Desde hace una semana me he puesto un poco serio con el esquí de montaña y he hecho un par de subidas a la Bola del Mundo. Tenía las pieles de foca y las fijaciones de touring desde hace tiempo, pero nunca encontraba el momento. Pensaba que mis preciosos días de esquí mejor los pasaría bajando que no subiendo. ¡Qué equivocado estaba!
He tenido la suerte de poder esquiar entre semana varios días, aunque solo media mañana, y como me parecía mucho desperdicio un forfait completo, decidí darle caña a la travesía e intentar subir por zonas cercanas a las estaciones, que conozco bien, para poder esquiar sin gastar mucho. Dos subidas hasta la Bola del Mundo, una desde Valdesquí, con visibilidad nula y frío y otra desde Navacerrada con sol y calor me han dejado un muy buen sabor de boca.
Tengo todavía muy viva la sensación de los primeros pasos con las focas. "¡Esto agarra!" Y sonreía. Entonces empezaba a subir, a veces más orientado a la pendiente, a veces siguiendo huellas, a veces por donde me apetecía. Después empezaba a jugar con las alzas de la fijación. Que si pongo la intermedia, ahora mejor la más alta, vuelvo a la media que voy en pendiente suave, ahora las quito que voy a deslizar este plano. La sensación de descubrir algo por ti mismo, esa primera vez, el momento "Ajá!" es algo que no sentía con esquís desde hace tiempo, y lo echaba de menos.
Yo soy un adicto a las primeras veces. Desde pequeño he practicado incontables deportes: esquí, snowboard, surf, windsurf, natación, badminton, rugby, patinaje, escalada, parapente... La parte del aprendizaje inicial me encanta, desde encontrar los movimientos para ponerte encima de la tabla de surf, a aprender a leer las rachas de viento en el agua o practicar un truco en tu cabeza hasta que te sale con los esquís puestos.
Me he dado cuenta estos días de por qué el esquí engancha tanto. Es un deporte en el que hay infinidad de primeras veces. La primera vez que te pones los esquís. La primera vez que sientes el deslizamiento. La primera vez que bajas una pista verde. La primera vez que bajas una roja. La primera vez que bajas una roja sin caerte. Todas esos hitos nos encantan, nos producen felicidad y encienden la adicción.
Llevo casi 30 años esquiando y sigo teniendo primeras veces. No sólo con el skimo, como esta semana, cada vez que me pongo los esquís de freestyle (y la armadura) y voy al park me siento siempre un poco asustado, pero sé que la recompensa detrás de cada truco nuevo que sale es enorme. Antes no sabía explicar que tenían los cajones y barandillas que me atraían tanto. Ahora sé exactamente qué es. Cada módulo nuevo al que te atreves a darle es una primera vez, cada truco que aprendes, de las decenas que puedes hacer en un cajón, es una primera vez. Y eso engancha.
Ahora mismo estoy en una fase muy dulce del esquí de montaña. Sólo subir una nueva montaña, o la misma, pero por un camino diferente me supone una satisfacción enorme. Las bajadas de momento son lo de menos, no necesito condiciones perfectas para disfrutar, sólo con llegar abajo de una pieza, para poder volver a subir otro día me supone motivación suficiente.
Cuando me cruzo con otros traveseros, me doy cuenta de que soy el tío raro, con las botas de alpino que ni desbloquean la caña, los trastos de 110 de patín, la ropa ancha, y el casco gordo. Al principio me daba un poco de vergüenza, ahora me he dado cuenta de que es una tontería, y que yo estoy ahí para disfrutar y encontrar mis primeras veces. Así que os animo a todos a hacer algo que os asuste un poco u os de vergüenza: coged ese salto pequeño del park, meteos en esa pala fácil de powder o cambiad el esquí por el snow (o viceversa) al menos un día. Hay que tener más primeras veces!
No soy muy dado a este tipo de posts, son reflexiones que no sabía muy bien como plasmar en un vídeo pero os dejo el último vlog del canal para que entendáis al menos la sonrisa que llevo en la cara casi todo el tiempo.