La semana pasada decíamos que rotar o contrarrotar no es bueno ni malo, sino que cumple distintas funciones. Así, en la misma bajada -incluso en la misma curva- podemos ir atornillando o desatornillando el torso para buscar, bien más fricción y control, o bien mejor deslizamiento. Como con todo, si no dosificamos bien podemos encontrar inconvenientes. Veamos hoy cuales son.
Como decíamos, al contrarrotar desplazamos la masa del cuerpo sobre el esquí exterior, aplicamos así más presión y generamos mayor fricción, tendiendo a frenar. Esa postura del tronco hacia el valle lo anticipa para iniciar la siguiente curva, de modo que, en cuanto dejemos de ejercer presión, los esquís apuntarán hacia donde mire el cuerpo, desencadenando el nuevo viraje con rapidez y funcionalidad. En giros cortos se comprueba fácilmente, ya que el torso mira todo el rato cuesta abajo mientras las piernas se mueven a uno y otro lado, consiguiendo estos dos efectos de buen apoyo sobre el exterior y de inicio automático del viraje. La contrarrotación ayuda a angular más, ya que al movimiento lateral se añade el de la flexión de la cintura. Algunas personas confunden ambas cosas, por eso me gusta llamar a esta combinación de movimientos en el tronco falsa angulación, sobre todo, cuando una posición retrasada se convierte, al terminar el viraje, en esa postura muy contrarrotada y angulada sobre el esquí exterior.
Como explicábamos la semana pasada, cuando la contrarrotación del tronco es excesiva llega un momento en que el fémur no puede rotar más hacia el interior, de modo que se abre y hace que se suelten los cantos. Por eso un exceso de contrarrotación puede inducir una pérdida de agarre y, de hecho, se usa muy eficazmente para hacer un derrapaje lateral. También, esa rotación interna del fémur respecto de la pelvis limita el rango de movimientos y puede hacernos esquiar de manera estática, llegando incluso a dejarla bloqueada, de modo que podremos adaptarnos peor a la superficie irregular sobre la que vamos.
En cuanto a la rotación, es una manera de colocarnos de forma natural enfrentados a los esquís, repartir la presión sobre ambos y buscar un deslizamiento mejor. Puede resultarnos muy útil en nieves hondas o en cualquier otra circunstancia donde queramos correr más. Tratar de rotar en la dirección de los esquís es algo natural y eso, precisamente, suele generar muchos problemas ya que, en cuanto nos entran las prisas por girar porque el terreno se pone complicado, tendemos a forzar y rotar más de lo necesario. Cuando nos pasamos de rotación transferimos más peso de la cuenta al esquí interior y tendemos a alargar las diagonales, perdiendo la anticipación para la siguiente curva. Junto con la inclinación, rotar en exceso es la principal razón de perder el agarre en el exterior, lo que suele generar un stem con el esquí del valle, que las piernas queden excesivamente separadas, la divergencia del esquí interior o las piernas en equis. Todo ello suele ser debido a una falta de un apoyo en el esquí exterior, como hemos comentado en varios artículos desde hace años.
Y por esta semana nada más. Espero que éste y los artículos que enlazo sirvan para aclarar el tema.
¡Buenas huellas!
Carolo, febrero de 2020