más esperados, abrocharse las botas. Clac, clac, clac, clac en una y otra, ese sonido tan característico que nos susurra que vamos a gozar.
Empezamos tranquilos, suave, tomando sensaciones después de 9 meses, pero al rato, parece que se nos olvida que hemos estado tanto tiempo en el dique seco y nos empezamos a animar.

Tanto al llegar abajo, como para subir en los remontes, los protocolos de seguridad no pueden faltar, la mascarilla bien puesta y distancia en la cola de los remontes.

Realmente, al menos en el día de hoy, parecía que la gente era consciente que nos la estamos jugando, así que todo el mundo cumplía los protocolos, nada de aglomeraciones y distancia.
El ambiente es de alegría general y, como no podía ser de otra manera, nos encontramos a los mejores embajadores de Masella del país, bueno, quizás me quede corto, del mundo, los dos Jordis, por todos conocidos, Ski The East e It's a Powder Day.
Estamos esquiando, estamos empezando a ganar la batalla, pero todavía queda un largo camino, así que si cumplimos con ellos, seguro que podremos seguir disfrutando de nuestro deporte favorito.
Las bajadas se suceden una detrás de otra sin descanso alguno.

Empezamos a estar algo cansados, aunque hayamos hecho los deberes y hayamos cuidado bastante la forma física, es el primer día de la temporada y lo hemos cogido con ganas, así que paramos un rato aunque no quiero, me da la sensación que estoy perdiendo el tiempo, pero pienso que es mejor descansar un rato que el posible lamento de un sobre-esfuerzo.
Otra vez a la carga.

Es de esos días que no querrías que acabara nunca, la nieve, buena, los esquís, buenos, el ambiente, bueno, no podemos pedir más, estamos disfrutando como pocas veces en la vida, es el primer día de esquí después de una larga espera.
Unos descensos más y quizás va siendo hora de despedir la jornada, las piernas nos lo piden a gritos.

Es momento de parar, de volver a la realidad, el momento de volver a casa y empezar a pensar cuál va a ser el próximo día de esquí.
No sé vosotros, yo tenía mucho mono de esquí, pero ahora, el gorila se ha apoderado de mi, así que esperemos que no nos corten las alas otra vez.
Espero que los que no os hayáis podido estrenar no tardéis mucho en hacerlo, ¡¡esto ha empezado!! y espero que dure unos cuantos meses sin parar.
Y como siempre os digo...