Imagen del teleférico del lago Gento, en la Vall Fosca, a principios de septiembre de 2020 (Foto: IST).
Quedan pocas semanas para el inicio de la temporada de nieve 2020-21. Estos días, desde varios ámbitos, algunos aficionados y profesionales plantean dudas sobre cómo será la temporada de esquí en el actual contexto de la Covid-19. El cierre precipitado del pasado 14 de marzo ha pasado factura y ha generado interrogantes y desconfianza de cara a la próxima campaña.
Posiblemente muchos de nosotros hemos podido comprobar cómo, en foros en Internet, en grupos de whatsapp, o en conversaciones de cafetería entre aficionados a la montaña, la duda y la incertidumbre sobre la nueva temporada siempre se acaba colando en algún momento de la charla o del chat.
Lo cierto es que son "tertulias" amenas y divertidas a las cuales no suele faltar quién se llega a cuestionar si las estaciones acabarán abriendo y, si lo hacen, cómo lo harán. Quizás al 100%? O al 75%? A al 50%? Se refieren, sobre todo, a los remontes, claro, y no a las pistas de bajada.
Y aquí, a los remontes, es donde quisiera hacer un apunte en positivo. Este verano hemos podido ver, en las estaciones del Hemisferio sur y en los glaciares de los Alpes, que la temporada se ha vivido con bastante normalidad. Mucha más normalidad de la que imaginábamos en el ya lejano mes de junio cuando empezaron a abrir, cuando todavía nos estábamos rehaciendo de la decisión de cerrar pistas de un día para el otro a mediados de marzo.
Dejando de lado la señalización por todos los rincones invitando a esquiar con máscara, a limpiarse las manos con gel hidroalcohólico, guardar distancias en el acceso a los remontes y a la reserva de forfaits y aparcamientos vía online, aparte de eso la temporada se ha visto bastante normalizada. (Os invito a echar un vistazo a las fotografías publicadas en la página Facebook de la estación neozelandesa de Mt Hutt).
Quizás con menos esquiadores en pistas y en los restaurantes, consecuencia de las limitaciones de aforos o quien sabe si por prudencia de los mismos clientes. Otra cuestión es el de la organización de los viajes de semanas blancas, pero que en este artículo no toca hablar. Ya escribiré sobre ello más adelante y del caso de una agencia de viajes.
En nuestro país, en los Pirineos, también hemos sido testigos de cómo se ha gestionado el uso de remontes a lo largo del verano. Desde el Funicamp de Grandvalira o el teleférico de Arinsal, en Andorra, hasta la telecabina de La Molina o el teleférico del Estany Gento en la Vall Fosca, la afluencia de visitantes y la garantía de seguridad ha resultado buena y ha generado confianza entre todas los partes implicadas: operarios, clientes, autoridades sanitarias ... Y creo que todos hemos cumplido con los protocolos sin demasiadas incidencias.
Los resultados de este verano serán un test válido de lo que viviremos y veremos este próximo invierno cuando volvamos a tomar un remonte. Y bien mirado, las diferencias que veremos entre las dos temporadas, la de verano y la de invierno, es que básicamente vamos a cambiar trekkings por botas de esquí y la camiseta técnica por una chaqueta goretex. Y los esquís, claro.
Podremos cambiar las mascarillas anónimas que hemos visto este verano por otras máscaras deportivas tipo buff con filtro (que estéticamente resultan más bonitas e igualmente protectoras). Nos volveremos a poner casco, máscara y guantes y esquiaremos como siempre. Y solo cuando llegue la primavera, y suban las temperaturas, empezaremos a pensar que la máscara nos sobra. Quizás por aquellos días nos anuncien la llegada de una vacuna ya al 100% testada y efectiva.
Creo que la reflexión que todos nos podemos hacer en el ámbito más personal o individual es en forma de pregunta: ¿Qué diferencia habrá, pues, entre esquiar con el coronavirus o sin él? Puede que me equivoque, pero creo que no demasiadas. Quizás menos gente en los fines de semana o, todavía mejor, la misma clientela pero más repartida a lo largo de los días laborables, consecuencia de un teletrabajo que nos permitirá un estilo de vida más responsable, menos presencial, y no por ello menos productivo.
Larga vida a los deportes de invierno en plena pandemia y preparémonos para en pocas semanas subir a pistas y cambiar la mascarilla anónima por la buff deportiva.
Ivan Sanz