(artículo sin contenido de montaña)
Sí, esos de la foto son profesores. Si uno se fija bien todos llevan un cartelito dorado en el pecho: Mengano, San Francisco, Sowboard Instructor; Fulano, South Lake Tahoe, etc. Son profesores y en cinco minutos estarán trabajando. Y todavía no ha habido un cliente que se queje de las camisas de flores. En este lugar donde los indios Washoe estuvieron diez mil años, los españoles trescientos y los actuales habitantes justo la mitad, parece que los que más han influido con su impronta han sido los surfistas y los jipis, je, que se vinieron aquí en los sesenta y miren ustedes qué costumbres han dejado.
Dejando a un lado mitos y prejuicios, California es tierra de personas vitales, relajadas y generosas; y se nota. Hacía tiempo que echaba de menos dar los buenos días a un desconocido y que no se asustara. Aquí, donde en tres meses sólo he oído una vez un claxon, todo el mundo, se conozcan o no, se saluda, te dan conversación y, en fin, te consideran y te tratan como a una persona. Seas quien seas. En la vieja Europa tenemos muchos prejuicios hacia este lugar y un creciente oscurantismo atroz promovido por la mayoría de los medios de comunicación. Pero esto va a ser un alegato pro occidental así que vayamos al grano.
Con la situación que está viviendo el mundo parecería egoísta o infantil hablar de estas frivolidades: surfistas, camisas de flores, disfrutar la montaña … pero no. En realidad, esto que vemos en la foto simboliza algo alcanzado con la suma de miles de años de evolución – quizás sangrientos a veces, sí, quizás muchos deleznables, no lo niego, pero unos episodios sangrientos y deleznables han resultado en fracasos y otros en el modo de vida que hoy disfrutamos los que esquiamos y leemos (o escribimos ) estos artículos baladíes – no podemos ser hipócritas y sentirnos ajenos a ello.
Una privilegiada porción de la humanidad vive esta realidad relajada y confortable que le permite hacer de su capa un sayo con la propia existencia. Otra parte aspira a disfrutar de lo mismo; una tercera, ansía simplemente destruirlo.
Y yo me pregunto ¿Arruinaremos esto alcanzado, o lo defenderemos y trataremos de que todos puedan acceder a ello? Parece que esta simple pregunta no se la plantean y - mucho peor - no la contestan muchos. Para que las comodidades, los avances tecnológicos, los logros, puedan disfrutarlos más, primero habrá que defenderlos.
Tengan ustedes cuidado, y luego buenas huellas
Carolo © 2004