Con la colaboración de Alfonso Cubillo, profesor diplomado por la Escuela Española de Esquí
Fotos/vídeo: Paloma Goytre
A lo largo de los años, el material de esquí ha cambiado mucho. Muchísimo. Hemos pasado de los pioneros esquís de madera con fijaciones de correa y botas de cuero, al carving, las fijaciones de seguridad y las botas de plástico.
En el caso de las botas, desde que Bob Lange comercializase en 1965 la que puede considerarse la primera bota de esquí moderna, con carcasa de plástico y ganchos metálicos, no ha habido grandes revoluciones sino, más bien, una evolución.
Con la salvedad del diseño con entrada posterior que popularizó Salomon en 1989 -con la mítica SX 90- y alguna otra propuesta sin excesivo recorrido, hace años que la arquitectura de las botas de esquí se mantiene inalterada: carcasa de volumen variable, mayoritariamente de dos piezas, y ajuste por ganchos metálicos.
Por supuesto nada tiene que ver el rendimiento, la comodidad y la personalización de una bota actual con las de hace algunas décadas; pero si comparamos las de los años 80 e incluso antes (estamos hablando de más de 40 años…), su diseño no ha cambiado tanto.
Por eso, una novedad como el sistema de ajuste BOA, es una pequeña revolución en el “inmovilista” mundo del calzado para esquiar.
Durante el pasado mes de marzo, el equipo de Esquí Pro hicimos el test de material -esquís y botas- con todas las novedades de la temporada que viene (que publicaremos como siempre en nuestro Catálogo Esquí Pro, el próximo otoño). Y entre las botas, probamos varias con el nuevo BOA.
Esta compañía basada en Colorado (USA) lleva más de veinte años presente en calzado de snowboard, ciclismo, running y otras actividades. Muchas botas de skimo lo utilizan, así que era cuestión de tiempo su introducción en el alpino.
El sistema
Recordemos el principio del BOA: un cable lazado sobre la zona a ajustar, que se tensa mediante un dial giratorio. Así de simple. Una solución que ha triunfado en deportes como el snowboard, el ciclismo o el skimo.
Para el esquí alpino, la marca ha desarrollado una versión específica: BOA H+i1 (curioso nombre…), más robusta y adaptada a las necesidades de nuestro deporte. El cable trenzado SS3, de acero inoxidable, tiene un grosor de 1,7 mm y una resistencia a la tracción superior a los 254 kg. Desliza sobre unas piezas de plástico, configurando un sistema de cinco puntos de tensión. En el lado superior/interior de la bota tenemos dos puntos, como con los ganchos, pero en la parte lateral/exterior hay uno más: el dial. De este modo, el BOA no sólo reparte la tensión de manera uniforme -es la misma a lo largo de toda la longitud del cable-, sino que lo hace sobre una mayor superficie que una pareja de ganchos convencional, distribuyendo la presión sobre nuestro empeine.
El dial de ajuste, situado por delante del tobillo, es más grande que las versiones de ciclismo o skimo, para poder aplicar la mayor fuerza que requiere una bota alpina. Tiene un diámetro de algo más de 40 mm y un grosor de unos 30 mm. Es bastante voluminoso.
Se aprieta girándolo, mientras que para aflojarlo tenemos dos opciones: liberarlo completamente tirando de él, o girarlo en sentido contrario para reducir la tensión gradualmente, mediante clicks sucesivos, lo que permite pequeños ajustes si lo hemos apretado demasiado. Bien pensado. Está diseñado de manera que se suelta ante un fuerte impacto, para evitar que se rompa.
Análisis. Un poco de física de vectores
Para la prueba hemos seleccionado dos modelos con una configuración ligeramente distinta del sistema: por un lado, la K2 Recon 130 BOA y por otro la Salomon S/Pro Supra BOA 120.
Vaya por delante que este no es un test de botas, sino del sistema BOA.
Aunque el mecanismo es el mismo, en la K2 el dial está más integrado en la carcasa, algo más protegido, mientras que en la Salomon los cinco puntos de tensión están más separados entre sí, repartiendo la presión sobre una mayor superficie.
Para la misma talla de bota (27,5), en la K2 hay 10 cm de distancia entre los dos puntos de tensión más alejados, mientras que en la Salomon crece hasta los 11 cm. Todavía mayor es la diferencia entre los dos puntos situados en la parte superior: 5,8 cm en la K2, por 7,2 cm en la Salomon. Esta variación en la geometría del recorrido del cable no es un detalle menor, pues condiciona la fuerza y la manera en que se aplica la presión sobre nuestro pie.
Los que estudiasteis ciencias en el colegio, recordaréis la descomposición de una fuerza en sus vectores X e Y… no vamos a hacer una clase de física, pero la conclusión es que, a igual tensión, cuanto más perpendicular a la bota trabaje cada tramo del cable, mayor será la fuerza de ajuste aplicada.
Test
El calzado de una bota con BOA no es diferente al de las de ganchos. Simplemente hemos de comprobar que el dial está abierto, en posición de desbloqueo. El ajuste es más sencillo, pero no más rápido: cerramos el dial y lo giramos para tensar el cable. En la K2 son unos 12 movimientos (media vuelta al dial en cada uno) hasta que empezamos a notar tensión y entre 4 y 8 más, aproximadamente, para alcanzar el nivel de ajuste deseado. En la Salomon, bastan 10 movimientos hasta que empieza ajustar y, a partir de este punto, podremos apretar otros 4-6 movimientos.
El distinto recorrido del cable, más amplio en la Salomon, es el responsable de que necesitemos menos vueltas de dial para ajustar la bota; pero de igual modo, la fuerza que ejerce sobre el pie es mayor en la K2. Cuestión de física.
En ambos casos la sensación de apriete es muy buena; no nos atrevemos a decir que mejor que con el sistema convencional, pero si más progresiva y regulable.
Comparando con los ganchos, en el momento de cerrar no ganamos tiempo, aunque la acción es más sencilla pues solo hay que dar vueltas al dial. Lo que sí es más rápida es la apertura, simplemente abriendo el dial se libera la tensión de forma inmediata. Y en el caso de necesitar pequeños ajustes, algunos clicks para apretar o aflojar nos proporcionarán el apriete deseado en una sola maniobra, mientras que con los ganchos tenemos que actuar dos veces y el cambio de presión entre una y otra posición es mayor.
Faltará cerrar los ganchos de la caña, ajustar el strap… y a esquiar.
A favor y en contra
Nos ha gustado el diseño del sistema, limpio e integrado, sin la posibilidad de que se suelte como ocurre con los ganchos cuando están abiertos. También es un punto a favor que, con una sola acción, ajustamos toda la zona del empeine y la tensión se reparte de manera uniforme, sin puntos de presión.
Por otro lado, el dial nos permite una regulación precisa y “fina”, con pequeños incrementos tanto para apretar como para aflojar. Para conseguir lo mismo con los ganchos hay que roscar el ajuste micrométrico, una maniobra más lenta y laboriosa.
Por último, el gesto para liberar por completo el sistema es mucho más rápido, basta con desbloquear el dial.
Y todo ello con unos gramos de ahorro respecto de una pareja de ganchos, como hemos podido constatar en la báscula.
Pero también hay cosas que nos parecen mejorables. Empezando por el tamaño del dial. Es muy voluminoso, no tanto en diámetro como en grosor. Sobresale mucho de la bota, incluso en el caso de la K2, que han trabajado el diseño para que quede más integrado. Al respecto, vemos muy interesante que el dial salte en caso de recibir un fuerte impacto, para evitar que se rompa.
Por otro lado, nos gustaría una mejor relación entre el número de vueltas que hay que dar al dial, la fuerza que aplicamos y el apriete que conseguimos sobre el pie. Sobre todo en el caso del lazado más abierto (la configuración de la Salomon), que requiere menos vueltas pero más fuerza para conseguir un mayor apriete.
Por último, la ventaja del reparto de presión de manera uniforme puede ser para algunos una desventaja, pues no permite un ajuste individual como con el sistema actual, mayor o menor en cada gancho según nuestras necesidades.
El futuro
Creemos que el BOA tiene argumentos de peso, especialmente en el ámbito de la comodidad. Es fácil de utilizar y proporciona un ajuste uniforme del pie. No obstante, en términos de rendimiento los ganchos son, a día de hoy, superiores pues permiten “apretar” más y de forma diferenciada; de momento nos cuesta imaginar una bota de competición con BOA.
Para la próxima temporada, el BOA Fit System H+i1 está disponible en algunos modelos de Atomic, Fischer, K2 y Salomon, en hormas de volumen medio. Es de suponer que la oferta crecerá y que con el tiempo aparecerán nuevas versiones que mejoren todavía más su rendimiento.
¿Reemplazará a los ganchos de toda la vida? Nos inclinamos porque ambas soluciones coexistirán. El tiempo lo dirá.
En todo caso, bienvenido, BOA.