La pasada temporada “abrimos debate” acerca de la relación precio/calidad de la ropa de esquí. Un artículo que despertó interés y propició un animado intercambio de opiniones en la comunidad de Nevasport/Esquí Pro; lo cual nos ha dado pie a profundizar un poco más en el tema.
¿Compensa pagar más por un traje de esquí de gama alta? ¿Por qué?
Hemos retomado la cuestión con Reforcer, la marca aranesa con la que preparamos el citado artículo, centrándonos en algunos aspectos clave que determinan la calidad de una chaqueta o un pantalón.
El diseño, los tejidos, la ergonomía, el buen ajuste de puños, del cuello… son aspectos que se reflejan en el precio final de la indumentaria. Pero de todos ellos, hay tres que son decisivos: su impermeabilidad/transpirabilidad, su capacidad de abrigar y el funcionamiento de las cremalleras que abren y cierran la prenda, bolsillos y ventilaciones.
La membrana
La montaña conlleva días de sol, pero también de mal tiempo, nevadas y humedad. Al mismo tiempo, el esquí implica una actividad física al aire libre que nos hace transpirar, sobre todo si el esfuerzo es intenso, la humedad es alta y la temperatura no es fría.
Hace años que diversas compañías desarrollaron tecnologías que gestionan la transpiración y la impermeabilidad de los tejidos. De hecho, hoy en día no se concibe una prenda outdoor de calidad que no sea impermeable y al mismo tiempo tenga la capacidad de extraer nuestra humedad hacia el exterior.
La membrana es un elemento fundamental en una prenda de esquí. En el caso de Reforcer, trabajan con Toray, una multinacional japonesa líder mundial, que produce la conocida membrana Dermizax. Es de poliuretano, frente al politetrafluoroetileno estirado (vaya nombre…) que utiliza Gore-Tex. Es un material reciclable, flexible y elástico, que se aplica en el interior del tejido mediante un sistema de capas -no confundir con la opción de “vestirse por capas”-.
De las diversas variantes disponibles, Reforcer utiliza el Dermizax EV, con una elevada capacidad de transpiración.
El rendimiento de la membrana se mide por los mm de columna de agua que resiste -en cuanto a impermeabilidad- y los gramos de vapor por metro cuadrado de superficie que es capaz de evacuar en 24 horas -en lo que respecta a transpiración-.
En este caso, las prendas Reforcer aguantan 20.000 mm de columna de agua y 20.000 gr/m2 en 24h, cifras que sólo se alcanzan en las equipaciones de mayor calidad.
No menos importante es que las costuras estén termoselladas, para evitar que el agua pudiera colarse por ellas.
El aislamiento
El esquí se practica en ambientes fríos, rondando los 0ºC, cuando no a temperaturas claramente bajo cero. Por ello es necesaria una protección contra la pérdida de calor, que se consigue incorporando una capa aislante a la prenda. En todo caso, no sirve cualquier material; debe cumplir unos requisitos de protección térmica, por supuesto, pero también de ligereza, ergonomía, volumen y capacidad para evacuar la humedad.
Reforcer utiliza Thinsulate y Valtherm, dos marcas de reconocido prestigio cuyas características van mucho más allá de su capacidad de aislamiento. El Thinsulate es una fibra no tejida desarrollada por la multinacional 3M para mantener el calor corporal, ofreciendo una excelente relación entre aislamiento y confort. Respecto de otras fibras, como el poliéster, puede llegar a retener el mismo calor con la mitad de espesor, lo que se traduce en un menor peso y volumen.
No menos importante es la capacidad que tenga esta capa aislante de gestionar la humedad. De poco sirve utilizar una buena membrana si el relleno se empapa con nuestro sudor, en lugar de facilitar su evacuación. El Thinsulate tiene un comportamiento hidrofóbico: absorbe menos del 1% de agua, lo que ayuda a mantenernos secos sin añadir peso a la prenda por la falta de transpiración.
Esta es una de las grandes diferencias entre una capa aislante de calidad y otra de rendimiento inferior: nos mantiene a la temperatura correcta, pero facilitando la evacuación de la humedad.
Un buen aislante no genera calor, lo mantiene.
La capacidad de abrigo dependerá, obviamente, de la cantidad de material utilizado. Se mide en gramos por metro cuadrado y va desde cero (en las chaquetas sin aislamiento para vestirse “por capas”, que obligan a utilizar prendas térmicas intermedias) hasta densidades de 160 gr/m2.
Reforcer aplica densidades entre 60 y 100 gr/m2, dependiendo no sólo de la prenda sino de las necesidades de cada zona (el torso, las mangas, las piernas…).
Las cremalleras
En la equipación de esquí hay quien da más importancia a la estética que a la funcionalidad de las cremalleras. Por supuesto que el diseño es importante y las marcas las utilizan para mejorar el look de sus prendas, con colores en contraste y tiradores; pero mal vamos si su funcionamiento es deficiente, no cierran bien, se enganchan o no son estancas.
Nunca dejes de comprobar el buen funcionamiento de las cremalleras en el momento de elegir tu próxima equipación, porque las diferencias de calidad son evidentes.
Al igual que con la membrana y el aislamiento, la gestión de la humedad en las cremalleras es muy importante. En este sentido, conviene que las de uso exterior (la principal, bolsillos…) sean waterproof. Dos son las soluciones más habituales: tapando los dientes o, si están ‘a la vista’, suelen protegerse con una solapa interior o exterior, dependiendo del diseño de la prenda. En los bolsillos interiores no es necesaria la impermeabilidad y suelen utilizarse cremalleras de nylon.
Como anécdota, el mundo de las cremalleras “de calidad” está prácticamente monopolizado por YKK, la marca número uno del mercado, fundada en Japón en 1934 por Tadao Yoshida (para los más curiosos, las siglas significan «Yoshida Kogyo Kabushikikaisha», algo así como Yoshida S.A.).
Huelga decir que nuestro partner en este artículo, Reforcer, utiliza cremalleras YKK.