He probado a esquiar en muchos tipos de superficies diferentes. Desde aquella especie de cepillos invertidos de la pista de esquí artificial de Aguda, en Gijón, hasta Snowflex en eventos de freestyle para entrarle a cajones montados en un polideportivo o directamente hielo de pescadería en un parque.
La cosa es esquiar cuando no hay nieve y en este caso me he ido a probar la pista de Ski Sin Límites, en Boadilla del Monte. Lo que más me llamó la atención de inicio es que ocupa el espacio de una pista de padel. Tiene 10m de largo por 5m de ancho y sólo con eso ha sido capaz de llevarme virtualmente a la montaña en pleno Junio.
La pista es un tapiz rodante (como una cinta de correr) cubierto por una superficie que me recordaba a los campos de futbol de cesped artificial, pero mucho más tupido. Se humedece continuamente con una manguera para reducir la fricción y le da un tacto bastante suave. Incluso a la hora de caerse apenas te haces daño, ya que se para la pista en cuanto te caes y no hay apenas roce.
Pero vamos a lo interesante. ¿Es como esquiar en nieve? Sí y no. Requiere cierta adaptación. Lo primero es acostumbrarte a la superficie. Con unas cuantas bajadas en cuña y descenso directo le coges el tacto al deslizamiento. Cuando empiezas a meter los cantos para hacer giros en cuña te das cuenta de que es como una nieve hipercompacta, que no cede, y que por tanto devuelve todo el empuje que le demos. Si metes el canto un poco más de la cuenta, lo notas, si pones más peso del que deberías, lo notas. Requiere una centralidad muy buena porque la reactividad de cada movimiento es muy grande.
Lo siguiente es acostumbrarse al espacio, no es una pista muy ancha, por lo que no podemos hacer giros muy redondos y largos (que es lo que intentaba al principio). Los virajes fundamentales de libro en el que dejas que el esquí se ponga en paralelo de forma natural y sin "reunirlo" son complicados. Es más fácil hacer giros "menos acabados" y pasar a hacer paralelo elemental con flexión y extensión más fuerte para que los giros sean más cortitos.
Cuando esto está dominado, se puede empezar a aumentar la velocidad y la inclinación. Llega hasta 22º de inclinación con 22Km/h de velocidad de la cinta. Lo cual, traducido a una pista sería como esquiar por una pista roja a un ritmo bastante vivo. Para cuando tenía dominada la pista, el tiempo se me echó encima y no llegué a probarla a tope, pero pude ver a Sergio, dueño de la pista, esquiando a todo lo que da la instalación y me recordaba a bajar cualquier pista de buena inclinación haciendo giros cortos con buen ritmo.
Una de las cosas a las que también hay que adaptarse es a dejar de mirar el final de la pista. El frontal de la pista es un espejo enorme en el que podemos ver claramente cada movimiento por sutil que sea. Cuando consigues concentrarte y coger un buen ritmo, te olvidas de la pista y es increíble lo mucho que se puede adelantar cada sensación que vamos a tener en base a la posición del cuerpo.
Todo este proceso puede parecer muy largo, pero creo que cualquier esquiador de nivel medio o alto en una hora tiene suficiente para pasar por todos estos hitos. Eso sí, físicamente exige bastante, porque aunque no te des cuenta, de esa hora, estás esquiando sin parar unos 40 minutos fácilmente. Y eso no es nada habitual, aquí no hay sillas que coger para descansar.
Os dejo con el vídeo, como siempre, en el que podéis ver en movimiento todo lo que he contado y más. Ah, y sobre todo me quedo con la sensación que tenía cuando volvía a casa en el coche con una sonrisa: "Hoy, he esquiado".